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Matarromera, la bodega ilustrada

La empresa presidida por Carlos Moro va más allá del vino y se lanza a la I+D+I

Una imagen de las bodegas Matarromera, en Valbuena de Duero (Valladolid).
Una imagen de las bodegas Matarromera, en Valbuena de Duero (Valladolid).

En el sector del vino, la consolidación de una bodega o una marca en el segmento alto suele ser cuestión de hacer bien las cosas durante muchas décadas, en líneas generales. Ahí están los casos de bodegas centenarias. Sin embargo, en los últimos tiempos hay numerosas excepciones de bodegas que en dos o tres décadas se han ganado un puesto en ese grupo de firmas de prestigio. Uno de estos casos es el del grupo Matarromera, impulsado y constituido por Carlos Moro en 1988 a partir de una empresa familiar con sede en Valbuena de Duero (Valladolid), que hoy es una empresa compuesta por siete bodegas, a las que se ha sumado una destilería, una planta de deconstrucción molecular y otra de cosmética sobre una superficie de 512 hectáreas de viñedos propios, 82 hectáreas de olivares y más de 300 hectáreas dedicadas a otras actividades agrícolas.

El grupo Matarromera, que facturó 18,6 millones de euros en 2012, es fundamentalmente una empresa dedicada a la elaboración de vinos. Vende cuatro millones de botellas (por 16 millones de euros) de las marcas Matarromera, Emina, Valdelosfrailes, Cyan y Emina Medina, ubicadas, respectivamente, en las denominaciones de origen de Ribera de Duero, Rueda, Toro y Cigales. Pero Matarromera es además un grupo marcado sobre todo por la personalidad y la imagen que ha imprimido su fundador, en una decidida apuesta por la innovación y la investigación.

La I+D+i ha sido una constante en las preocupaciones de Carlos Moro, con unas inversiones constantes desde 2005 de un mínimo anual de 1,5 millones de euros, hasta una media en los últimos ejercicios de entre 4 y 4,5 millones de euros, sobre unas ventas en ese periodo de entre 12 y 18 millones de euros. Sorprende que las inversiones hayan alcanzado esos niveles, si también se suman a ellas las inversiones en la construcción de nuevas bodegas. Carlos Moro lo aclara señalando que todos los beneficios se reinvierten en la empresa. Y añade otra razón: como antiguo funcionario de los ministerios de Agricultura y de Economía, el bodeguero está al día de todas las ayudas públicas existentes destinadas a apoyar los trabajos de investigación, desde Bruselas hasta la Junta de Castilla y León, lo que le ha permitido desarrollar sus trabajos con elevadas subvenciones oficiales.

Junto al negocio del vino, hay otro Matarromera en el grupo que trabaja en proyectos de investigación y desarrollo e innovación, agrupados en una docena de líneas y que han dado lugar a la constitución de otras empresas filiales, como Esdor Cosméticos, Abro Biotec en investigación biomédica, Sinalcohol y Valdebaniego en energías renovables.

Los proyectos de investigación afectan a los procesos de trazabilidad alimentaria y comercial, a la extracción de polifenoles y otras moléculas para la producción de ingredientes naturales, a la mejora de los procesos desde la recepción de uva hasta el embotellado, el diseño de vinos sin alcohol y la deconstrucción molecular, investigación sobre los efectos beneficiosos del vino, tecnologías de comunicación, complementos alimenticios, actividad agrícola sostenible, desarrollo de cosméticos funcionales de alta gama, aplicación de moléculas orgánicas a la mejora de la salud humana, ensayos sobre variedades de vides y olivos o la mejora de la calidad del aceite en climas extremos.

Con el desarrollo de los proyectos de investigación, el grupo bodeguero dispone de una patente de un catador electrónico, otra sobre el alcohol desalcoholizado, una más para la aplicación de polifenoles líquidos y sólidos a productos de panificación y repostería, patente para la obtención del producto lácteo al aroma de vino, la obtención de ingredientes incorporados a diferentes productos de la gama Esdor o para la obtención del extracto polifenólico de la uva.

La facturación de las actividades diferentes al vino sumó poco más de dos millones de euros en el último ejercicio. Pero para Carlos Moro es una vía de trabajo, investigación y patentes de un valor que en la actualidad no se puede cuantificar.

Uno de los primeros y principales resultados de los trabajos de investigación del grupo Matarromera ha sido la extracción de polifenoles, un conjunto de moléculas orgánicas presentes en la piel, pulpa y pepitas de la uva que genera la vid para defenderse de todo tipo de agresiones de insectos y microorganismos externos, junto a otras moléculas orgánicas para la producción de ingredientes naturales y el desarrollo de cosméticos de alta gama.

Esdor Cosméticos es la empresa resultante de varios años de investigación y análisis que parte de la obtención de polifenoles de los hollejos de la uva variedad tempranillo utilizada en la elaboración de los vinos. De esos polifenoles se obtiene el extracto eminol, 100% natural, con una gran capacidad antioxidante y que constituye uno de los compuestos base para la elaboración de la línea de cosméticos, junto al aceite de mosqueta, extracto de caviar, aceite de jojoba y aceite de germen de trigo. Según los trabajos desarrollados por el grupo, se trata de un producto con 20 veces mayor capacidad antioxidante que las vitaminas C y E que retrasa el envejecimiento de la piel, mejora su elasticidad, tiene una función antiarrugas y mejora la circulación.

Esdor comercializa en farmacias y parafarmacias siete tipos de productos de cosmética en el mercado nacional. Pretende llegar a las 23 referencias durante este año. En el exterior, la empresa comercializa sus productos en China, Estados Unidos, Filipinas, Bélgica, y ha constituido una empresa en México junto con un socio local que aportó el 75% de los recursos.

Matarromera se considera una empresa comprometida con la defensa del medio ambiente y con la sostenibilidad del planeta, algo que se traduce en la generación de energías renovables, edificaciones sostenibles o cálculo de la huella de carbono de sus producciones. El grupo investiga en la zona la producción de olivar ecológico con las variedades picual y arbequina.

Entre otras líneas, Matarromera trabaja conjuntamente con Azucarera para realizar ensayos agronómicos en las tierras de viñedo y olivar a base de coproductos obtenidos en la producción de azúcar.

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