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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

La oportunidad, en 2014

La reforma laboral y unos ajustes fiscales menos severos contribuirían a mejorar las expectativas de las familias y a que paulatinamente aumentase el consumo

Con toda probabilidad, la economía española va a experimentar en 2013 su sexto año consecutivo de recesión o estancamiento económico. La previsión del Informe económico de Esade es que el PIB decrezca un 1% a lo largo del ejercicio. Con ello, el paro se mantendrá en los muy elevados niveles actuales.

De los cuatro componentes de la demanda solo crecerán las exportaciones, y no será suficiente para compensar la evolución negativa del consumo y la inversión privados y del gasto público. El consumo de las familias se verá fuertemente lastrado por la elevada tasa de taro, la evolución a la baja de la renta disponible, la escasez de crédito y, en última instancia, las expectativas negativas sobre la evolución futura de la economía.

Pero más allá de estas malas noticias para 2013 y 2014 se abre una ventana de oportunidad. En la segunda mitad del año pasado se tomaron algunas decisiones trascendentales en el ámbito europeo que podrían ser el camino de salida de la crisis de la zona euro, al corregir algunos errores de diseño que se han hecho evidentes en los tres últimos años. La superación de esta crisis ayudaría a todas las economías del sur, incluida la española, a retomar la senda del crecimiento.

En el Consejo Europeo de junio de 2012, los jefes de Estado y de Gobierno reconocieron explícitamente que una unión monetaria no puede sobrevivir sin algunas condiciones adicionales. Se decidió crear una unión bancaria y también seguir adelante con una mayor unión fiscal y política. La unión bancaria se ha iniciado con el compromiso de crear un supervisor único para las entidades financieras europeas y deberá proseguir con la creación de algún tipo de seguro colectivo para los depósitos. Una mayor unión fiscal implicará algún tipo de garantía conjunta de toda o de una parte de la deuda pública de cada país de la zona por parte de todos los demás países.

Es necesario generar un cierto crecimiento para cambiar el signo de los automatismos de la economía española

Además, en septiembre, el BCE tomó una decisión de gran importancia que implica un cambio radical en la filosofía que lo ha guiado desde el inicio de la crisis. Su presidente anunció que estaba dispuesto a comprar títulos de deuda pública de aquellos países que tuvieran problemas de financiación. Es decir, de aquellos que se vieran obligados a pagar un sobrecoste elevado para financiarse en los mercados. También señaló que podría llevar a cabo estas compras sin límite en la cantidad o el tiempo hasta conseguir su objetivo. Iniciaba, pues, una línea similar a la seguida, desde el inicio de la crisis en 2008, por los otros grandes bancos centrales.

Desde entonces, las condiciones de financiación han venido mejorando paulatinamente. De momento, esto ha alejado la necesidad de solicitar el segundo rescate. Y no es descartable que la fuerza del compromiso del BCE sea suficiente para mantener esta mejoría. Pero de no mantenerse, el Gobierno debería estar preparado para solicitar una ayuda que probablemente tomaría la forma de una compra masiva de deuda por parte del BCE. Y este deberá mostrar que está dispuesto a cumplir su promesa.

Otra condición para poder hacer realidad esa oportunidad es la flexibilización de los objetivos de déficit público por parte de las autoridades europeas. Intentar pasar de un déficit público de más del 7% del PIB en 2012 a uno del 4,5% este año provocaría un frenazo de la actividad que podría, incluso, imposibilitar la consecución del objetivo debido a la caída de la recaudación impositiva. Un escenario demasiado parecido al de Grecia y que las autoridades europeas deben evitar a toda costa. La flexibilización del objetivo de déficit no implicaría desdecirse del compromiso de llegar en un plazo no muy lejano a unas cuentas públicas sostenibles. Se trata tan solo de encontrar un equilibrio entre ese compromiso y la posibilidad de generar crecimiento.

Ante este telón de fondo favorable, la economía española debería desarrollar, en su propio escenario, un argumento que le permitiera recuperar la senda del crecimiento. El mejor comportamiento del sector exportador y un cierto aumento en el flujo de crédito debería permitir la creación de puestos de trabajo. Esto haría visible la cara más amable de la reforma laboral, que no solo ha de servir para facilitar el despido y la moderación salarial (esto último, imprescindible), sino también para incentivar la ocupación de calidad cuando se percibe un aumento de la actividad. Esta cara más amable de la reforma laboral y unos ajustes fiscales menos severos contribuirían a mejorar las expectativas de las familias y a que paulatinamente aumentase el consumo. Ello ayudaría, a su vez, a las empresas que tienen su mercado básicamente en el interior. En resumen, es necesario generar un cierto crecimiento para cambiar el signo de los automatismos de la economía española, que en los últimos años la han hundido en la recesión. Para ello es vital el papel del sector público y de los empresarios emprendedores (pongo énfasis en esta segunda expresión). El primero debe seguir con las reformas estructurales, sobre todo llevar a buen puerto la del sector financiero para que el crédito vuelva a fluir, al menos hacia los sectores más proclives al crecimiento. Los segundos deben acompañar la moderación salarial con una contención de los márgenes de beneficio, para conseguir el máximo aumento de la competitividad.

Aunque sean muchas las incertidumbres y las condiciones que deben cumplirse, en 2014 se abre una oportunidad. Y la economía española no puede permitirse el lujo de dejarla escapar.

Josep Manel Comajuncosa es profesor de Economía de Esade.

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