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Los ‘corralitos’ de la Bolsa española

Hay siete compañías cuya cotización lleva suspendida meses o incluso años

David Fernández
Pantallas con diferentes cotizaciones en la Bolsa de Madrid
Pantallas con diferentes cotizaciones en la Bolsa de MadridJUAN M. ESPINOSA (EFE)

La expresión corralito saltó a la fama en diciembre de 2001 cuando el Gobierno de Argentina decidió restringir la libre disposición del dinero que los ciudadanos tenían en los bancos. A partir de ese momento, el término se usa en muchos países que hablan español para definir situaciones de iliquidez sufridas por los ahorradores. En los momentos más duros de la crisis económica en Europa, el fantasma del corralito sobrevoló España. El Gobierno —en ese momento estaba el PSOE en el poder— optó por elevar hasta 100.000 euros el límite que cubre el Fondo de Garantía de Depósitos y el fantasma se desdibujó. Esto no quiere decir que no existan situaciones puntuales que puedan asimilarse a un corralito. En este caso se dan en la Bolsa española con aquellas compañías cuya cotización lleva meses o años suspendida.

El número de compañías cuyas acciones están congeladas ha ido creciendo como consecuencia de la crisis y en la actualidad se encuentra en niveles récord. La Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) mantiene suspendida la negociación de siete valores: Dogi, Nyesa Valores, CAM (cuotas participativas), Martinsa-Fadesa, Indo, Cleop y Fergo Aisa. El motivo principal de la suspensión es que la mayoría de estas empresas se encuentran en concurso de acreedores (la antigua situación de suspensión de pagos).

Se barruntan más suspensiones

La mayoría de las decisiones de la CNMV de suspender de cotización una compañía durante un periodo de tiempo prolongado se deben a que esa empresa ha solicitado el concurso de acreedores. La intensidad y duración de la crisis han cogido a muchos grupos demasiado apalancados. Esta situación, en el mejor de los casos, se resuelve con acuerdos de refinanciación. Se le da más tiempo a la sociedad para lograr ingresos y cumplir con sus compromisos, aunque en muchos casos este tipo de solución solo es una patada hacia delante del problema.

En otros casos, antes de llegar a la petición de concurso, la banca acreedora canjea deuda por capital y se hace con la mayor parte de las acciones. Esta opción, como se ha visto con algunas grandes inmobiliarias españolas, suele desembocar en la exclusión de cotización de la compañía. El pequeño inversor tiene que vender sus acciones (cuyo precio normalmente se ha desplomado), pero no se queda en tierra de nadie como cuando se suspende la negociación del valor.

La tercera alternativa es la solicitud de concurso y la consiguiente suspensión de contratación. En este sentido, la recesión elevó a máximos el número de empresas en suspensión de pagos. Según las estadísticas publicadas esta semana por el Instituto Nacional de Estadística, cerca de 8.500 sociedades se declararon en concurso a lo largo del pasado año, un 24% más que las registradas en 2011. Siete de cada 10 sociedades en esta situación tenían poco volumen de negocio, con menos de dos millones de euros de facturación. Especialmente duro fue el cuarto trimestre de 2012, cuando un total de 2.349 empresas y familias se declararon en suspensión de pagos.

El supervisor bursátil tiene potestad para suspender la negociación de un valor siempre que interprete que concurren circunstancias que afecten a la cotización normal del mismo. La mayoría de las suspensiones duran horas o como mucho días hasta que la compañía suministra la información que le demanda la CNMV. En estos siete casos, sin embargo, el tiempo acumulado por el corralito es de meses o años. La sociedad que más tiempo acumula con sus acciones congeladas es Martinsa-Fadesa. La suspensión de cotización de la inmobiliaria gallega se produjo en julio de 2008.

Desde el supervisor bursátil explican que la decisión de prohibir la contratación de un valor durante tanto tiempo debe entenderse como “un mal menor”, ya que suelen ser empresas que atraviesan circunstancias extraordinarias. El argumento de la CNMV para tomar esta decisión es que durante los procesos concursales hay que evitar que unos pocos (las personas designadas como administradores) puedan utilizar la información acerca de la evolución del proceso que el resto de miembros del mercado no dispone. “Así se evita la asimetría de información”, señalan.

Carlos Fernández, protector del inversor de la Bolsa de Madrid, cree que suspensiones tan largas “privan de liquidez al inversor” y le fuerzan a buscar alternativas fuera del mercado para deshacer su participación. Uno de los aspectos que más critica el protector del inversor es que los accionistas, aunque no puedan comprar ni vender acciones durante la suspensión de negociación en condiciones normales de mercado, sí tienen que abonar a las entidades custodiadas las comisiones correspondientes.

¿Qué tiene que ocurrir para que la CNMV levante la suspensión a una compañía en concurso de acreedores? El primer paso es que se levante la situación concursal. A partir de ahí, la compañía afectada debe solicitar que sus acciones vuelvan a negociarse. Para que eso ocurra debe publicar un hecho relevante con toda la información posible acerca de cómo se ha desarrollado la negociación con los acreedores, a qué acuerdo se ha llegado, así como un plan de viabilidad de la compañía. Esta información también debe reflejar fielmente la situación real de la empresa, que seguramente distará mucho de la que tenía antes de que se suspendiese la negociación. “En definitiva, el hecho relevante debe dejar muy claro qué empresa se van a encontrar los accionistas para que estos puedan tomar una decisión en consecuencia cuando puedan comprar y vender libremente títulos en el mercado”, explican desde la CNMV.

Los corralitos bursátiles, sin embargo, dejan algunas ventanas semiabiertas para que los inversores puedan salir. La primera opción para que un inversor pueda hacer líquida su participación es acudir al bróker con el que trabaja y pedirle que le busque un comprador para sus acciones. Si el cliente tiene una relación con su sociedad de valores, incluso esta podría comprarle los títulos. Estas transacciones, si se trata de bloques importantes de acciones, suelen publicarse en el Boletín de la Bolsa.

Otra opción, aunque más compleja para un pequeño inversor, es hacer la venta de acciones a través de un mercado no regulado (over the counter). La operativa en una Bolsa OTC es posible desde el año 2009. Lo difícil aquí es que hay que tener de antemano un comprador para tus acciones. Una vez que se ha pactado con alguien la venta de los títulos, se acude a una entidad liquidadora adherida a Iberclear y ella, fuera de mercado, cambia la titularidad de las acciones al precio que se acuerde entre las partes.

La mayoría de las compañías suspendidas de cotización son empresas cuyo volumen de contratación no era muy elevado incluso antes de cortarse su contratación. Muchas de ellas están en manos de accionistas de control, que, en teoría, son los más perjudicados por el corralito.

La suspensión de negociación por parte de la CNMV no exime a la compañía de informar al supervisor con los resultados, el informe de gobierno corporativo o cualquier otra información relevante. Sin embargo, por la situación especial en la que suele encontrarse una empresa cuando su negociación bursátil queda congelada, los retrasos en el suministro de información suelen ser habituales.

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Sobre la firma

David Fernández
Es el jefe de sección de Negocios. Es licenciado en Ciencias de la Información y tiene un máster en periodismo por EL PAÍS-UAM. Inició su carrera en Cinco Días y desde 2006 trabaja en EL PAÍS, donde se ha especializado en temas financieros. Ha ganado los premios de periodismo económico de la CNMV, Citigroup, Aecoc y APD.

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