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Los “fondos buitre” sobrevuelan España

La crisis dispara el apetito de los inversores que compran activos a precio de derribo

Miguel Ángel García Vega
Los "fondos buitre" han empezado a enviar gestores a España.
Los "fondos buitre" han empezado a enviar gestores a España.GETTY

Han llegado otros “hombres de negro” a España. Se les ha visto bebiendo café bajo el brillante lucernario del hotel Palace de Madrid. Pero también al cobijo del esqueleto de lamas de bambú diseñado por Richard Rogers y el Estudio Lamela para la T-4. Allí, en el aeropuerto, buscaban en las pantallas digitales las puertas de embarque que les devolvían a Nueva York, Hong Kong o Londres. Se iban fugaces tras pasar varias horas en algunos de los principales despachos de la City madrileña. Pero ¿quiénes son? Si nos acercamos más veremos que estos hombres (trabajan pocas mujeres en este negocio) representan a algunos de los fondos distressed —también llamados “oportunistas” o “buitre”, cada cual que escoja el calificativo— más importantes del mundo. ¿Y qué avizoran en nuestro país? Sobre todo, activos empresariales e inmobiliarios a precio de saldo en los estresados balances de los bancos y cajas de ahorros.

Porque hay dos lenguajes sobre España dentro del mundo financiero. Uno nos acerca al abismo, a la quiebra selectiva o al rescate del país. ¿Les suena? Y otro describe una tierra “que tiene unas opciones extraordinarias de inversión”, cuando remita la crisis, y que “ahora ofrece la posibilidad de comprar activos a unos precios inimaginables hasta hace muy poco tiempo”. El entrecomillado pertenece a uno de estos “hombres de negro”, que otea compras para uno de estos fondos americanos. Lo resumía vívidamente una información de la agencia Reuters, recogiendo las palabras de un banquero: los fondos han “olido sangre”.

Sin duda, las manecillas del tiempo se han movido muy deprisa en contra de nuestro país. “España estará en venta pronto”, vaticina con franqueza Iñaki Gabilondo, socio director del bufete Fresh Fields. Y se explica. Argumenta que las entidades financieras tendrán que reducir sus balances y desprenderse de participaciones industriales y de activos inmobiliarios poco líquidos. Incluso, las corporaciones deberán deshacerse de los negocios no estratégicos. Desde luego, alguien ha colgado el cartel de “se vende” en esta vieja piel de toro. Y alguien piensa que habrá negocio.

A estos fondos les interesan oficinas, centros comerciales o naves industriales

Desde enero de 2011 y hasta la fecha se han vendido más activos distressed en España que en todo el periodo 2005-2010, aseguran —sin cuantificarlo— en KPMG. Y en su mayoría, las operaciones de los últimos meses han estado protagonizadas por inversores situados en Estados Unidos y en Reino Unido que nunca antes habían efectuado transacciones en nuestro país.

Así que a nadie puede extrañar “la llegada masiva”, en palabras de Félix Rivera, gerente de Corporate Finance de KPMG, de estos fondos oportunistas, dentro de, por ejemplo, estructuras de capital riesgo. Hablamos de unos instrumentos que ya están estudiando nuestro mercado y que se encuentran al cobijo de nombres tan conocidos en esta industria como Corsair Capital, Blackstone, Apollo, Fortress, York Capital Management, Guggenheim Investment, Oak Hill, TPG o Cerberus. De hecho, firmas de capital riesgo como Lone Star o la propia Blackstone (quien, por cierto, acaba de fichar a Claudio Boada, expresidente del Círculo de Empresarios, para que le identifique oportunidades de inversión) ya compraron en su día carteras de préstamos inmobiliarios en dificultades, procedentes del rescate de Lloyds o del Bank of Scotland, y podrían hacer lo mismo en España. Eso piensa el sector.

“Hay oportunidades y seguirá habiéndolas para estos fondos en los balances de bancos y cajas de ahorros, ya sea en forma de porfolio o activo por activo”, aventura Aurelio García, responsable de FTI Corporate Finance. Y asegura que los activos inmobiliarios serán los primeros que se limpiarán de la cuenta de resultados.

Las cajas tendrán que desprenderse de gran parte de sus carteras industriales

Es cierto que hasta el momento no se han cruzado muchas operaciones (a pesar de esa mayor actividad que comenta KPMG), básicamente porque no ha habido un acuerdo sobre el precio entre vendedores y compradores, pero ahora que las entidades financieras necesitan más provisiones en el balance, los analistas dan por hecho que habrá apretones de manos. “Y quienes más ventajas tendrán son los que estén dispuestos a comprar con fondos propios, sin apalancarse en el vendedor”, prevé Jaime Pascual, director general ejecutivo de Aguirre Newman. Al menos, así se espera que ocurra con los activos inmobiliarios. Porque no todo vale. Estos fondos “oportunistas” no quieren saber nada ni de residencial ni de terrenos españoles. Solo están interesados en oficinas, centros comerciales y naves industriales o logísticas.

Ahora bien, este no es un negocio tan a corto plazo como cabría pensar. A pesar de la recesión, también hay algunas firmas que tienen una visión diferente y confían en el recorrido de España. HIG Capital —una empresa de private equity, especializada en invertir en compañías con ventas por encima de 70 millones de euros; o sea, lo que se llama middle market, abrió oficina en Madrid a primeros de año atraída por el negocio potencial. “Hay excelentes empresas en España que están apretadas de circulante y tienen la necesidad de encontrar un socio que les acompañe financieramente y en la gestión. En eso somos muy buenos”, puntualiza por correo electrónico Jaime Bergel, director de HIG Capital en nuestro país. Quien, además, asegura que ya están “relativamente avanzados en algún proceso” de inversión. Por ahora han cerrado dos operaciones: Saprogal y Bodybell.

Lo interesante (si se puede escribir así) de esta industria es que no funciona partiendo de “cuanto peor, mejor”. En Irlanda y Grecia la economía atraviesa más dificultades que en España, y sin embargo, aquí existen mejores opciones para este tipo de fondos. ¿Por qué? Debido, según los analistas, a nuestra mayor seguridad jurídica, una prima de riesgo más baja, un PIB cuatro veces superior, por ejemplo, al griego y unos bancos (entre los que están dos de los mayores en el ámbito mundial en banca minorista) que han ido reduciendo su exposición al mercado interior. Por pasiva —y por paradójico que sea—, estos instrumentos nos cuentan que España tiene futuro, y esto convendría no olvidarlo estos días.

Su interés tiene una explicación positiva: creen que la crisis tiene arreglo

Además, también están surgiendo vías alternativas o paralelas a estos fondos. Varios hedge funds o fondos de alto riesgo estarían interesados en comprar las participaciones que tienen las cajas en compañías de primer nivel como Telefónica, Iberdrola, Repsol o Mapfre. Así lo asegura el Financial Times, “y tiene toda la lógica financiera”, apunta un gestor de altos patrimonios.

No hay duda, los “fondos buitre” han olido sangre en nuestra economía y vuelan en círculos sobre ella. Será que España continúa siendo un buen bocado.

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Sobre la firma

Miguel Ángel García Vega
Lleva unos 25 años escribiendo en EL PAÍS, actualmente para Cultura, Negocios, El País Semanal, Retina, Suplementos Especiales e Ideas. Sus textos han sido republicados por La Nación (Argentina), La Tercera (Chile) o Le Monde (Francia). Ha recibido, entre otros, los premios AECOC, Accenture, Antonio Moreno Espejo (CNMV) y Ciudad de Badajoz.

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