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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Rescate o tiro por la culata

Xavier Vidal-Folch

El Gobierno debe tener mucho cuidado con pedir el rescate si no puede ofrecer garantías sólidas de que no será un tiro por la culata. Ese riesgo existe. Es grande. Debe asegurar, no ya ante Bruselas o Berlín, sino ante empresarios y ciudadanos, los siguientes requisitos mínimos:

1.- Que las condiciones del rescate no suponen un estigma y no asfixian más la financiación a las empresas, inhibiendo su acceso a los mercados financieros.

2.- Que lo presenta en el mejor momento. A nivel europeo quizá lo era cuando Mario Draghi (BCE) ofreció comprar bonos sin límite, pero era lógico ensayar la vía intermedia de apurar el remanente del rescate bancario, hoy obturada. Habrá que evitar un peor momento de turbulencia en el mercado de deuda, como teme el FMI.

Si pide la ayuda pero no cumple el tope fijado de déficit, España se arriesga a ir al infierno

3.- Que lo plantee antes al Congreso para su discusión, porque una operación de esa envergadura conllevará indudables sacrificios económicos y costes sociales. Conviene acordar cómo se reparten.

4.- Que haya acordado antes en la UE la validez de las cláusulas del rescate incluso en la hipótesis de que España desborde su techo de déficit fijado para 2012, el 6,3% del PIB (4,5% Gobierno central; 1,5% autonomías; 0,3% municipios).

Esta última condición, aunque técnica, es fundamental. De ella, sobre todo, depende que el remedio no sea peor que la enfermedad. ¿Por qué? Vayamos poco a poco.

¿Cumpliremos el tope de déficit? Muchos, y muy cualificados, calculan que no. Dos muestras. El FMI en su informe Monitor fiscal de esta semana prevé que lo desbordaremos, hasta el 7%, y eso sin contar el desfase del coste de saneamiento de la banca, de al menos de un punto adicional. El gobernador del Banco de España, Luis María Linde advirtió al Congreso hace hoy una semana que eran evidentes los “riesgos de desviación del objetivo de déficit para este año”.

Hay algo peor. La ejecución presupuestaria. A final de agosto, la Administración central ya había agotado su margen del 4,5%, por 2,2 décimas: su déficit alcanzó el 4,77% del PIB. Las autonomías iban mejor gracias a los anticipos recibidos: al acabar el primer semestre su déficit era del 0,77% del PIB, solo dos centésimas por encima de lo que correspondía: para todo 2012 su tope es del 1,5%. Pero lo peor del año les llega en el cuarto trimestre, cuando suelen triplicar el déficit.

La jefa del Presupuesto, Marta Fernández Currás, aseguró que todo irá bien porque de aquí a Navidad subirán los ingresos y bajarán los gastos. ¿Es fiable? Es la misma que como consejera de Hacienda de Galicia enmascaró su déficit, periodificando gastos a su antojo. ¿Subirán los ingresos? Según cuales. De momento, hay indicios terribles. De los 2.500 millones a recaudar por la —escandalosa— amnistía fiscal, en julio se habían recogido 50,4 millones: ni decuplicándolos alcanzarán lo previsto.

Si ahora España promete cumplir a rajatabla su tope de déficit como contrapartida al rescate, y no lo cumple (cualquier súbito recorte imaginable no despliega eficacia en solo dos meses), y no ha pactado su tolerancia, la tragedia estaría servida. El BCE interrumpiría la compra de bonos españoles que recién habría iniciado —el cumplimiento estricto es la condición para que Draghi atempere al Bundesbank— con lo que este país quedaría apestado, se iría al infierno. Pocas bromas.

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