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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Bankia y la pérdida de riqueza colectiva

Juan Ignacio Crespo

Ayer, los nuevos y forzados tenedores de actciones ordinarias de Bankia pudieron, por fin, optar a venderlas. La mayor parte de ellos no sabía que las operaciones de compraventa en Bolsa se liquidan tres días laborables más tarde, por lo que no hicieron lo que algunos inversores institucionales: dar, el jueves pasado, la orden de venta de unas acciones que se les entregarían ayer mismo. Esas ventas, tres días antes, son de legalidad dudosa, ya que quien vendió tenía derecho a poseer unas acciones pero no las acciones mismas. Las ventas precipitaron una caída de tal calibre en la cotización de Bankia que a los afectados por las preferentes se les ha puesto aún más difícil la decisión de qué hacer con unas acciones que de forma tan azarosa (y con tantas pérdidas acumuladas) han llegado a sus manos.

De todas formas parece harto improbable que ninguna firma de Bolsa hubiera atendido la orden de venta si un “sobrevenido” accionista individual de Bankia se hubiese personado el jueves pasado en sus oficinas con ese propósito. Una “diferencia de posicionamiento en el mercado” que ha roto la igualdad de derechos en él. Pero, cuando una inversión ha perdido alrededor del 73%, ¿qué es lo que se puede hacer? Una respuesta sería que si no se necesita el dinero para sobrevivir, mejor conservar las acciones y esperar que, con el tiempo, su cotización se recupere.

Aunque habrá que tener paciencia. Por una parte, el sector financiero español está sumido en una depresión y eso hace que el periodo de recuperación vaya a ser largo. Por otra, Bankia ha quedado bien capitalizada y con una cotización tan baja que ya se asemeja en valoración a los bancos más importantes. Bankia parte de una situación saneada que, a poco que mejore la economía española, hará que su cotización se recupere con rapidez.

Pero teniendo siempre presente algo que no sabían muchos de los que suscribieron preferentes, y que puede que tampoco sepan ahora: que si Bankia diera grandes pérdidas en el futuro y hubiera que recapitalizarla de nuevo, las primeras víctimas volverían a ser los accionistas ordinarios, que son pequeños socios en el negocio de Bankia, igual que antes los tenedores de preferentes fueron cuasi-socios, sin saberlo, de las cajas. Y que tampoco sabían que, en general, como tales cuasi-socios, tenían derecho de cobro preferente solo por delante de la Obra Social, en el caso de liquidación de las cajas emisoras y, probablemente, en los casos de aplicación de la analogía con el concurso de acreedores (aunque, paradójicamente, por una segregación de activos prematura hacia lo que hoy son las cajas/fundación, sea la Obra Social la que se ha situado por delante de todos).

Los índices de Bolsa son el reflejo rutilante de lo que ocurre en un país. A escala, la cotización de Bankia también ha sido el epítome de un drama que apenas ha emergido a la superficie: la pérdida de riqueza colectiva (¿un 8% del PIB?) por la quiebra de muchas cajas a la que casi nadie ha prestado atención. A pesar de que supera la suma de los recortes acumulados en sanidad y educación. Y coronada por la pérdida de riqueza individual de quienes se han visto atrapados por la caída del 73% del valor de su inversión. Caveat emptor.

Juan Ignacio Crespo es autor del libro “Las dos próximas recesiones”.

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