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Las paradojas de Hollande

A Berlín le dice que hará cambios; ante Bruselas tira de discurso soberanista

A cambio de concederle dos años de gracia para corregir su exceso de déficit, Bruselas —y Berlín— han impuesto a Francia, la segunda economía del euro, una pesada lista de deberes y reformas que París deberá realizar “antes de 2014 y de forma íntegra”, según reza el documento publicado por la Comisión Europea.

Las seis reformas recomendadas forman un programa neoliberal en toda regla, y si Francia lo aplicara al dedillo acabaría con buena parte del actual Estado social en solo 18 meses.

Hollande ha recibido las sugerencias con un discurso soberanista, típico de los países intervenidos o sometidos a fuerte condicionalidad. “La Comisión no puede dictarnos lo que tenemos que hacer”, enfatizó. "Debe limitarse a decir que Francia tiene que equilibrar sus cuentas, pero no cómo debemos hacerlo. Es cosa nuestra decidir la forma, el método. Haremos las reformas con equidad, concertación y responsabilidad para acabar con los déficits. Pero la manera de ejecutarlas es la única soberanía que nos queda a los Estados”.

La paradoja es que, solo unas horas después de mostrarse ofendido por los diktats de la Comisión, Hollande admitía, durante su comparecencia con Angela Merkel, que Francia tiene que reformar “las pensiones, el sistema de desempleo, la competitividad y todo lo demás”, y anunciaba que París y Berlín se habían puesto de acuerdo para fundar un Gobierno económico de la zona euro que “coordine mejor las políticas económicas”.

Cada vez más apurado (Francia está en recesión y el paro acaba de batir otro récord negativo), Hollande se ve forzado a jugar un doble o triple juego. Por un lado Francia necesita acometer algunos cambios profundos, pero mientras los mercados financien barato su deuda, París no sentirá un apremio excesivo.

Además, si concertar una reforma de las pensiones lleva tiempo, so pena de incendiar la calle, hacer seis reformas de marca alemana de golpe, como pide Bruselas, equivaldría a un suicidio político. Hollande cuenta además con que a la actual Comisión le queda solo un año de vida, y confía en que los socialistas ganarán las elecciones europeas.

Por otro lado, Francia necesita —como todos— la solidaridad del jefe, Alemania. Para obtenerla, debe mostrarse obediente y reformar. Pero esto puede abrir una crisis en el Partido Socialista, cuya mayoría absoluta es cada vez más precaria porque ha perdido en un año cinco diputados. Hollande tendrá que hacer malabares para convencer a sus votantes de que es él, y no la malquerida Europa, quien decide el ritmo, los detalles y el sello político de unas reformas que la derecha no hizo cuando gobernaba.

La lista de deberes, a cumplir “integralmente en plazos y detalles”, según la Comisión, es esta:

Déficit. Se concede a París un año y medio, hasta finales de 2015, para situar el déficit por debajo del 3%. A cambio, le exige cerrar 2014 con un 3,6% de desvío –aunque la previsión de Bruselas es el 4,2%- y bajar al 2,8% en 2015. París “debe revisar profundamente” sus gastos corrientes, incluidos los de seguridad social y organismos locales. Y será vigilada de cerca: deberá reportarse cada seis meses.

Pensiones. El sistema será deficitario en 18.000 millones en 2018. Bruselas exige que la reforma se haga “con urgencia, antes de que acabe el año”. Y recuerda que la anulación parcial que Hollande hizo de la modificación aprobada por Sarkozy en 2010 contravino la opinión de la Comisión. El detalle sigue el modelo español: nuevas reglas de indexación, subir la edad mínima de jubilación y la duración de los años cotizados, y revisar los regímenes especiales sin elevar las contribuciones de los empresarios.

Mercado laboral. La reforma de enero de 2013 “va en la buena dirección pero no es suficiente”. Francia debe corregir aun más un mercado “excesivamente segmentado”, reducir los costes laborales bajando las cotizaciones sociales patronales, y contener el salario mínimo para propiciar la competitividad. Dos datos: el paro juvenil era del 25,4% a fines de 2012. Y la posibilidad de pasar de un empleo temporal a uno fijo es del 10%, contra el 25,9% de media en Europa.

Desempleo y formación. El déficit del sistema de protección es de un punto del PIB. El gasto en desempleo aumentó un 6,1% en 2012. Hace falta mejorar la tasa de ocupación de los más veteranos (45,7%) y de los menos cualificados con formación específica, aprendizaje continuo y apoyo personalizado. Y garantías para los jóvenes.

Reforma fiscal. Bruselas quiere simplificar el “complejo e ineficaz” sistema fiscal, y pide bajadas del Impuesto de sociedades y el IRPF. Hay demasiadas exenciones sociales y fiscales (10% del PIB). La subida del IVA intermedio del 7% al 10%, prevista para enero 2014, “no basta”, y el IVA reducido para la restauración debe subir.

Liberalizaciones. Francia ha hecho “pocos progresos” para garantizar el acceso a las profesiones protegidas (veterinarios, abogados, taxistas, farmacias, notarios, pequeño comercio). Debe liberalizar los precios de la luz y el gas, y abrir los ferrocarriles nacionales a la competencia interna.

Mejorar el clima empresarial. Medidas para favorecer los negocios y las exportaciones. Necesidad de abolir trabas normativas para las pymes. Horarios libres para los comercios.

 

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