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España eleva sus quejas sobre el BCE

Madrid plantea en el Eurogrupo la necesidad de que Draghi adopte un papel más activo Acuerdo político para Chipre y para dar siete años de gracia a Dublín y Lisboa

Claudi Pérez
El ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, en la reunión del Ecofin en Dublín.
El ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, en la reunión del Ecofin en Dublín.P. MORRISON (AP)

Socialismo de Estado para la economía financiera y neoliberalismo para la economía real: a Europa, de vez en cuando, le viene como un guante esa caricaturización. Centenares de miles de millones de euros después gastados en apuntalar los bancos, la eurozona está en recesión. Especialmente el Sur, donde las muletas para la banca no acaban de desatascar el crédito. El paro está en máximos. La lista de países rescatados no deja de ampliarse. Y el continente está sumido en una especie de parálisis a la espera de los comicios alemanes, en septiembre. Reunidos en Dublín, los socios del euro han dado pequeños pasos para asegurarse la tranquilidad hasta ese otoño electoral alemán: alcanzaron un pacto político sobre las duras condiciones del rescate a Chipre, y dieron siete años de gracia a Irlanda y Portugal para devolver las ayudas europeas. Punto final: España llevó hasta el Eurogrupo sus quejas para que el BCE deje de ser el más timorato de los grandes bancos centrales del mundo. No consiguió gran cosa. Acaso vagas promesas para que el Eurobanco se saque en mayo algo de la chistera que ayude a solucionar la avería: a igualdad de condiciones, a las empresas españolas e italianas les cuesta mucho más caro financiarse que a las alemanas.

“El BCE está considerando medidas, dentro de su independencia, para que esas divergencias en el mercado de crédito se vayan corrigiendo”, apuntó el ministro español de Economía, Luis de Guindos. “La posición del Gobierno es compartida por muchos países y ha habido una reflexión al respecto”, abundó. Lo cierto es que, con la excepción de Guindos, ni uno solo de los ministros hizo declaraciones al respecto. Fuentes irlandesas admitieron que es cierto que Dublín comparte ese desasosiego, “pero el Gobierno considera que hay otras vías para debatir las soluciones”. Madrid ha elegido la más directa: el presidente Mariano Rajoy ha advertido repetidamente esta semana, incluso en sede parlamentaria, que Europa tiene que plantearse “si el BCE debe tener las mismas competencias que todos los grandes bancos centrales del mundo”.

Guindos aprovechó la cita para abrir otro melón: el Gobierno español considera que la crisis de Portugal “tiene que hacer pensar a Europa que puede que estemos equivocados”, según fuentes de Economía. Guindos planteó ante sus socios que Portugal —por ejemplo— está cumpliendo a rajatabla con todas las exigencias y aun así no consigue levantar cabeza. “Europa es la única zona económica del mundo que sigue en recesión y algo tiene que cambiar”, según fuentes del ministerio que dirige Guindos, que sugieren que entre la caja de herramientas que necesita Europa está un papel más activo del BCE.

Hay unanimidad entre los 27: la UE necesita poner en orden sus finanzas públicas y, sobre todo, hacer reformas

Pese a evitar toda referencia al Eurobanco, varios países del Sur, según las fuentes consultadas, comparten ese punto de vista. Pero Alemania y compañía no contemplan más cambios que poner más énfasis en las reformas estructurales y a cambio ofrecer más flexibilidad con el déficit. “La UE como bloque, Norte y Sur, necesita poner en orden sus finanzas públicas y sobre todo hacer reformas. Todos los socios, sin excepción, comparten esa idea”, explicaron fuentes del Eurogrupo.

Mario Draghi, presidente del BCE, estaba en Dublín para aclarar su postura respecto a la carta a los reyes de España: “El BCE no puede hacer mucho más para conseguir que los bancos españoles superen sus miedos a la hora de prestar”. Esa fue la de cal. Luego vino la de arena: “El BCE está claramente determinado a asegurar que los fondos que están siendo inyectados en la economía no se vean frenados en términos de liquidez y encuentren su camino hacia la economía real, la financiación de las pymes y hogares”. “Seguiremos trabajando en ello”, recalcó. Así lleva unos meses: el Eurobanco explora desde comienzos de año varias vías para evitar la fragmentación financiera de la eurozona, que consiste precisamente en que las empresas españolas pagan más que las alemanas. En concreto pagan algo más de 2,5 puntos adicionales de interés, según los datos del consejero del BCE Benoît Coeuré.

Ese es el debate en boga; atrás quedan otros. El Eurogrupo ha aprobado el rescate a Chipre: 9.000 millones de préstamos europeos baratos y 1.000 millones más del FMI, a cambio de duras medidas por parte de las autoridades chipriotas hasta sumar 23.000 millones. La recesión es segura en Chipre, pero la Comisión Europea desconoce aún a qué ritmo se podría contraer el PIB después de la saga en la que se ha convertido el rescate. Los parlamentos de Alemania, Finlandia y compañía votarán esta semana las condiciones del salvavidas. Si las cosas no van bien, a Nicosia siempre le queda la esperanza de que los socios europeos aflojen en el futuro. Así lo han hecho con Irlanda y Portugal, que a cambio de ser alumnos aplicados tendrán siete años más para devolver los préstamos del rescate europeo.

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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