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ENTREVISTA CON EL PRESIDENTE DEL BUNDESBANK

“Las condiciones del rescate a España deben ser amplias”

Jens Weidmann es el presidente del Bundesbank, el banco central alemán, guardián de las esencias encargado de evitar a toda costa que la inflación suba en el país Se muestra contrario a que el BCE compre bonos y a una unión bancaria

Jens Weidmann, presidente del Bundesbank
Jens Weidmann, presidente del Bundesbank KAI PFAFFENBACH (REUTERS)

El demonio económico de Estados Unidos es la Gran Depresión; el de esta Europa tan y tan alemana es la inflación. Los alemanes sienten un miedo cerval por ese fenómeno económico, por el recuerdo de las estratosféricas subidas de precios de los años veinte, por el temor a que la inflación se coma sus ahorros. El guardián de las esencias encargado de evitar a toda costa que eso ocurra es el Bundesbank, el banco central presidido por Jens Weidmann (Solingen, 1968), que ejerce una influencia imperial sobre el BCE. Weidmann, exasesor áulico de la canciller Ángela Merkel, se granjeó las iras de los halcones antiinflacionistas hace unas semanas al mostrarse abiertamente a favor de incrementos salariales en la industria germana: un poco de aire fresco en esa habitación cerrada a cal y canto que es la sacrosanta austeridad alemana.

Pregunta. ¿Cree que 100.000 millones de euros son suficientes para rescatar a España, teniendo en cuenta el rumbo de la recesión y el vínculo entre los bancos y los bonos soberanos?

Respuesta. Por lo general no hago conjeturas con las cifras. En cuanto a la valoración de las necesidades de financiación, confío en el FMI y en los evaluadores externos. Por lo que sabemos ahora, la cantidad debatida parece contener un margen de seguridad suficiente. La decisión del Gobierno español es importante porque mitiga la incertidumbre sobre la solvencia de sus bancos y de este modo contribuye a la estabilización de los mercados financieros. También agradezco el hecho de que el Gobierno español ya no espere un respaldo económico sin condiciones. Estas deben ser un elemento fundamental de cualquier ayuda económica.

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P. En los dos últimos años España ha aplicado reformas en el mercado laboral, las pensiones y el sistema financiero, ha hecho recortes en el gasto y ha incrementado los impuestos. ¿Qué sucederá ahora? ¿Qué reformas tiene en mente?

R. El mensaje clave es que el sistema bancario es un reflejo de la economía. Evidencia la situación de las finanzas públicas a través del vínculo con los bonos soberanos. También refleja la competitividad de la economía y los desequilibrios que se han acumulado en el pasado, como la burbuja del sector inmobiliario. Una solución integral incluye más reformas y soluciones en diversos ámbitos. Algunos desafíos concretos son la transparencia y el control de la ejecución presupuestaria en las regiones, y abordar la segmentación del mercado laboral. Junto con las reformas del mercado de trabajo ya anunciadas, esto podría dar nuevas esperanzas a los jóvenes desempleados.

P. Pero el Gobierno español dice justamente lo contrario: que solo hay condiciones para los bancos. ¿Cuáles serán las verdaderas condiciones para el rescate de España?

R. Debido a la interconexión de los diferentes ámbitos políticos, creo que las condiciones van a ser amplias. La impresión de que este es un rescate sin condiciones fuera del sistema financiero ya está erosionando el compromiso con los términos de los programas actuales.

P. ¿Existe el riesgo de que otros países, como Irlanda o Portugal, puedan pedir las mismas condiciones y ajustes?

R. Ese es justamente el problema fundamental. En Irlanda y Portugal existe un debate sobre la relajación de las condiciones, y en Grecia también está cobrando impulso. Pero insistir en solucionar los problemas estructurales perpetuará la crisis, y la reacción del mercado refleja esta preocupación.

Al banco alemán no le gusta que España presente el rescate como una victoria

P. ¿Por qué no se cambian esos principios y se realiza un ajuste más suave?

R. Una vez más, la ayuda económica solo puede comprar tiempo, pero no afronta las causas fundamentales de la crisis. Es como un calmante. Si no nos cercioramos de curar la enfermedad, estaremos peor cuando pase el efecto. También dudo de que el apoyo público a las reformas necesarias aumente si se alargan más en el tiempo, por no hablar del respaldo de la opinión pública en los países que garantizan el mecanismo de los rescates.

P. ¿Considera que España dudó demasiado antes de pedir ayuda?

R. Creo que el Gobierno español dudó porque tenía la esperanza de que hubiera otros medios de financiación sin condiciones.

P. En Grecia hay mucho debate sobre la necesidad de renegociar algunos aspectos del programa. ¿Hay margen para realizar cambios?

R. Lo primordial es que existe un acuerdo que han firmado todas las partes implicadas, incluido el Gobierno griego. Si ahora se considerara que los pactos están abiertos a renegociación, el primer ministro portugués, por ejemplo, tendría dificultades para presentarse ante el Parlamento y explicar que va a aplicar reformas. Creo que sería una estrategia muy peligrosa y perjudicaría a los países que ejecutan reformas de manera pausada.

P. Normalmente se describe a Grecia como un caso especial. ¿Podría ser así, en un sentido positivo, en este caso, lo cual permitiría a Grecia ajustar el programa?

R. Grecia ya está recibiendo un trato especial. Los ajustes se prolongarán mucho más tiempo. El país se benefició de un alivio excepcional de la deuda. Obtuvo mucho más apoyo que ninguna otra nación. Relajar todavía más este marco ya suavizado es imposible.

P. Uno de los líderes de los dos partidos que podrían alzarse ganadores dice que el Gobierno griego solicitará un cambio total del programa. ¿Qué respuesta generaría una iniciativa unilateral de Grecia?

R. Quién salga elegido en Grecia será una decisión democrática que todos tendremos que aceptar. Pero el nuevo Gobierno griego estará ligado a los acuerdos ya existentes. Si decidiera salir del programa unilateralmente, en mi opinión significaría que ya no podrá prestarse más ayuda económica. Grecia habría tomado una decisión, pero también tendría que acatar las consecuencias. Todos nos veremos afectados, pero mi valoración es que Grecia será quien salga peor parada.

P. ¿Han preparado algún plan de contingencia para una salida griega?

R. Yo no hablo de planes de contingencia. Solo reiteraré lo que ya he dicho: las repercusiones de una decisión de esa índole sin duda serían peores para Grecia que para los demás. El resultado de los posibles efectos contagiosos no puede ser que uno acepte lo que ha decidido unilateralmente un Gobierno.

P. Si el nuevo Gobierno griego decidiera no cumplir todos los acuerdos, ¿supondría una salida de la eurozona?

R. Desde luego hay posibilidad de que el asunto se agrave hasta llegar a esa situación.

P. Por tanto, ¿no cumplir el pacto conduce a una salida?

R. No cumplir el pacto conduce al fin de la financiación. Y esto puede tener repercusiones para sus posibilidades de continuar en el euro.

P. Analizándolo retrospectivamente, ¿cree que la introducción del euro en Grecia fue un error?

R. Sin duda recordará el controvertido debate que se produjo en su momento, en el que Alemania mostró cierto escepticismo. Pero desde luego fue un error que Grecia no hiciera un uso inteligente de los beneficios de nuestra divisa común. El progreso que se observó, sobre todo en las finanzas públicas, antes de la Unión Económica y Monetaria (UEM), ha sido traicionero.

P. Algunos dicen que Grecia puede ir a la bancarrota pero continuar en el euro. ¿Cómo ve el Bundesbank esa situación hipotética?

R. La cuestión es que solo Grecia puede decidir abandonar el euro, aunque esto no está previsto en el tratado de la UE. Como decía antes, será muy difícil que un país insolvente al que se retira el apoyo económico permanezca en la UEM.

P. Pero si Grecia abandona el euro, ¿qué ocurrirá con Portugal y toda la eurozona? ¿No es ese un riesgo mayor que financiar a Grecia sin condiciones y correr el peligro de que el Gobierno portugués pida lo mismo?

R. Creo que coincidimos en que ambos riesgos son considerables. Naturalmente, no quiero hacer conjeturas sobre el hecho de que un país vaya a abandonar la eurozona; todavía no lo hemos visto y sería un acontecimiento muy grave. Por eso cuento con que el Gobierno griego cumpla sus acuerdos. Esa es mi preferencia.

P. ¿Y cuáles son los otros riesgos?

R. Uno de los grandes peligros es que los cimientos de la estabilidad de la unión monetaria, que hemos acordado y consagrado en los artículos del tratado de la UE, se erosionen todavía más. Esto entraña la posibilidad de socavar la confianza en la solidez de la unión monetaria. E inflar los problemas sometería todavía a más presión a la política económica. Algunas voces ya están pidiendo al Banco Central Europeo (BCE) que incumpla las normas y rescate sin condiciones.

P. ¿Cuenta la Unión Europea con suficientes cortafuegos para afrontar una salida de Grecia?

R. No quiero hacer conjeturas respecto a una salida de Grecia. Los cortafuegos que hemos creado y consolidado están ahí para impedir efectos de contagio. Y no participaré en el interminable debate sobre su envergadura. En cualquier caso, no debemos permitir que nos haga chantaje un país por los efectos de contagio.

P. ¿Existe para Grecia un buen escenario y otro malo?

R. Una vez más, mi hipótesis preferida es que el Gobierno griego reconozca la importancia que entraña el cumplir sus obligaciones y ponga en práctica lo que se ha decidido. Lo que debería ser innegociable son los objetivos, no los medios por los cuales se consigan. Si Grecia, por ejemplo, encuentra una alternativa para proporcionar cierta cantidad de ingresos al margen de lo que se ha pactado, sin duda habría margen para la flexibilidad.

P. ¿Es aceptable ampliar un año el programa?

R. Esa es una decisión política que tendría consecuencias perjudiciales para la Unión en su conjunto.

P. En cuanto a Portugal, parece proyectar la imagen del buen estudiante en el programa de rescates, pero también es rehén de lo que ocurre en Grecia y España. ¿Qué mensaje le enviaría al Gobierno portugués?

R. El mensaje clave de Portugal e Irlanda es que los programas de ajustes funcionan. Las reformas que se han puesto en práctica allí han contribuido a reducir los costes de la mano de obra y han frenado el descenso de la competitividad. También vemos los primeros beneficios de esto en el déficit por cuenta corriente. Y, según nuestras previsiones, debería repuntar el crecimiento en esos países. Ningún pronóstico serio ve una espiral descendente sin fin.

P. Ya se habla de un segundo rescate a Portugal, ya que es posible que el país no pueda volver a los mercados el año que viene. ¿Qué opina al respecto?

R. Estamos lidiando con una crisis de confianza, y la confianza perdida no puede recuperarse de la noche a la mañana. Pero el mensaje importante es que Portugal está en el buen camino.

P. Pero, ¿no está en juego todo el euro?

R. También se ha perdido la confianza en el funcionamiento de la unión monetaria en su conjunto. Esto nos devuelve al debate sobre si queremos regresar al marco de Maastricht, que recurre a políticas fiscales nacionales que solo son responsables de sí mismas, o si queremos dar un salto cuantitativo con respecto a la integración. No podemos decir, por un lado, que confiamos en políticas fiscales nacionales y, por otro, mutualizar progresivamente el riesgo sin control, socavando de este modo el marco legal actual. Al final siempre es una cuestión de equilibro entre responsabilidad y control.

P. ¿Está diciendo que si existe control podemos tener eurobonos?

R. Estoy diciendo que las responsabilidades comunes solo son compatibles en un contexto completamente distinto, y debería demostrarse que este contexto garantiza la disciplina fiscal y unos fundamentos macroeconómicos seguros. No se puede dar el tercer paso antes que el primero.

P. Pero, ¿quién lo controla? ¿Basta con el pacto fiscal?

R. Por supuesto que no basta. El Bundesbank acogió de buen grado el pacto fiscal porque fortalece las normas ya existentes. Pero eso no equivale a abandonar la soberanía. A mi modo de verlo, una unión fiscal es algo en lo que se recortan los derechos presupuestarios de los Parlamentos, al menos si se incumplen las normas. Y ya vemos lo difícil que es renunciar a la autonomía fiscal: incluso bajo una presión enorme es muy complicado, por ejemplo para España, someterse a las condiciones. Se percibe como una cuestión de orgullo nacional.

P. ¿A qué se refiere exactamente con responsabilidades comunes?

R. Ya tenemos responsabilidades comunes a través del mecanismo de rescate. Si quisiéramos ampliarlo —ya sea por medio de eurobonos o de una unión bancaria— mutualizaríamos las responsabilidades hasta un punto que ya no se contempla en los tratados de la UE y las Constituciones nacionales. Si de verdad queremos avanzar hacia una unión política, tenemos que reconocer un entorno completamente nuevo, y eso significa que todos tendríamos que renunciar a una soberanía nacional considerable. Significa que una instancia central puede interferir directamente en los presupuestos y los impuestos para imponer el cumplimiento de los acuerdos. Tenemos que preguntarnos con honestidad si estamos dispuestos a ceder tanta soberanía nacional.

P. ¿Lo aceptarían los alemanes?

R. Al menos según las encuestas, la opinión pública en Alemania estaría más dispuesta a embarcarse en una mayor integración política que la mayoría de los países. El último sondeo de Pew Research demuestra que en Alemania, un 58% está a favor. En otros países, la actitud es más negativa, sobre todo en aquellos que piden con más vehemencia la cohesión de riesgos y responsabilidades, como Italia, España o Francia. Tenemos que ser honestos en este debate. Llevará años y años. Tendríamos que modificar los tratados de la UE y nuestras Constituciones, e incluso celebrar un referéndum, por ejemplo en el caso de Alemania.

La inflación no es ahora la principal inquietud de la entidad

P. ¿Preferirían volver al marco alemán?

R. No, la opinión pública alemana está claramente comprometida con una divisa común estable.

P. Pero en la periferia la casa está en llamas. Y algunos preguntan qué está haciendo el BCE. ¿Por qué no puede ser un prestamista de último recurso?

R. El BCE ya ha tomado muchas medidas para impedir un empeoramiento de la situación. Ha reducido los tipos de interés. Sigue proporcionando una liquidez casi ilimitada con unas condiciones muy generosas y ha optado por varias disposiciones poco habituales. Al hacerlo, ha ampliado considerablemente su potestad. Si ejerciera de prestamista de último recurso para los Gobiernos, redistribuiría los riesgos de solvencia entre los contribuyentes nacionales, para lo cual no existe legitimidad democrática y, por tanto, está estrictamente prohibido en los tratados de la UE.

P. ¿Teme la hiperinflación?

R. No es una cuestión de “angustia” alemana por la hiperinflación. Es la lección de nuestra historia europea más reciente en los años setenta y ochenta, cuando países como Italia, España y Francia experimentaron unos índices de inflación intolerablemente elevados. No quiero reabrir el debate con nuestros amigos italianos sobre el matrimonio entre el Banco de Italia y el Gobierno hasta 1981. Pero creo que no era, claramente, un modelo que pudiera servir de ejemplo para el futuro de Europa. Todos esos llamamientos a la financiación monetaria, para que el banco central intervenga como el único actor capaz de hacer algo, nos devolverían a los años setenta.

P. Pero, si bien existe un mandato para mantener la estabilidad de los precios, existe otro mandato para mantener la estabilidad financiera. Y no hay estabilidad financiera en Europa.

R. Existe una jerarquía clara. El objetivo primordial del Eurosistema es mantener la estabilidad de los precios, y a la larga, es la mejor contribución que podemos hacer a la estabilidad financiera. Pero como dije, el Eurosistema también ha contribuido a evitar una escalada de la crisis en el sentido de que recortamos los tipos de interés hasta unos mínimos históricos, proporcionamos casi una liquidez ilimitada a los bancos, y adoptamos numerosas medidas no convencionales. El problema es que si los políticos tienen la impresión de que pueden pasar su responsabilidad a otro, entonces optarán por la salida fácil. Y eso socava la independencia de los bancos centrales.

P. ¿Cómo valora el énfasis del presidente Obama en la necesidad de crecimiento y de una política más expansiva?

R. Tenemos que reconocer que la recesión que estamos observando en muchos países es consecuencia de la falta de confianza en las finanzas públicas, además de la erosión de su competitividad. No existe una salida fácil, a menos que se aborden las causas de estos problemas. Y, sin duda alguna, abordar esta situación aumentando la deuda mediante el estímulo fiscal no es la solución.

P. ¿Está Estados Unidos totalmente equivocado?

R. A veces, uno tiene la impresión de que, de repente, algunos se han dado cuenta de la importancia del crecimiento. Pero todos los programas de ajuste se centran en el crecimiento. Tenemos que ser sinceros en este debate. A lo que se refieren los protagonistas de este debate es a unos paquetes de incentivos financiados públicamente. Y eso es algo diferente. Quizás conduzcan a una breve expansión, pero agravarán nuestros problemas en el futuro, porque crearán una deuda adicional, y ya existen dudas sobre la sostenibilidad de la deuda. El exceso de demanda financiada por los créditos fue una parte del problema, por ejemplo cuando hablamos del boom de la vivienda en España.

P. Financiado por bancos alemanes...

R. No importa quién lo financiara. No estoy hablando de la cuestión de a quién hay que culpar. Estoy diciendo que es una situación insostenible.

P. ¿Y qué hay del pacto sobre el crecimiento? La canciller ha hablado de él.

R. Nuestro problema en Europa es aumentar el potencial de crecimiento. Si debatimos sobre un pacto sobre el crecimiento, este debería centrarse en el crecimiento a largo plazo, y por lo tanto en las reformas estructurales. Esto también es lo que Merkel tiene en mente.

P. ¿Y qué hay de los bonos para proyectos?

R. ¿Para hacer qué?

P. Para infraestructuras, por ejemplo.

R. ¿Para infraestructuras? No creo que España y otros países sufran una falta de infraestructuras. Lo que echo en falta es un análisis adecuado. Si existe algún impedimento para la inversión, como por ejemplo en Grecia, más bien hay un exceso de burocracia y un sistema fiscal ineficaz. No creo que un mayor número de programas de estímulo suavice el proceso de ajuste.

P. ¿Pero por qué no? Tenemos una tasa de desempleo del 25% en algunos países.

R. Para dar perspectivas de futuro a la generación más joven, hay que abordar las causas del problema. España, por ejemplo, tenía unas tasas de desempleo de dos cifras antes del boom de la vivienda. Se trata de la estructura de la economía, no de algunos incentivos temporales.

P. Pero no hay solo un país en recesión, sino muchos, en realidad toda la eurozona. ¿Cómo podemos esperar crecimiento a largo plazo?

R. Mire las previsiones de Portugal, por ejemplo. Se prevé que tenga un índice de crecimiento positivo sin más estímulos.

P. Podemos discutir si eso es realista. En Grecia y en otros lugares, las previsiones están empeorando.

R. Ya se están viendo algunos de los efectos de las reformas que se han llevado a cabo, en los costes laborales unitarios, en la competitividad y en el crecimiento de las exportaciones. Yo no pondría esto en peligro desviándome del rumbo y comprometiendo la confianza en el cambio de política que tenía que haberse hecho hace mucho tiempo.

P. ¿Está satisfecho con la manera en que Italia está emprendiendo las reformas? ¿Y con la manera en que está tratando de mejorar la situación, cuando presenta un índice caída del PIB del 0,8%, que cada vez empeora más? ¿También observa mejoras en Italia?

R. Mario Monti ha emprendido unas reformas importantes hace solo unos meses. Ahora tienen que ser llevadas a la práctica de forma enérgica. Y, por supuesto, se necesitará tiempo hasta que den sus frutos.

P. ¿Es hora de que el BCE piense en una estrategia de salida?

R. Tenemos que pensar en una salida, tenemos que saber cómo salir, pero no cabe duda de que este no es el momento de iniciar una salida.

P. ¿No es el momento, entonces, de adoptar medidas adicionales?

R. ¿Para qué?

P. ¿Y si las condiciones empeoran?

R. Nunca nos comprometemos de antemano, pero no veo cómo una mayor liquidez cambiaría la situación, dado que la liquidez prestada a los bancos españoles acaba en Alemania.

P. ¿La activación del programa de compra de bonos está excluida?

R. El programa está inactivo. Ya no estamos en el mercado. No es ningún secreto el hecho de que tengo mis dudas en cuanto a este instrumento. Tomemos el ejemplo de Grecia. Somos el mayor poseedor de deuda griega. ¿Ayudó en algo?

P. ¿Durante cuánto tiempo debería proporcionar liquidez el BCE a los bancos griegos?

R. Nuestros estatutos dicen que proporcionemos liquidez a los bancos solventes a cambio de avales adecuados.

P. ¿Por qué razón el Bundesbank está imponiendo barreras a las instituciones financieras europeas para usar el exceso de liquidez que tienen en sus sucursales aquí en Alemania como Unicrédito o el Santander?

R. Se está refiriendo probablemente a las medidas supervisoras del supervisor alemán, Bafin, no al Bundesbank. En Europa, cada supervisor tiene que asegurarse de que los bancos de su territorio gestionan sus riesgos de forma prudente.

P. Si la situación económica va a empeorar, ¿aceptarían recortar más todavía los tipos, o el límite del 1% es una especie de tabú porque podrían caer en una trampa de liquidez?

R. Han visto que tenemos muy pocos tabúes en el Eurosistema, pero, una vez más, nunca nos comprometemos de antemano. La inestabilidad del mercado financiero proviene de la incertidumbre política sobre la ejecución del programa en Grecia, y del futuro de la unión monetaria en términos más generales, y eso no es algo que se pueda solucionar con un recorte de los tipos.

P. Pero el euro se devaluaría nominalmente y esto ayudaría a las exportaciones europeas.

R. Nuestro objetivo no es el tipo de cambio. Nuestro objetivo es la estabilidad de los precios. Y lo que ayuda a las exportaciones son las reformas estructurales que los países están llevando a cabo, no una disminución artificial de los precios a través del tipo de cambio. Por tanto, el objetivo del Eurosistema no es fomentar las exportaciones mediante la manipulación del tipo de cambio.

P. ¿Qué podría hacer Alemania para ayudar a reequilibrar la eurozona?

R. Ya se está llevando a cabo un reequilibrio: el superávit por cuenta corriente se ha reducido hasta la mitad entre 2007 y 2011, y lo que estamos viendo ahora es, hasta cierto punto, una inversión de la situación anterior a la crisis. En la primera década de la unión monetaria, Alemania emprendió unas reformas estructurales e inició una moderación de los salarios. Hoy en día, en Alemania tenemos unos índices de crecimiento por encima de la media, la tasa de empleo es más elevada que nunca, y los salarios efectivos están aumentando más rápido que en los últimos 20 años. Se traducirá en poder adquisitivo y ayudará a reequilibrar la balanza de pagos por cuenta corriente. Pero no estamos viviendo en una isla. Nuestros principales competidores - como EE UU y China, y otras economías emergentes – se encuentran fuera de la eurozona, por eso es muy importante que Europa en su conjunto se vuelva más competitiva.

P. ¿No teme una inflación muy elevada del 5% o el 6% y grandes aumentos de los salarios?

R. A corto plazo puede que incluso veamos una disminución de los índices de inflación debido a la caída de los precios energéticos. Si la economía alemana sigue ganando fuerza, podríamos ver unos índices de inflación por encima de la media, al igual que vimos índices por debajo de la media en el pasado. Pero estamos hablando de décimas. En el Consejo de Gobierno nos aseguramos de que existe estabilidad en los precios en el conjunto de la eurozona. Esto impide una inflación galopante en Alemania, ya que la economía alemana representa la mayor proporción del conjunto de la eurozona.

P. Aparte de la unión política, existe una unión bancaria que se encuentra a la espera de ser discutida a finales de junio. ¿Qué piensa de los tres puntos: una supervisión paneuropea, un fondo de garantía de depósitos y un fondo de reestructuración bancaria? La Comisión ha presentado una propuesta, ¿está satisfecho con ella?

R. Acojo con agrado la propuesta de resolución bancaria de la Comisión, aunque todavía haya que discutirla mucho, porque es muy técnica, muy complicada. Pero además de eso, están los temas de la normativa común y de la supervisión común; y hay dos elementos que implican unas responsabilidades comunes: un programa de seguro de depósitos común y un fondo de reestructuración común. Estos son ámbitos en los que actualmente tenemos una responsabilidad fiscal nacional. Si mutalizásemos las responsabilidades en estos ámbitos, nos enfrentaríamos a las mismas cuestiones relacionadas con la responsabilidad y el control en una unión fiscal.

P. ¿Pero no por ahora?

R. Está la cuestión del equilibrio entre el control y la responsabilidad. Y la parte de la responsabilidad, en lo que se refiere a las cifras, es impresionante: si pensamos en asegurar los depósitos, esas cifras son muy superiores a lo que decidimos para los mecanismos de rescate europeos. Esta es una medida realmente importante, y esa es la razón por la que tenemos que tener un control centralizado, y luego podremos hablar de las responsabilidades. No creo que se pueda separar realmente la unión bancaria del resto, especialmente mientras los bancos sean los mayores poseedores de deuda gubernamental. Tenemos que asegurarnos de que a través de una unión bancaria no introducimos por la puerta de atrás una especie de sistema de eurobonos, que sirvan de garantía a los bancos y que financien de esta manera a los Gobiernos. Por eso necesitamos normas estrictas para evitarlo. Otra cuestión relacionada con esto es si la supervisión sería realmente mejor si estuviera centralizada.

P. Pero los bancos centrales también dicen que es necesario romper el círculo vicioso entre los bonos soberanos y los bancos. Y una manera de hacerlo es teniendo una supervisión común, porque, la supervisión en España, por ejemplo, no descubrió unos riesgos de 100.000 millones de euros en los bancos.

R. Estoy de acuerdo, una unión bancaria podría romper la relación entre los bonos soberanos y los bancos. Pero una vez más, esto no se soluciona rápidamente, ya que se requieren cambios legales parecidos a los de una unión fiscal, porque se asume una cantidad considerable de responsabilidades comunes. Y esto interferiría mucho en la soberanía nacional y en los derechos de los parlamentos nacionales. Esa es la razón por la cual se requieren cambios fundamentales, y no se realizarán de un día para otro. Nadie garantizaría unos depósitos de 11 billones de euros sin tener la seguridad de que existe un control sobre ellos.

P. ¿Y qué hay de usar las reservas de oro de cada banco central para garantizar los depósitos?

R. Nuestras reservas de oro son reservas monetarias. El Bundesbank y los otros bancos centrales del Eurosistema las gestionan de forma independiente. Y en lo que respecta al Bundesbank, no tenemos ninguna intención de contribuir a un programa de seguros. Es más, esto no es posible por razones legales.

P. Pero necesitamos una garantía común para los depósitos bancarios.

R. No veo ninguna forma de hacerlo ahora. Finalmente, cada parlamento tendría que asumir la responsabilidad sobre los depósitos en toda Europa. Si algunos de esos riesgos se materializan, esto pondría en peligro la posibilidad de que los parlamentos nacionales controlen sus presupuestos. Si no se tienen garantías de que los riesgos están bajo control, esta sería una tarea peligrosa.

P. En Alemania, los el comité de sabios lanzó la idea de un fondo de amortización europeo que fue acogido con entusiasmo en la Unión Europea. ¿Qué opina usted al respecto?

R. No cambia nuestra valoración de que no es legalmente factible y de que invierte el orden de la responsabilidad y el control. En la práctica, respalda la garantía de toda la deuda por encima del 60% del PIB, suponiendo que todo el mundo se atiene a las normas y devuelve su parte de la deuda más adelante. Pero en el pasado hemos visto con qué flexibilidad se interpretaban nuestras normas. Y pienso que mutualizar la deuda solo con la esperanza de que se cumplan las normas es muy peligroso. Todo esto requiere cambios constitucionales.

P. Pero Alemania no puede quedar totalmente aislada del resto de la eurozona.

R. Soportamos el mayor peso de los paquetes de rescate, todos los cuales se benefician de la calificación Triple A de Alemania. Por eso Alemania es el ancla estabilizadora, y sin ella, no funcionaría. Y se supone que Alemania tiene la responsabilidad de hacerlo. Por eso es muy fácil decir que Alemania siempre dice “no”. Es la razón por la cual resulta injusto decir que Alemania no desempeña un papel constructivo.

P. ¿Pero los problemas entre Alemania y Francia sobre la interpretación de cómo seguir adelante pueden poner en peligro al euro?

R. Bien, en primer lugar, vamos a esperar hasta que el ruido electoral desaparezca. Y luego veremos cómo funciona realmente la colaboración. Pienso que tienen que ser realistas en cuanto a las soluciones. Y si solo hablan de eurobonos sin hablar de control, lo único que se conseguirá es desviar la atención. Si Francia fuese a iniciar un debate sobre la cesión de la soberanía nacional, esto haría que el debate progresase de verdad. El Gobierno alemán está presionando ahora para crear una unión fiscal, y está tratando de encontrar una solución. Me alegraría mucho que el presidente Hollande abordara este debate y hablara tanto de la responsabilidad común como de la cesión de la soberanía y de la senda hacia esta nueva unión política. Pero el hecho de solo pedir eurobonos no nos lleva a ninguna parte.

P. Para que la deuda griega sea sostenible, los economistas dicen que también será necesario recortar el sector público.

R. La deuda griega todavía tiene que alcanzar su punto máximo y hará falta mucho tiempo para llevarla finalmente a una situación sostenible. Pero a estas alturas tengo que confiar en el análisis sobre la sostenibilidad de la deuda que ha llevado a cabo la Troika.

P. Los economistas afirman que detrás de España viene Italia, que tenemos que detener el contagio, y por eso todo el mundo se alegra de que España aceptara pedir ayuda. ¿Piensa ahora que Europa se está dirigiendo hacia un momento de más estabilidad, por lo que las elecciones griegas no tendrán tanto impacto?

R. No creo en la teoría del siguiente de la fila. Cada país es diferente, y si observa los datos de Italia, hay diferencias muy significativas. Por ejemplo, Italia está cerca de alcanzar un superávit fiscal primario. Soy escéptico en cuanto a la obsesión por las elecciones griegas, como si fuera el único problema. Pero determinarán la manera en que la Unión Europea se ocupe de un país que no logra cumplir sus compromisos.

P. ¿Cómo valoraría el mandato como primer ministro de Papademos, un colega exgobernador de un banco central?

R. Es un excelente economista, tiene una mente brillante, y es alguien en quien confío. Contribuyó decisivamente a transmitir el deseo de Grecia de cambiar de rumbo y de emprender reformas.

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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