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En busca de biofinanciación

El sector biotecnológico entra en la fase de madurez, pero tiene problemas de dinero

Lluís Pellicer
Laboratorios de la empresa Lipotec en Gavà, Barcelona.
Laboratorios de la empresa Lipotec en Gavà, Barcelona. SUSANNA SÁEZ

El magnate norteamericano Warren Buffet puso el ojo en España y adquirió en junio del año pasado una parte del grupo biotecnológico barcelonés Lipotec. Esa división de la compañía, dedicada a la cosmética y con oficina en EE UU, fabricaba compuestos para firmas como Christian Dior y Estée Lauder. Pero también el año pasado Zeltia anunciaba el cierre de su filial Noscira por no haber alcanzado los objetivos fijados. El sector, que empezó a hervir con el nuevo milenio, mostraba así a la economía española que ya está en la pista de despegue para ganar músculo con sus primeras historias de éxito y fracaso. Solo la escasez de financiación para la industria puede obligar a abortar el ascenso.

 “Esta industria también debería formar parte de la marca España”, señala el adjunto a la presidencia de la Asociación Española de Bioempresas (Asebio), Jorge Barrero. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) sitúa a España como octava potencia, con 1.715 compañías que usan la biotecnología en su proceso productivo, de las cuales el 36% se dedica solo a esa actividad en los campos de la salud, la alimentación, la industria o el medio ambiente. Cataluña, Andalucía, Madrid y el País Vasco concentran la mayoría de esas empresas.

En un año aciago para la mayor parte de la economía, 2012, el sector biotecnológico cerró varias operaciones millonarias. La farmacéutica Almirall entró en el capital de AB Biotics; Grifols se hizo con el 40% de VCN Biosciences y el 51% de Araclon Biotech, y Repsol adquirió el 50% de Neol Biosolutions. El año se cerraba con la compra por parte del editor José Manuel Lara del 30% de Plasmia Biotech por algo más de dos millones de euros.

España ocupa el octavo lugar de la OCDE con 1.715 empresas del sector

Plasmia, dedicada a una tecnología para desarrollar materias primas antivirales y antitumorales, está ultimando un acuerdo con tres multinacionales para llegar al mercado a lo sumo en dos años. “No vamos a necesitar más aportaciones de capital después de esta. Ya podremos cumplir con el plan de negocio”, explica Esteve Guardia, consejero delegado de la compañía. Guardia, no obstante, admite que esa no es la tónica de todas las empresas. “Muchas se están topando con dificultades de financiación”, sostiene.

En 2010, el último año con datos disponibles, el conjunto del sector crecía a un ritmo de dos dígitos al facturar 60.122 millones de euros, el 11% más. Eso ha cambiado. “2013 va a ser un año bastante crítico”, explica Barrero, de Asebio. “Cuando una empresa cierra porque no cumple con sus objetivos, duele; pero cuando lo hace porque no tiene acceso a la financiación o bien porque la regulación lo estrangula, preocupa”, añade. El fundador de Lipotec, la empresa que compró Buffet, y presidente de la patronal Biocat, Antonio Parente, explica que “hoy las empresas más grandes tienen vías para hallar capital, mientras que las más pequeñas permanecen atrincheradas”. “Las medianas, que necesitan rondas de financiación de entre tres y cinco millones, son las que más se resienten”, asevera.

Las biotecnológicas son muy intensivas en trabajo y capital. Sobre todo las que se dedican a la salud. “Los procesos son a largo plazo, sin garantía de que al final sean un éxito y de que haya un retorno del capital”, explica el vicedecano de Esade, Manel Peiró. El director general de la compañía Oryzon, Carlos Buesa, describe que desde el “primer descubrimiento” hasta la “primera prueba con humanos” pueden pasar hasta seis años. Si supera esta fase, la investigación se enfrenta a otro periodo similar hasta que recibe la aprobación final.

Warren Buffet compró en 2012 la biotecnológica catalana Lipotec

Ese largo proceso supone que la empresa requiera del capital necesario para desarrollar el proyecto. Las vías para obtener esos fondos han sido, hasta hoy, el capital riesgo, la salida al mercado alternativo bursátil (MAB) y la búsqueda de socios industriales. El capital riesgo es responsable del 62% de las inversiones en biotecnología, según la Asociación Española de Entidades de Capital Riesgo (ASCRI). Al contrario de lo que sucede en el conjunto de la economía, estos fondos aumentaron sus inversiones en el sector en un 16,8%, hasta los 38,2 millones. Esa cantidad, sin embargo, se antoja insuficiente para el sector, que recuerda que en España no proliferan esos fondos, y menos los especializados en biotecnología.

Ysios Capital es un fondo especializado. Joël Jean-Mairet, socio de la firma, asegura que desde 2008 la sociedad ha evaluado 700 oportunidades de inversión, un tercio de ellas españolas. “Hay dinero para proyectos de calidad. Y aquí hay muchos”, afirma con rotundidad. La cuestión, dice, está en que cada empresa acuda al instrumento adecuado. Por ejemplo, una firma joven que nace en una universidad o un centro de investigación debe buscar dinero en un business angel, mientras que las más maduras sí pueden llamar a la puerta del capital riesgo.

Otras firmas optan por las alianzas. El consejero delegado de Reig Jofré, Ignasi Biosca, explica que su empresa ha alcanzado acuerdos con otras como Oryzon o Bionure para ciertos productos. “Debería ser más frecuente. En los últimos diez años han aparecido muchas biotecnológicas y hoy son demasiado pequeñas para pasar solas la tormenta”, asegura. Algunas de esas empresas nacieron con subvenciones o préstamos públicos. Pero el sector tampoco se ha librado de las tijeras de podar de las Administraciones.

Jorge Barrero, de Asebio, reclama que los Gobiernos se involucren con la compra de productos que podrían servir para abaratar costes sanitarios. “Se trata de movilizar fondos europeos para la compra pública innovadora. No se trata de subsidiar, sino de seguir el modelo de Estados Unidos de encargar proyectos necesarios. Ahí Europa lleva años de retraso”, lamenta. La política de austeridad no solo no ayuda, sino que también entorpece. Las empresas lamentan que cuando piden una licencia en el extranjero ahora no pueden exhibir a la Administración española como uno de sus clientes. “Eso frena algunos acuerdos”, señala Buesa, de Oryzon. “Tienes menos credenciales”, coincide Biosca.

Pese a ocupar los primeros lugares de la OCDE, Barcelona, Granada o Madrid están a años luz de Boston o San Francisco. Pero las grandes operaciones, las de cientos de millones de euros, también se dan al otro lado del Atlántico. Por ejemplo, Dupont compró la danesa Danisco por 4.890 millones de euros. La llegada de Warren Buffet a la industria española ha significado una pica para un sector que, aun así, sigue buscando su gran historia de éxito.

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Sobre la firma

Lluís Pellicer
Es jefe de sección de Nacional de EL PAÍS. Antes fue jefe de Economía, corresponsal en Bruselas y redactor en Barcelona. Ha cubierto la crisis inmobiliaria de 2008, las reuniones del BCE y las cumbres del FMI. Licenciado en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona, ha cursado el programa de desarrollo directivo de IESE.

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