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El presidente de Pescanova se aferra al cargo sin aclarar cuál es la deuda

La empresa habla de “normalidad”, evita poner luz sobre sus problemas financieros y no ofrece los datos que le exige la CNMV

Instalaciones de PESCANOVA en la central de Vigo (Pontevedra)
Instalaciones de PESCANOVA en la central de Vigo (Pontevedra)Lalo R. Villar (EL PAÍS)

El presidente de Pescanova, Manuel Fernández de Sousa, caminó este jueves sobre un campo de cactus en el que probablemente fue el consejo más bronco de su carrera. Pero ocho horas y media de reunión no bastaron para que la pesquera que cotiza en bolsa (y cuyas acciones siguen congeladas) ofreciese una explicación oficial más o menos coherente de la razón que le ha llevado a presentar concurso de acreedores o cómo es que su pasivo real (que supera, según fuentes empresariales, los 2.500 millones) no cuadra con el oficial (de unos 1.500 millones). Al filo de las once de la noche comunicaba a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) que el consejo “acordó por unanimidad ratificar la línea de reestructuración de su política financiera”.

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La compañía aseguró, en un comunicado breve y confuso que “entre otros asuntos”, se informó al órgano de gobierno de “la normalidad que la empresa mantiene tanto en sus centros fabriles nacionales como en sus operaciones pesqueras y de acuicultura en el extranjero”. La realidad es bien distinta en el mercado. Agitada por movimientos especulativos, atenazada por la suspensión de cotización dictada desde la CNMV, la compañía analizó, puertas adentro, la renegociación de la deuda guiada por un informe de BDO, la auditora que ha dado el visto bueno a las cuentas sin salvedades desde 2002.

La posible venta de la división de salmón en Chile a un grupo noruego se puso sobre la mesa como una de las vías para tapar la hemorragia. Pero el punto caliente del orden del día estaba en la posible revocación del presidente. Una parte del consejo cree necesario un periodo de transición para poner orden en la compañía recomponiendo su estructura. Los díscolos, encabezados por José Carceller en representación de Damm, pidieron muchas explicaciones al primer ejecutivo, que ha controlado el grupo con mano de hierro. Pero su sucesión plantea muchos problemas en un grupo con un centenar de sociedades en cinco continentes. De Sousa seguirá aferrado al cargo bajo la promesa de despejar las incógnitas. El ministro de Agricultura, Miguel Arias Cañete, dijo estar “preocupado” y la Xunta de Galicia se muestra dispuesta a apoyar tanto “institucional como económicamente” a Pescanova, aunque espera conocer primero sus necesidades reales.

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