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CRISIS BULGARIA

Sofía recurre a los psicólogos contra las inmolaciones relacionadas a la pobreza

Una mujer sin hogar fuma un cigarro entre los cartones que utiliza para protegerse del frío en el centro de Sofia, Bulgaria. EFE/Archivo
Una mujer sin hogar fuma un cigarro entre los cartones que utiliza para protegerse del frío en el centro de Sofia, Bulgaria. EFE/ArchivoEFE

Ante la impotencia de resolver los graves problemas económicos de Bulgaria, el Gobierno interino de este país, el más pobre de la UE, espera ahora que psicólogos y psiquiatras detengan la ola de inmolaciones a lo bonzo atribuidas a la pobreza.

En tan solo un mes, seis hombres se prendieron fuego en medio de unas intensas protestas ciudadanas contra la carestía y las malas condiciones de vida que han provocado la dimisión del Ejecutivo del populista Boiko Borisov y desatado así una seria crisis política.

Las inmolaciones a lo bonzo son solo la parte más visible del creciente número de suicidios en este país.

El Ministerio búlgaro de Salud ha registrado en 2011 un total de 3.153 intentos de suicidio, de los cuales 796 fueron mortales, frente a 783 casos de los 2.799 intentos de 2010.

Según Vladimir Nakov, experto en el citado ministerio, aún no se han concluido los cálculos sobre los casos de suicidios en 2012, pero se sabe ya "con certeza" que las cifras superarán a las del año anterior.

Vihra Milanova, consultora nacional de psiquiatría, declaró a la prensa que en lo que va de 2013 se observa un aumento de casos, sobre todo en las ciudades de protestas más intensas.

Poco después de asumir, el 13 de marzo, las riendas del país con el principal objetivo de preparar las elecciones anticipadas del 12 de mayo, el Gobierno tecnócrata encabezado por Marin Raykov ha decidido buscar la ayuda de psicólogos y psiquiatras para frenar este triste fenómeno.

Así, el Ministerio de Salud ha ordenado a los centros sanitarios aplicar programas de detección de personas de riesgo, prevención y terapia.

Pero los expertos son escépticos ante tales medidas pues creen que la primera causa es la pobreza de Bulgaria: su salario mínimo es de 350 euros y la tasa de desempleo del 11 %.

Según Eurostat, el 22 % de los 7,3 millones de habitantes del país vive con el sueldo mínimo de 155 euros y casi la mitad -un 49 %- corre riesgo de caer bajo el umbral de la pobreza.

Mientras, un litro de leche cuesta en cualquier supermercado un euro, igual que en capitales ricas como Viena o Londres.

Para la psicóloga Aneta Anichkina, lo único que puede ayudar es garantizar "unos ingresos mínimos de 500 euros al mes".

Si se lograra ese objetivo, las supuestas personas de riesgo "no necesitarán psicólogos, porque estos suicidas no sufren una enfermedad mental", dijo a Efe Anichkina.

Por esa razón, no es posible pronosticar quién y cuándo será el próximo caso de inmolación, para tratarlo a tiempo.

De las seis personas que se rociaron con gasolina y se prendieron fuego, dos siguen aún con vida, aunque en estado crítico.

La oleada de inmolaciones a lo bonzo se inició el 18 de febrero, cuando un hombre de 26 años se prendió fuego en la ciudad de Veliko Tarnovo, y el último caso, el de un desempleado de 41 años en la localidad de Sitovo, data del pasado día 20

Algunos de los suicidas parecen imitar a sus predecesores: después de que un hombre de 36 años se inmolara ante el ayuntamiento de la ciudad marítima de Varna, un desempleado de 53 años, padre de cinco hijos, se prendió fuego en el ayuntamiento de Radnevo, y un artesano se inmoló frente al edificio de la presidencia, en Sofía.

Sentirse "inútil e incapaz de ayudar a la familia", "no se puede soportar más sin pan", son ejemplos de las palabras con las que algunos anunciaron y justificaron su acto.

El psicoanalista Ognyan Dimov declaró a la agencia búlgara BTA que con esta forma de matarse, los suicidas, que evidentemente se sienten abandonados e ignorados por la sociedad, buscan hacerse visibles a través del fuego, símbolo de energía y de triunfo, sobre la oscuridad y la monotonía de la vida cotidiana.

El antropólogo Haralan Alexandrov, entrevistado por la televisión pública BNT, considera que se trata de "una forma de protesta".

"Es un llamamiento a los políticos y una acusación hacia la sociedad", afirma el científico, y recuerda que una gran parte de los búlgaros lleva años luchando permanentemente por subsistir.

Vladislav Púnchev

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