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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Lo que puede hacer el BCE

¿Cuánto tiempo habrá que esperar hasta que fluya el crédito? ¿Hasta después de las elecciones alemanas?

La reducción del tipo de interés del dinero decidida por el Banco Central Europeo (BCE) no resuelve el estrangulamiento financiero básico de las economías del sur de Europa, en especial de la española, que es la ausencia de crédito. Los bancos prefieren decir que la perspectiva es equivocada; crédito hay, dicen, pero faltan proyectos interesantes que merezca la pena financiar. Enfóquese como se quiera, pero el hecho es que el sistema financiero español ha desarrollado una extrema aversión al riesgo. De la decisión del BCE del jueves, que puede concretarse en una rebaja de tipos en 0,25 puntos hasta dejar el tipo de intervención en el 0,5% y la prórroga de un año de la liquidez ilimitada a la banca, hay que subrayar la enésima lamentación de Mario Draghi por la nula transmisión del abaratamiento del dinero a las empresas y a las familias y la nueva promesa de que se consideran medidas para romper el dique interpuesto entre la banca y la economía real. Draghi lleva meses proclamando su frustración al respecto y no se sabe cuánto tiempo pasará antes de que se decida a actuar con contundencia ante el problema. ¿Después de las elecciones alemanas?

El impacto de la rebaja de tipos sobre la economía real será tan bajo que es tentador interpretarla como una simple maniobra para frenar la apreciación del euro. En cualquier caso, no es fácil romper la aversión al riesgo de la banca y, de paso, confirma que los argumentos genéricos utilizados en el pasado (como, por ejemplo, el de que la banca volvería a suministrar crédito cuando saneara sus balances) eran simples excusas. No sirven para explicar la situación actual. Sin duda, el BCE está considerando acciones directas. Una de ellas sería que los bancos puedan titulizar los créditos y presentarlos como colateral ante el BCE. Una maniobra de ese tipo probablemente sería muy eficaz para empujar los préstamos, pero también los encarecería. Cuando Draghi dice que “están en estudio” medidas excepcionales para trasladar los efectos de la política monetaria a la economía real, no se refiere solo a que después de las elecciones alemanas la vida del BCE puede ser más fácil y relajada, sino también a que casi cualquier decisión que se tome tiene efectos secundarios.

Por tanto, la rebaja del jueves es insuficiente, pero el siguiente paso, ofrecer respuestas cuyo coste no las convierta en inviables, debe darse con cierta cautela. Que el BCE puede hacer más, seguro; que hay que exigirle decisiones meditadas, también. Pero es que además de pedir más decisión al BCE, cosa que se debe hacer, hay que pedir posiciones claras a los Gobiernos sobre el problema bancario. Porque se corre el riesgo de vaciar de coste político las estrategias económicas nacionales y trasladar la responsabilidad de la salida de la crisis a la autoridad monetaria europea.

En el caso del Gobierno español, no ha acertado a poner en pie una reforma financiera aceptable hasta después de gastar tres experimentos fracasados, y aun la reforma definitiva procede de la troika. Tampoco ha aprovechado correctamente su capacidad de actuar sobre el crédito a través del Instituto de Crédito Oficial. La exigencia inmediata debe hacerse a los Gobiernos nacionales, que en los casos de Italia y España no están respondiendo a la gravedad de esta crisis.

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