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Amigos recelosos

Las relaciones hispano-chinas han mejorado pese a la desconfianza

Carmen Sánchez-Silva
Tienda de Zara en Shanghái.
Tienda de Zara en Shanghái. Bloomberg

Falta confianza. Las relaciones comerciales entre España y China podrían intensificarse si ambas partes tratasen de conocer más a fondo sus respectivas culturas. Si hubiera grandes acuerdos bilaterales permanentes (actualmente se está negociando un convenio para evitar la doble tributación en los seguros sociales entre los dos ministerios de trabajo) que impulsaran la buena relación y, sobre todo, su duración en el tiempo, como exigen los empresarios asiáticos.

En España se han instalado 34 empresas chinas, según los datos de la Embajada del país del dragón. Mientras que en el país asiático trabajan más de 2.000 compañías españolas; claro que España no tiene allí una comunidad de comerciantes tan relevante como la que los chinos han levantado en nuestro país, donde más de 50.000 pequeños y medianos comerciantes han conseguido voz propia en el comercio minorista nacional. Y donde la Operación Emperador ha sido un golpe muy duro, según el abogado representante de esta comunidad, Yihong Ji Wang.

“Los españoles nos miran con recelo y desconfianza desde octubre del año pasado, y las ventas en estos comercios han bajado bruscamente. Inicialmente, un 70% y, ahora, se sitúan entre un 20% y un 30% por debajo del año pasado”, asegura. “Y eso ha influido en la imagen que se tiene en China de las marcas españolas, lo que dificulta las inversiones en España”, señalaba en el encuentro hispano-chino organizado por Esade China Europe Club. España debe aprovechar que “la inversión china en el extranjero acaba de comenzar”, según el consejero económico y comercial de la Embajada china, Ji Xianzheng. Y en los últimos dos años ha preferido como destino Europa, por delante de EE UU, debido a la crisis del continente y a las mayores oportunidades de compra que facilita una moneda fuerte y unos precios a la baja. “En 2012, la inversión china en Europa ha superado por primera vez las inversiones europeas en China”, añade el consejero.

La Operación Emperador deteriora la imagen china en España

Aunque España no ha sido uno de sus destinos preferidos hasta ahora (de hecho, Ivana Casaburi, profesora de Esade, lamenta que solo una empresa china, Sunfor Light, haya ubicado su sede para Europa en España en vez de en Reino Unido o Francia). Por eso tanto los representantes de una nación como de otra esperan que la inversión asiática en España gane peso. Igual que al contrario. Los empresarios nacionales quieren hacerse fuertes en el país del dragón (donde la inversión extranjera ha superado los 116.000 millones de dólares, conforme a un reciente estudio de PwC), “porque no hay otra forma de crecer en el mundo”, afirma Germán Lorenzo, director de Mondragón Corporación para Asia-Pacífico. La corporación vasca lleva más de 25 años en China, donde cuenta con 20 fábricas y factura casi 350 millones de euros, que pretende se conviertan en 850 o 900 millones en menos de cuatro años.

Los problemas a resolver para incrementar las inversiones son muy parecidos en ambas direcciones. El primero es la diferencia cultural. Los chinos basan sus acuerdos en la confianza y por eso tardan de media unos tres años en formalizar acuerdos con empresas extranjeras. Las trabas que ponen ambos países a los ciudadanos del otro en lo que se refiere a visados, permisos de trabajo y de residencia, se citan en segundo lugar.

Y la crisis económica eleva

Y los empresarios asiáticos se quejan de los elevados impuestos que pagan sus sociedades en España y de los pocos alicientes públicos que se dan a su instalación en el país. Cuando se ofrecen estos incentivos, se aprovechan, como explicaba Zhou Min, director general de CCIC para España, cuyo centro de investigación europeo se va a instalar en Barcelona gracias a ello, con una inversión prevista de 2,5 millones de euros para 2013, a la que se sumarán otros cuatro millones posteriormente. La empresa certificadora china entró en España en 1994, donde factura cerca de cinco millones de euros controlando los productos que van hacia China desde el sur de Europa y creciendo a ritmos del 5% anual. La intención tanto de CCIC como de la naviera Cosco (presente en territorio nacional desde hace 40 años) es que sus inversiones en España sean “a largo plazo”, por eso reclaman acuerdos bilaterales duraderos que limiten la volatilidad de sus negocios, indicaba Yang Lei, director general de Cosco Iberia, con unos ingresos brutos de 40 millones de euros.

Existen posibilidades de negocio a ambos lados del mundo. Para las empresas chinas, “España representa importantes oportunidades de inversión en los sectores de telecomunicaciones, bancario, hotelero-turístico y energías renovables”, asegura el consejero económico de la Embajada china. Por su parte, el representante de los comerciantes asiáticos suma la maquinaria industrial, los inmuebles y las bodegas, que están deseando comprar los chinos a precios de entre tres y cinco millones de dólares. El principal escollo, insiste Yihong Ji Wang, el desconocimiento mutuo para un país que basa sus inversiones en la confianza. “China tiene que buscar salida a su capital. Pero no estamos desesperados y somos muy cautos. Necesitamos seguridad”, insiste.

En España hay 34 empresas chinas y en China 2.000 españolas

Según la directora de Esade China Europe Club, a los empresarios asiáticos les interesan sectores de valor añadido porque están luchando por quitarse de encima la etiqueta de país barato. Telefonía móvil, servicios de logística, transporte, telecomunicaciones, automoción, electrodomésticos y materias primas son las áreas donde quieren crecer, continúa Casaburi, sobre todo a través de la adquisición de empresas locales o implantando sede propia y, en menor medida, a través de acuerdos con compañías. “El crecimiento es exponencial, especialmente el de las empresas chinas ya instaladas en España”, agrega.

Para las empresas españolas, las oportunidades de negocio en China se abren en los sectores alimentario (en productos gourmet, como vino y aceite), farmacéutico-sanitario, productos de lujo, cosméticos, moda, maquinaria y formación de ejecutivos y academias de idiomas, indica Casaburi. Eso sí, hacen falta dos requisitos, en opinión de Yihong Ji Wang: calidad y diseño. A los que la representante de Esade suma, además de “músculo financiero”, adaptar los artículos a los requerimientos estéticos, de precio y de comunicación chinos; así como tener acceso a sus redes de distribución. Y evitar tópicos y leyendas urbanas, aconseja Ji Xianzheng, leyéndose el libro No más cuentos chinos, publicado recientemente por Actualia Editorial.

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Sobre la firma

Carmen Sánchez-Silva
Es redactora del suplemento Negocios. Está especializada en Economía (empleo, gestión, educación, turismo, igualdad de género). Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Previamente trabajó en La Gaceta de los Negocios, Cinco Días, Ranking, Mercado e Ideas y Negocios. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense.

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