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China, paso adelante; España, paso atrás

El gigante asiático gana una creciente influencia en Latinoamérica

Alejandro Rebossio
Hu Jintao junto a Cristina Fernández de Kirchner en su reciente visita a Argentina
Hu Jintao junto a Cristina Fernández de Kirchner en su reciente visita a ArgentinaJuan Mabromata (Afp)

A finales de mayo, el primer ministro chino, Wen Jiabao, hizo una gira por cuatro países sudamericanos que ratificó la creciente influencia del gigante asiático en la región. En cada país firmó numerosos acuerdos de cooperación. En Argentina se preveía que sellara uno sobre petróleo, pero finalmente no lo hizo. Después de que el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner anunció en abril que nacionalizaba el 51% de YPF que pertenecía a Repsol, la petrolera nacionalizada busca socios para explotar el yacimiento de Vaca Muerta y las petroleras estatales chinas figuran como candidatas.

La salida de Repsol y la hipótesis de una alianza de YPF con una petrolera china tal vez simbolicen el retroceso de la hegemonía de España, con su crisis a cuestas, en Latinoamérica y el avance de la segunda economía del mundo, que apenas desacelera su brutal crecimiento anual.

Wen aprovechó el viaje a la cumbre Río+20 para encontrarse con la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, y después visitar Montevideo, Buenos Aires y Santiago de Chile. China y Brasil, dos de los cinco integrantes del grupo de potencias emergentes BRICS (junto a Rusia, India y Sudáfrica), firmaron un acuerdo para que sus bancos centrales se auxilien, en caso de agravarse la crisis financiera internacional, con el intercambio de yuanes por reales. Los préstamos alcanzarían el equivalente a los 24.000 millones de euros y el convenio podría ampliarse a los otros BRICS. “Las naciones desarrolladas se encuentran en crisis. Los BRICS continuaremos expandiéndonos”, se esperanzó el ministro de Hacienda de Brasil, Guido Mantega. Este país, al igual que el resto de los países sudamericanos, reclama que el comercio con China no se base solo en un intercambio de materias primas por manufacturas. El gigante brasileño, a diferencia de sus vecinos, tiene mucho más que ofrecer y ha sellado un pacto para vender más aviones Embraer al país más poblado del mundo.

En Uruguay, el presidente, José Mujica, invitó a Wen a que las empresas chinas invirtieran en la construcción de un puerto de aguas profundas en la región de Rocha, donde espera hallar petróleo y gas para exportar al mundo. China no solo busca elevar el intercambio de bienes con Latinoamérica. Es el principal socio comercial de Brasil y Chile, el segundo de Argentina y Colombia, y ha subido al tercer puesto con México. No solo quiere invertir para controlar la propiedad de las tierras donde se encuentran los granos, los metales y los hidrocarburos. También anhela conseguir contrataciones públicas para sus empresas, un sector en el que compite con constructoras o fabricantes de trenes de España.

La salida de Repsol quizás simboliza la pérdida de influencia en la región de una España en crisis

En Argentina, Wen acordó que los bancos chinos de desarrollo y de cooperación industrial prestaran 2.000 millones para la modernización de un ferrocarril de cargas que une Buenos Aires con el noroeste del país. El poder de influencia chino también llega de la mano del crédito. Los bancos chinos han prestado más de 60.000 millones de euros a Latinoamérica entre 2005 y 2010, una cifra que supera a la suma de los desembolsados por el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y EE UU en ese tiempo.

Por último, el presidente de Chile, Sebastián Piñera, propuso que las compañías chinas participaran de la subasta para construir un puente sobre el canal de Chacao para unir la isla grande de Chiloé, en el sur del país, con el continente. De los 123.000 millones que Latinoamérica recibió en 2011 como inversión extranjera directa, el 14% provino de España y solo el 1% de China, lo que demuestra que el gigante asiático aún tiene un largo camino para recorrer si quiere igualar al segundo inversor foráneo en la región, solo superado por EE UU.

Pero de las 20 principales fusiones y adquisiciones de la región en las que participaron empresas de fuera del subcontinente en 2011, las chinas fueron compradoras en cinco casos (la química Sinochem, en Brasil; Sinopec, en Argentina; la minera China Niobium, en Brasil; Noble, en la energía brasileña, y CIC, en los hidrocarburos de Trinidad y Tobago) y las españolas, solo en uno (Iberdrola, en Brasil). Entre las vendedoras no había chinas, pero sí una española (Santander Seguros, en Brasil). El sector financiero español está deshaciéndose de algunos activos latinoamericanos para recapitalizar sus matrices.

“La inversión española tiene problemas en algunos sectores. Hay ciertos procesos de desinversión, voluntarios o forzosos, como en Argentina o Bolivia”, observa el economista argentino Fernando Porta, que acaba de presentar el informe anual de inversiones extranjeras de la Conferencia de la ONU sobre Comercio y Desarrollo (Unctad). “En ese contexto, la actividad china resalta notablemente. Pese a la desaceleración, seguirá creciendo porque China busca aquí acceso a las materias primas e invierte en servicios para llevarlas, como los puertos. La tendencia de la inversión española dependerá de cómo se resuelva la crisis europea. España ha invertido en petróleo, como China, pero también en industria y servicios públicos. Ha diversificado más. Pero puede que China empiece a invertir en manufacturas en México y Centroamérica ahora que los costes allí se han emparejado con los chinos”.

El Gobierno de Pekín no solo busca materias primas; también anhela contratos para sus empresas

Rafael Pampillón, profesor de IE Business School, opina que Argentina y Bolivia “han aprovechado la crisis de España” para nacionalizar sus empresas sin temor a grandes castigos. No sucedería lo mismo con China: “Pekín puede tomar represalias comerciales por el tamaño de su mercado. Los países latinoamericanos necesitan que China les compre”. Sobre todo ahora que el mundo desarrollado está en crisis y el gigante asiático hace de contrapeso económico. La crisis y la consecuente subida de la prima de riesgo soberano de España elevan los costes de financiación de sus compañías, añade Pampillón. “En cambio, los chinos tienen una economía fuerte, las mayores reservas del mundo y capacidad para comprar activos sin problemas”.

China también busca ampliar sus relaciones militares con la región, y así es que ha donado armamento a Venezuela y Bolivia, ha compartido ejercicios con Perú y ha intercambiado visitas con Chile, según observa Mladen Yopo Herrera, profesor de la Universidad de Santiago de Chile. Pekín además invierte en cooperación tecnológica con Brasil, Venezuela o Bolivia. “Pero la inversión china también genera problemas”, reconoce Yopo Herrera. “Se genera una relación centro-periferia, materias primas por tecnología. Llegan mafias chinas. Hay controversias laborales y medioambientales, como la de la minera Shandong en Perú”, enumera.

El catedrático chileno admite que las empresas españolas también afrontan cuestionamientos a su reputación en la región, pero considera que seguirán firmes allí. “España sigue siendo un importante inversor en banca, energía y telefonía. Sus filiales son altamente rentables y las mantendrán. Es verdad que sus empresas han tenido problemas porque están en sectores conflictivos, estratégicos o de servicios públicos. Los problemas no fueron por ser españolas. Las compañías que actúan en esos sectores deben saber que los Gobiernos y la sociedad civil exigen ahora más redistribución de la riqueza. Eso también le va a pasar a los chinos y a otros países emergentes como India, Rusia o Irán, que están atraídos por esta región que ofrece mayor estabilidad política que antes y crecimiento económico pese a la crisis europea”, completa Yopo Herrera.

El principal periódico económico de Alemania, Handelsblatt, publicó hace unas semanas un artículo sobre la pérdida de influencia de España en Latinoamérica a propósito de las nacionalizaciones de Argentina y Bolivia. Señaló que ningún país de la región se solidarizó con Madrid y recordó que en la última cumbre iberoamericana de Paraguay en 2011 solo viajaron la mitad de los jefes de Estado. Un contraste con el interés sudamericano por congraciarse con el jefe de Gobierno del régimen de Pekín.

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