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De Greenspan a Carney

Los banqueros centrales se convierten en las nuevas estrellas económicas

Alicia González
Mark Carney compareció el 7 de febrero ante el Parlamento británico.
Mark Carney compareció el 7 de febrero ante el Parlamento británico.Reuters

“Ustedes son nuestros nuevos héroes, los banqueros centrales son nuestros héroes y les debemos estar agradecidos”. Pocos halagos tan entusiastas como el de Anshu Jain, coconsejero delegado de Deutsche Bank, en el Foro de Davos podrían resumir el sentimiento de muchos agentes económicos ante el papel desempeñado por los bancos centrales en esta crisis. Un entusiasmo disonante en un momento en el que las autoridades y los agentes económicos son vapuleados públicamente por sus responsabilidades en la crisis.

Desde que Alan Greenspan abandonó la presidencia de la Reserva Federal, ningún banquero central había gozado de tanto protagonismo como del que ahora gozan sus colegas de profesión. Ni siquiera Ben Bernanke, su sustituto y cuyos conocimientos de la Gran Depresión explican en parte la contundente respuesta de la Reserva a la crisis, goza de semejante reconocimiento. Ya hay, incluso, quien apunta a un posible relevo de Greenspan en el olimpo de los banqueros centrales.

El verano pasado, la revista Global Finance designaba a Mark Carney, al frente del banco central de Canadá, como el mejor banquero central del mundo. Poco después se hacía público su fichaje por el Banco de Inglaterra, en un movimiento poco habitual entre las autoridades monetarias de los países desarrollados, y el Tesoro británico abonaba el fervor general al asegurar que se trataba del “banquero central más destacado de su generación”.

Carney arrastra tras de sí el aura de que Canadá haya sido la primera economía del G-7 en salir de la crisis y en que su sistema financiero haya evitado el enorme lastre de las hipotecas subprime, las que propiciaron el estallido de la crisis financiera, pese a los estrechos vínculos del país con Estados Unidos. Sus detractores recuerdan, sin embargo, que en Canadá la supervisión bancaria no depende del banco central, sino de una oficina del Gobierno independiente, y que las medidas de estímulo impulsadas por el banco central han propiciado una burbuja inmobiliaria más que evidente en Toronto y en Vancouver contra la que ahora tiene que lidiar esa misma oficina. La efectividad de Carney para lidiar con los problemas que propiciaron la actual crisis es, por tanto, desconocida, y con ellos tendrá que lidiar en su nuevo destino.

Nunca una intervención resultó tan barata y efectiva como la de Draghi en julio

No será el único cambio al frente de un gran banco central. Tras sus públicas discrepancias con el nuevo Gobierno japonés, Masaaki Shirakawa adelantó unos meses su dimisión anticipada. El consejo de gobierno de la entidad renovará a mediados de marzo a tres de sus miembros, lo que tendrá una influencia decisiva en la trayectoria que marque desde entonces la política monetaria japonesa. Hay más. Glenn Stevens termina en septiembre su mandato al frente del banco central de Australia, la marcha de Carney ha abierto la sucesión en Canadá y los gobernadores de Rusia, India y China también serán relevados este año.

“La gente espera demasiado de los bancos centrales, tiene demasiada confianza en la política monetaria”, decía en el Foro de Davos el presidente de un banco chino. Pero motivos no faltan, como demuestra el caso del Banco Central Europeo (BCE).

En un momento de máxima tensión financiera en las economías de la eurozona como fue el pasado mes de julio, el presidente del BCE, Mario Draghi, logró frenar la escalada de la deuda periférica al asegurar que la entidad haría “lo que sea necesario para salvar el euro, y, créanme, será suficiente”. Nunca en la historia de los bancos centrales tan pocas palabras resultaron tan efectivas. Ninguna intervención resultó tan barata y logró evitar lo que parecía un rescate inevitable de la cuarta economía de la zona euro. Todo perfecto salvo que la historia aún está por concluir y que su éxito, hasta el momento, ha sido limitado.

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Sobre la firma

Alicia González
Editorialista de EL PAÍS. Especialista en relaciones internacionales, geopolítica y economía, ha cubierto reuniones del FMI, de la OMC o el Foro de Davos. Ha trabajado en Gaceta de los Negocios, en comunicación del Ministerio de Economía (donde participó en la introducción del euro), Cinco Días, CNN+ y Cuatro.

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