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Siemens, ¿resfriado o crisis existencial?

Joe Kaeser toma el mando con la misión de recuperar el prestigio perdido

El presidente de Siemens ofreció esta semana una rueda de prensa en la sede de Múnich.
El presidente de Siemens ofreció esta semana una rueda de prensa en la sede de Múnich. Joerg Koch (Getty Images)

Cuando Joe Kaeser, recién coronado presidente de Siemens, compareció ante la prensa el miércoles pasado, ofreció una bien estudiada imagen de estadista preparado para afrontar todos los desafíos que le depara su nuevo trabajo. El ejecutivo, de 56 años, alabó el trabajo de su antecesor, Peter Löscher; agradeció el apoyo recibido de Gerhrad Cromme, presidente del consejo de supervisión, y, algo insólito en su persona, restó importancia a las estadísticas que predicen un año negro para el grupo bávaro, que da trabajo a 370.000 personas en más de 180 países.

Kaeser, un hombre aplicado y experto en las cifras que anuncian catástrofes o alegrías en una multinacional y que horas antes de su espectacular ascenso ocupaba el cargo de director financiero, sorprendió a la prensa con una frase contradictoria con su función de experto en los números de la compañía. “No es relevante si en lugar de un 12% obtenemos un 10% u otro porcentaje como meta de nuestras ganancias”, dijo. “Tampoco la meta de 100.000 millones de euros como objetivo de ventas tiene ahora una prioridad”.

“Siemens seguirá existiendo después de 2014”, insistió el nuevo mandamás del grupo, restándole importancia a un dato que aceleró la brutal caída de su antecesor, Peter Löscher, quien había prometido alcanzar un volumen de ventas de 100.000 millones de euros y un margen de ganancias de un 12% para el año fiscal 2013-2014. “La principal meta que pretendo alcanzar es lograr que la empresa vuelva a navegar por aguas tranquilas y formar un equipo de alto rendimiento”, afirmó.

Pero cuando Kaeser se refirió a los desafíos que tiene por delante para devolver a Siemens el esplendor del pasado, el ejecutivo cambió de imagen y ofreció un perfil de un médico está dispuesto a aplicar nuevas recetas para mejorar al enfermo. Al referirse a las molestas cargas provocadas por grandes proyectos mal planificados y dirigidos, Kaeser dijo que solo había que buscar las causas para acabar con la enfermedad. “La terapia no es nada difícil”, añadió.

“La terapia no es nada difícil”, sostiene el nuevo jefe de la empresa

Pero el nuevo presidente de Siemens optó por guardar un interesado silencio cuando se refirió a un tema crucial que acabó con la carrera de Löscher y que lo convirtió en nuevo jefe de la multinacional: su propia responsabilidad en los caóticos días que precedieron a su nombramiento y su papel en el error cometido en las previsiones sobre las ganancias del grupo.

¿Acaso no era él responsable de las finanzas de Siemens junto con el ahora defenestrado presidente? “Él es corresponsable de las previsiones erróneas y tampoco hay que olvidar que en los últimos seis años él fue la mano financiera de Löscher”, afirma un exejecutivo de Siemens que perdió su puesto cuando Löscher aplicó una severa reducción de personal y que pide no ser identificado.

Después de la primera rueda de prensa ofrecida por Kaeser en Múnich, una interrogante surgió en el mundo de las finanzas alemán. ¿Se encuentra Siemens, uno de los buques insignia de la exquisita industria germana, inmerso en una grave crisis existencial o simplemente es un gigante enfermo necesitado de una terapia de choque para recuperar el brillo que tenía en el pasado?

Cuando Peter Löscher llegó al cargo en 2007 como primer extranjero en dirigir Siemens en sus 166 años de historia (es de nacionalidad austriaca), la empresa estaba inmersa en un enorme escándalo de corrupción por el presunto pago de sobornos millonarios para conseguir contratos en el extranjero. Para evitar consecuencias graves, Löscher negoció con la justicia estadounidense y logró que el buque insignia volviera a navegar por aguas tranquilas, previo pago de una multa de 1.600 millones de dólares. Pero el ejecutivo austriaco desestimó la crisis de coyuntura global y el enfriamiento de potencias emergentes como China.

La enorme rama de energía es una de las más problemáticas

Löscher también cometió otros errores, como promover un cambio en la estrategia para finalizar proyectos, y acabó con uno de los emblemas del grupo: ser fiables a la hora de entregar todos los grandes trabajos. “Las ideas de Löscher eran mediocres, desconocía el funcionamiento interno y carecía de una red de conexiones internas que le habría podido ayudar a gestionar la empresa”, manifiesta el exejecutivo citado anteriormente. “Siemens ya no puede cumplir con sus proyectos”, sentenció.

La denuncia no es gratuita. La rama de energía, por ejemplo, es la que más ingresos produce en el universo de Siemens (un tercio de las ventas), pero al mismo tiempo es un sector que necesita con urgencia una terapia que acabe con los errores cometidos. Por ejemplo, la construcción de parques eólicos offshore. Siemens se comprometió a construir subestaciones para conectar cuatro parques eólicos marinos a la red eléctrica, pero la construcción se retrasó y la compañía se vio obligada a amortizar pérdidas calculadas en unos 600 millones de euros. Las ganancias en el sector cayeron en el primer trimestre del año en un 67%.

Siemens tampoco tuvo suerte en el campo de la energía solar. Hace cuatro años, Löscher adquirió la empresa israelí Solarfirma Solel, especializada en la construcción de plantas térmicas, pero cometió un error de cálculo. La producción de energía solar térmica es más cara que la producción de energía solar convencional, y la equivocación le costó a Siemens unos 1.000 millones de euros.

Siemens tampoco ha sido capaz de cumplir con los compromisos adquiridos con la compañía de ferrocarriles alemana, Deutsche Bahn, y todavía no puede entregar 16 trenes de alta velocidad y otros 10 trenes multiusos ICE que deben cubrir la ruta Fráncfort-Londres. Peor aún, el gigante alemán tiene problemas en la construcción de plantas de gas y turbinas, un sector donde es líder mundial. La orden de pedidos se ha reducido en parte a causa de la competencia de su principal rival, la estadounidense General Electric.

El remedio para el paciente fue definido por el propio Kaeser. “La clave del éxito no es la estrategia, sino la cultura de una empresa, sus valores y lo que representa”, dijo el nuevo presidente ejecutivo. “Nuestra empresa no está en crisis, ni tampoco necesita una reestructuración importante, pero hemos estado muy preocupados por nosotros mismos últimamente y hemos perdido parte de nuestros beneficios frente a la competencia”.

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