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Unas cuentas para enmendar

Los Presupuestos nacen lastrados por las dudas en ingresos, pensiones y paro

El equipo presupuestario del Gobierno. De izquierda a derecha: Antonio Beteta, Marta Fernández Currás, Cristóbal Montoro y Miguel Ferre.
El equipo presupuestario del Gobierno. De izquierda a derecha: Antonio Beteta, Marta Fernández Currás, Cristóbal Montoro y Miguel Ferre.

Comparar la realidad y los Presupuestos españoles para 2013, cuando ni siquiera se han aprobado en el Parlamento, se parece al juego de las siete diferencias. Reducirlas a cero no va a ser fácil. Precisará de unas previsiones robustas, lo más próximas posible a lo que va a suceder. Pero el Gobierno se aferra a unos pronósticos que la realidad —y las revisiones posteriores de organismos internacionales y analistas privados— han dejado viejos (y muy optimistas) en apenas dos meses.

Además, la cosa se complica cuando se estudian los números presentados hace apenas ocho días y se descubre que parten de las cuentas públicas de 2012, que fueron enmendadas apenas una semana después de recibir el visto bueno parlamentario.

“Los Presupuestos nacen con dos pecados originales”, sostiene Jonás Fernández, director del servicio de estudios de Solchaga&Recio. “Asumen que va a cumplir con el objetivo de déficit en 2012, y se basa en un cuadro macroeconómico muy optimista”. Otros expertos consideran que “la previsión de ingresos para 2013 parte de unos supuestos de recaudación de este año que son de difícil cumplimiento”, como apunta Francisco de la Torre, de la Organización de Inspectores de Hacienda (IHE).

Sea como fuere, lo cierto es que la Administración General del Estado comienza a dar síntomas de raquitismo. Apenas hay hueco donde meter la tijera sin el riesgo de tocar el hueso de las pensiones y las prestaciones por desempleo.

A esto se suma que la flojera de la economía merma los ingresos por impuestos, los jibariza.

En esta paradoja se inscriben los Presupuestos para 2013 que inician el debate en el Congreso con la probabilidad de que sean enmendados a fondo durante el proceso. Las partidas que más incertidumbre arrojan y con más papeletas parar sufrir cambios en su tramitación a lo largo del próximo año son las siguientes:

La subida fiscal no será suficiente

“Claramente la crisis fiscal en España es una crisis de ingresos”, sostiene José Ignacio Conde-Ruiz, subdirector de Fedea. “En la mayoría de los países se ha mantenido la presión fiscal durante la crisis, pero en España ha caído un 6% del PIB”. Este profesor de Economía en la Universidad Complutense añade: “Los ingresos han caído del 41% del PIB al 35%. Eso indica que el sistema recaudatorio no funciona y requiere una reforma en profundidad”.

Por el efecto que la crisis tiene sobre los ingresos, otros expertos dudan de que se vayan a lograr los objetivos de recaudación de 2012. Y si ese punto de partida falla, cumplir lo de 2013 se vuelve complicado.

Precisamente esa fue una de las críticas más aceradas que lanzó al Gobierno Pedro Saura, portavoz socialista de asuntos de Hacienda en el Congreso: “Hay un desfase de casi 14.000 millones entre lo que el Gobierno dice que va a recaudar este año y lo que realmente va a hacer”. Saura, doctor y profesor de Economía por la universidad de Murcia, considera que la subida de los tipos del IVA y los cambios en el Impuesto de Sociedades no serán suficientes para compensar el desfase.

En una línea parecida está Francisco de la Torre, del IHE, que explica que la ejecución presupuestaria hasta agosto está unos 5.000 millones por debajo de la de 2011. Si, además, el Gobierno estima que este año se ingresarán 7.000 millones más, se deduce que las arcas públicas tendrán que recaudar 12.000 millones adicionales en el último trimestre.

Este inspector fiscal considera que los últimos cambios tributarios aprobados por el Ejecutivo no desplegarán todo el efecto esperado. El más importante de los que acompañan a los Presupuestos es la limitación de la libertad de amortización para las grandes empresas. “Aunque pueda suponer más recaudación, perjudica las inversiones de estas empresas”. Esta medida y otras para anticipar el cobro de impuestos (pagos fraccionados) supone adelantar el pago a las empresas que no andan bien de liquidez por lo que podrían aumentar las devoluciones y aplazamientos y mermar la recaudación.

Las exportaciones, la única partida del PIB que crece, son las que menos impuestos dejan en las arcas públicas. Cada vez más, las grandes empresas pagan sus impuestos en el exterior.

A estos argumentos se añade que la confianza de los consumidores está en el mínimo histórico, lo que condiciona la evolución del IVA, el impuesto que más debe crecer en 2013. El Ministerio de Hacienda se agarra a la idea de que sus medidas darán resultado y que las reformas estructurales emprendidas activarán la economía lo suficiente para mantener su previsión de ingresos.

Pensiones: Un mal punto de partida

Las cuentas de la Seguridad Social nacen con un pecado original y una duda, si se revisarán las pensiones de acuerdo con la evolución de los precios. Los presupuestos se han calculado a partir de los de 2012, unas cuentas completamente fallidas, tanto por los gastos como por los ingresos.

En lo que va de año, el gasto en pensiones contributivas —la partida que consume casi el 90% de los recursos del sistema de pensiones— crece a un ritmo del 4,4%. Los presupuestos de 2012 avanzaban un aumento del 2,9%. Esto puede suponer que en diciembre, el desembolso total se acerque a los 104.000 millones de euros, y no a los 102.000 que anticipó el Ministerio de Hacienda. Esos 2.000 millones de diferencia descabalgan los cálculos que ha presentado el Gobierno para 2013.

Saber cuánto va a crecer el gasto en pensiones contributivas de un año a otro es sencillo. En la calculadora se introducen tres variables: número de pensionistas, pensión media e incremento decretado por el Gobierno (el 1%). El resultado de la ecuación en 2013 es el 4,3%. “Ese porcentaje se acerca a la realidad”, admite Miguel Ángel García, director del gabinete económico de CC OO, “pero no se calcula sobre lo que se va a gastar este año, sino sobre lo presupuestado”. Esto le lleva a pensar que el año que viene, las pensiones costarán casi 108.000 millones y no 106.350.

Para ahorrar, el Gobierno ha anunciado más reformas en el sistema (jubilación parcial y anticipada), pero en opinión de García no sería suficiente. “Esto no se puede corregir rápidamente, salvo que los cambios entren en vigor inmediatamente”, afirma.

Tampoco confía en que se cumplan las previsiones Javier Díaz-Giménez, profesor de Economía en el IESE. Y eso partiendo de que él descarta completamente que el Gobierno vaya a actualizar las pensiones de acuerdo con el IPC de noviembre. “Bruselas no les va a dejar”, asevera contundente. Revisar las pensiones el mes que viene y consolidar la pérdida de poder adquisitivo de los pensionistas en 2012 añadiría encarecería la factura. ¿Cuánto? Si se hiciera como siempre, en torno a 2.500 millones anuales.

También el lado de los ingresos presenta serías dudas. El Ejecutivo ha hecho un esfuerzo al asumir definitivamente todos aquellos gastos de la Seguridad Social que no tienen que ver con las cotizaciones sociales (pensiones no contributivas, complementos a mínimos, deuda atrasadas…), en total más de 15.000 millones, un 75% más que el año anterior. Pero el mercado laboral va a seguir deteriorándose en 2013. Esto, probablemente, hará insuficiente el esfuerzo gubernamental y llevará a que no se cumpla la previsión de que cuadren las cuentas perfectamente.

Calcula la Seguridad Social que los ingresos por cotizaciones (105.863 millones) apenas bajarán un 0,4%. Sorprende que lo haga, cuando en 2013 continuará cayendo el empleo y aún más que espere que crezcan las cuotas sociales de los ocupados.

Tal vez las previsiones macroeconómicas del Gobierno sirvan para justificar estos números. Espera una caída del empleo del 0,5% y un aumento de los salarios del 1,5%. Pero lo cierto es que, por difícil que pueda parecer, también estos pronósticos parecen, tristemente, muy optimistas.

Además, como en el caso del gasto en pensiones contributivas, los ingresos también pecan: la caída se calcula partiendo del presupuesto de 2012. Hasta el pasado agosto, la caída de ingresos por cotizaciones era del 2,6%. Si se mantiene este ritmo, los ingresos reales de la Seguridad Social serán de 102.500 millones y en 2013, respetando la previsión del Gobierno quedaría, por tanto, en unos 102.000.

Recortes frente a aumento del paro

El Gobierno metió la tijera en el seguro contra el desempleo el pasado julio. Confía en él para embridar de una vez una de las partidas que más ha crecido desde que comenzó la crisis. Para este año, Hacienda confiaba en que el gasto cayera por primera vez desde que comenzó la crisis. Pero la realidad —llámese recesión— ha dado al traste con esa previsión. Hasta agosto, el gasto crecía un 5,7%. De seguir así, a final de año las prestaciones supondrán unos 31.000 millones de euros, aunque la factura podría bajar si, como es previsible, bastantes parados agotan sus derechos en estos meses.

Sea como sea, 2012 acabará con un gasto muy por encima de lo presupuestado. Por lo que para que se cumpliera lo que ha pronosticado el Gobierno, casi 27.000 millones, la caída del gasto contra el desempleo debería ser mucho mayor del previsto (unos 1.500 millones).

Esa caída de gastos no sería posible sin el endurecimiento de las condiciones para acceder a cobrar el seguro de desempleo que el Ejecutivo decretó en verano. Esto lleva a García, de CC OO, a ser prudente en sus cálculos ya que no sabe cual será el impacto de las medidas restrictivas sobre la renta activa de inserción, gasto que los presupuestos esperan que mengüe en un 27%.

Los intereses estrechan el margen de maniobra

Cuando una administración tiene que destinar casi lo mismo en pagar la carga de la deuda (38.590 millones) que en todos los ministerios (39.722 millones) o más que para pagar la nómina de todo su personal (33.289 millones) le queda poco margen para actuar. El capítulo de intereses, el segundo más importante de las cuentas tras las pensiones, es uno de los que menos incertidumbres arroja.

El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, explicó la semana pasada que los obesos intereses tienen más que ver con el volumen de la deuda que con los altos tipos que paga el Tesoro por sus emisiones. La deuda pública del Estado alcanzará en 2013 el 90,5% del PIB —incluido el rescate a la banca—, cuando hace solo cinco años estaba en el 37%. La única duda sobre su cumplimiento está en un cambio en la estrategia de emisiones de bonos del Gobierno. Es decir, que subaste más deuda a corto plazo para aprovechar su menor coste y las ventajas que promete el BCE.

“No obstante, si el gasto en intereses fuera el mismo que en 2012, los gastos no financieros consolidados solo caerían un 1% en vez de aumentar un 2,2%, lo que indica que, excluyendo el coste por intereses, los presupuestos no son tan restrictivos como el Gobierno quiere hacer ver”, apuntan José Ignacio Conde-Ruiz y Juan Rubio Ramírez en el blog Nada es gratis de Fedea.

La inversión queda bajo mínimos

Uno de las rúbricas de las cuentas públicas que más ha encogido al calor de la crisis son las inversiones. El capítulo de inversiones reales y transferencias de capital ha menguado un 56% desde 2008. La amputación para 2013 dejará esta partida en 10.500 millones, un 15,6% menos que este año. “Pronto llegará el momento en que no se cubra ni la depreciación del capital público, lo que conllevará un efecto sobre la calidad y el funcionamiento de los servicios públicos”, reflexionan Conde-Ruiz y Rubio-Ramírez. Es decir, que las inversiones son tan pocas que ponen en riesgo el buen estado de las infraestructuras públicas.

El ferrocarril se lleva el peor bocado en los Presupuestos para 2013, con un recorte del 26%. También habrá menos dinero para nuevas carreteras o para aeropuertos.

Contención en los gastos de personal

A pesar de que los funcionarios y empleados públicos han perdido cerca de un 25% de poder adquisitivo durante la crisis, de que cada vez hay menos interinos y eventuales, el gasto de personal crecerá un 0,4% en 2013 por el alza de las clases pasivas —las pensiones de los funcionarios—. Por eso Jonás Fernández se muestra pesimista y augura nuevos recortes: “Creo que los empleados públicos no cobrarán alguna de sus pagas extras en 2013”, lamenta.

Este experto al igual que los otros consultados para elaborar esta información consideran que el proyecto de Presupuestos de 2013 presenta muchas incógnitas en un momento en que el país necesita certidumbres. Apuntan a las pensiones, el paro y los ingresos como las partidas que pueden lastrar estas cuentas.

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