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Turquía aflora sus puntos débiles

Las protestas evidencian la fuerte dependencia del país de los fondos extranjeros

Alicia González
Protestas en la plaza Taksim, en Estambul
Protestas en la plaza Taksim, en EstambulOZAN KOSE (AFP)

Apenas 10 días después de que la agencia de calificación Moody’s otorgara a Turquía el grado de inversión —Fitch adoptó la misma decisión el pasado mes de noviembre—, ese nuevo estatus puede verse amenazado. La propia agencia reconocía esta semana que las protestas concentradas en la plaza de Taksim de Estambul “se están convirtiendo en un factor negativo en términos de crédito, cuanto más se intensifiquen y persistan en el tiempo”.

Las protestas han llegado a provocar una depreciación de la lira de más del 5%, aunque ha repuntado en los últimos días, y un encarecimiento del coste de financiación del país —232 puntos básicos en los bonos a dos años, hasta el 7,36%—, pero no es el único factor que explica el cambio de humor de los mercados hacia Turquía. Su estallido ha coincidido en el tiempo con la pérdida de cierto atractivo de los activos emergentes ante la rebaja de tipos de interés aplicada por sus bancos centrales, en un entorno casi general de descenso de la inflación. Justo entonces, el presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, Ben Bernanke, confirma su plan de retirada de estímulos y los inversores corren a equilibrar sus carteras. Pese a la confluencia de factores, el daño, por ahora, parece limitado.

Turquía necesita cada mes 5.000 millones de dólares para financiarse

“El impacto de las protestas en la confianza de los inversores parece haber sido relativamente limitada. No ha causado la sequía de los flujos de capital en las dimensiones de 2011, cuando Turquía sufrió una pequeña crisis de balanza de pagos que forzó una subida de 400 puntos básicos en los tipos de interés. Sin embargo, estos sucesos han puesto en evidencia la dependencia que Turquía tiene del capital europeo”, aseguraba William Jackson, de Capital Economics, en una nota a clientes.

No faltan motivos para la inquietud. El país tiene que atraer cada mes 5.000 millones de dólares solo para financiar su déficit por cuenta corriente, recuerdan los analistas de Barclays Research. En 2012, el país había logrado reducir su desequilibrio exterior desde el 9,7% del PIB registrado en 2011 al 6,1% el año pasado. Pero las presiones vuelven a estar al alza.

La deuda a corto plazo en manos extranjeras creció un 15% hasta abril

En el primer trimestre el PIB de Turquía creció más de lo previsto, 3% en tasa interanual frente al 1,4% con que cerró 2012, impulsado por una fuerte demanda interna y esta, a su vez, azuzada por un crecimiento del crédito que ronda el 20%. Esa fortaleza tiene como anverso el aumento del déficit por cuenta corriente del 6% registrado en marzo al 6,5% en abril. Al mismo tiempo, la deuda externa a corto plazo de Turquía ha aumentado un 15% en los primeros cuatro meses, según confirma el economista de Capital Economics, y está básicamente concentrada en el sector financiero. Eso supone que el repunte observado en el crédito está financiado básicamente por capital extranjero.

En este escenario es fácil prever un repunte de los tipos de interés oficiales, aunque los datos demuestran que el emisor ya ha empezado a endurecer las condiciones monetarias para intentar mantener el atractivo inversor y evitar una mayor depreciación de la lira [ver gráfico adjunto]. Pero aquí la política también desempeñará un papel determinante. El Gobierno ya ha presionado al banco central para evitar que suba el precio del dinero y el propio presidente Erdogan ha amenazado con asfixiar a los “especuladores del lobby en favor de altos tipos de interés”.

Aunque el deterioro ha sido generalizado en los mercados emergentes, es evidente que los inversores no han tratado a todas las economías por igual. Sudáfrica y Turquía han sido las que más han sufrido las turbulencias dadas sus debilidades internas y el índice de riesgo de Capital Economics sitúa a Turquía, junto a Venezuela, como el mercado más propenso a sufrir una crisis. Aunque los malos augurios no se cumplan, en el mejor de los casos, como dicen los economistas de Barclays, “la situación ya no volverá a la normalidad anterior a las protestas”.

Inversores a la fuga en emergentes

Las protestas de la plaza de Taksim en Estambul han puesto el foco internacional en los problemas de Turquía, pero su situación es muy similar a la que atraviesan otros países emergentes. Y no solo Brasil, que también afronta varias jornadas de protestas y enfrentamientos entre sus jóvenes y la policía, sino buena parte de las economías hasta hace unas semanas.

Según los datos manejados por los analistas de Citi Research, solo en la última semana los mercados emergentes han perdido fondos por unos 3.000 millones de dólares, sobre todo aquellos con inversiones en Asia. La misma tendencia confirma el monitor de flujos de capital en mercados emergentes de Capital Economics, que, sin embargo, duda de que “esta reciente retirada se vaya a convertir en un éxodo total de estos mercados”, apuntan en su último informe. Medidos como porcentaje del PIB, los flujos netos hacia países emergentes se encuentran a la mitad del nivel más alto que alcanzaron, en 2008.

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Sobre la firma

Alicia González
Editorialista de EL PAÍS. Especialista en relaciones internacionales, geopolítica y economía, ha cubierto reuniones del FMI, de la OMC o el Foro de Davos. Ha trabajado en Gaceta de los Negocios, en comunicación del Ministerio de Economía (donde participó en la introducción del euro), Cinco Días, CNN+ y Cuatro.

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