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El MWC abre con dominio asiático

El Mobile World Congress sus puertas con un marcado dominio de las compañías asiáticas El salón gana un 25% de espacio con su traslado a L’Hospitalet

Dani Cordero

Mobile World Congress (MWC) son palabras mayores. Para Barcelona, es una oportunidad de posicionarse a escala mundial y generar en apenas una semana una actividad de 300 millones de euros en plena crisis. Y para los operadores es el mejor escaparate para mostrar su músculo. Que se lo digan a Ericsson, Samsung o Huawei, que desde un principio solicitaron al organizador GSMA ocupar cada uno de ellos un pabellón entero en el salón que dará mañana su pistoletazo de salida. El MWC ha crecido este año un 25% en superficie, hasta los 94.000 metros cuadrados, pero sigue sin dar para tanto y los tres fabricantes tuvieron que rebajar sus expectativas.

Aun así, ganarán espacio respecto a la edición pasada, cuando el salón mundial de la telefonía móvil se despidió del recinto ferial de la plaza de España de Barcelona para trasladarse al de L’Hospitalet de Llobregat, más amplio, moderno y funcional, pero también más alejado del centro de la capital catalana. Esta edición servirá para evidenciar el predominio asiático en el negocio, con el permiso de Apple (siempre ausente en citas conjuntas). “Los fabricantes coreanos ya sustituyeron a los japoneses hace 10 años en electrónica de consumo; ahora serán también los chinos los que irrumpan con fuerza en el sector”, señala Ben Wood, de la consultora CCS Insight.

Samsung ha empapelado los alrededores de la feria. Y una fortaleza similar quiere demostrar Huawei puertas adentro. Ha enviado desde China a más de 150 operarios y 55 contenedores con todo el material necesario para construir su estand. Si la mayoría de los exhibidores empezaron el montaje de sus espacios de exposición el pasado 13 de febrero, Huawei tuvo que empezar dos semanas antes.

Solo el montaje de los espacios interiores ha empleado a unas 6.000 personas. Y el movimiento de los 1.000 camiones que han transportado todo el material se ha tenido que centralizar en una zona de Barcelona para evitar el colapso del tráfico a la entrada de la ciudad y en el mismo recinto. “Todos han tenido que pedir día y hora de reserva, porque o se creaba una válvula de regulación o la zona acabaría saturada”, explica el responsable de esa logística, Pablo Martínez.

La organización prevé recibir a más de 70.000 visitantes de 200 países

GSMA mueve los hilos del evento. “Lo organiza todo, desde la contratación de espacios hasta las reuniones para garantizar el transporte o la seguridad”, señala Sandra Ripoll, enlace entre Fira de Barcelona y la empresa estadounidense. “Son exigentes, pero todo lo que demanda es gestionable”, señala. Prueba de esas exigencias es una de las últimas demandas de GSMA: levantar en L’Hospitalet dos minirréplicas de metal de las dos torres venecianas que coronan la plaza de España de Barcelona y que en las siete ediciones anteriores fueron también un símbolo del MWC. Una forma de dar la bienvenida a los más de 70.000 visitantes que visitarán el salón.

Su construcción, no obstante, no ha sido fácil. Han sido necesarios permisos de obras del Ayuntamiento y de Aena porque los focos que las completarán podrían molestar a los aviones que sobrevuelan la zona en su aproximación al cercano aeropuerto de El Prat. Una nueva muestra de la implicación de las Administraciones. Las catalanas están volcadas en el evento, que consagra a Barcelona durante una semana como epicentro del sector. Y el Ministerio de Asuntos Exteriores ha tenido que agilizar los visados de trabajadores asiáticos que no llegaban a tiempo para construir los espacios de exposición.

“Siempre tratamos de ofrecer una experiencia excepcional. El MWC es el lugar donde la industria móvil viene a hacer negocios y, si perdemos eso de vista, nuestro evento podría perder relevancia. Constantemente nos retan a seguir mejorando y evolucionando, para que el Mobile World Congress sea un lugar que la gente quiere volver cada año”, señala John Hoffman, consejero delegado de GSMA.

Samsung, Ericsson y Huawei querían ocupar un pabellón entero esta edición

Las improvisaciones deben ser las mínimas en el MWC. El pasado jueves, Fira de Barcelona contrataba a los 750 camareros que servirán durante los cuatro días de salón. Un alivio para los parados, que logran una plaza pagada entre los 9 y los 10 euros por hora, en jornadas que a veces superan las diez horas. Mientras los camareros esperan la gran cita, los fogones llevan tiempo activos. “Llevamos un par de meses cocinando para el salón; es la única forma para garantizar la oferta. Aquí se está comiendo todo el día. Las cámaras frigoríficas y los productos liofilizados nos permiten trabajar con previsión y con seguridad. Aquí sería bárbaro el ruido que podría generar una intoxicación alimentaria”, apunta el responsable de Gastrofira, Eduard Ávila.

La comida es uno de los puntos donde la organización y las empresas están poniendo el acento, con una oferta que pueda garantizar los paladares de personas llegadas de más de 200 países diferentes. Ericsson ha vuelto a apostar por un refrigerio personalizado con el que deleitar a sus clientes: 8.000 galletas como las que triunfaron el año pasado, a las que este año se añadirán otros 8.000 whoopies, unos dulces hechos con bizcocho y rellenos de chocolate.

Es una forma más de atraer a unos visitantes que, en algunos casos, llevan más de una semana en Barcelona y que, en otros, aprovechan la vida nocturna del Mobile. Las empresas participantes han organizado numerosos saraos para olvidar por unas horas el negocio de la telefonía. Así que Barcelona será un bullicio. El aeropuerto prevé que la llegada de viajeros crezca un 10% durante esta semana. Y sobre todo sufrirá un repunte importante de los vuelos privados. Como dice Wood, “Barcelona no es el epicentro de la telefonía móvil, pero esta semana va a tener a todos a sus líderes”.

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Sobre la firma

Dani Cordero
Dani Cordero es redactor de economía en EL PAÍS, responsable del área de industria y automoción. Licenciado en Periodismo por la Universitat Ramon Llull, ha trabajado para distintos medios de comunicación como Expansión, El Mundo y Ara, entre otros, siempre desde Barcelona.

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