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Bruselas vincula el rescate al ajuste del déficit público

La Comisión desmiente a Rajoy y avisa que el crédito se parará si se incumplen los objetivos Schäuble insiste en que la troika vigilará y Almunia advierte de que existen condiciones Los Gobiernos más duros presionan para imponer condiciones estrictas

El comisario europeo de Asuntos Económicos y Monetarios, Olli Rehn.
El comisario europeo de Asuntos Económicos y Monetarios, Olli Rehn.EFE

España se resistió a pedir las ayudas europeas hasta el final, hasta que vio claro que toda la zona euro estaba del lado de Alemania, del lado de quienes pensaban que lo mejor era un rescate para prevenir un accidente financiero. La Moncloa inició entonces una estrategia dirigida a minimizar los daños, refrendada este domingo por el presidente Mariano Rajoy, para evitar a toda costa llamar rescate al crédito de hasta 100.000 millones al Estado para sanear los bancos. Y empezó a rechazar que haya condicionalidad asociada a las ayudas más allá de la ligada a la banca. Rajoy y su equipo niegan tres veces: rechazan que haya rescate, que existan presiones internacionales y que haya condiciones más allá de la banca. Esa es una maniobra "de política interna", pero las ayudas "están estrechamente vinculadas al cumplimiento del Pacto de Estabilidad, diga lo que diga el Gobierno", dijeron este domingo fuentes comunitarias. El portavoz de Asuntos Económicos, Amadeo Altafaj, ha confirmado esta mañana que más deuda significa más rigor, ya que "cada euro que se destina a una deuda que crece es un euro que no se puede destinar a gasto productivo", lo que frena la recuperación.

En otras palabras: España tiene a partir del sábado menos libertad. Menos soberanía con su sistema financiero, pero también menos soberanía fiscal: la vigilancia era y seguirá siendo muy estrecha, pero las consecuencias de incumplir los acuerdos con Bruselas serán a partir de ahora más graves, con el cierre del grifo a los bancos. Eso a pesar de que el rescate es la típica jugada comunitaria: permite salvar la cara al Ejecutivo, que lleva días agarrándose a los eufemismos, pero también a los países más duros, Alemania y sus satélites, cuyos Gobiernos esgrimen ya esas condiciones que aún están por conocer.

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En este sentido, el ministro alemán federal de Finanzas, Wolfgang Schäuble, ha asegurado esta mañana que la troika formada por la Comisión de la Unión Europea (UE), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Central Europeo (BCE) controlará la reestructuración de la banca en España. "Habrá una troika. Se encargará de controlar con precisión que el programa se cumpla", ha dicho Schäuble en declaraciones a la emisora pública Deutschlandfunk dos días después de la aprobación del rescate. En la misma línea, el comisario europeo de Competencia, Joaquín Almunia, ha advertido de que "por supuesto que habrá condiciones" a cambio del crédito al sector financiero. "Quien da dinero nunca lo da gratis", ha argumentado.

En cuanto a la reacción de los mercados, la decisión de España de pedir asistencia a sus socios para recapitalizar a la banca no ha convencido. En la Bolsa, el español Ibex 35 ha logrado repuntar más de un 5% en la apertura pero ha acabado dejándose un 0,54% al cierre. También en la deuda la mejora inicial ha dado lugar a pérdidas a medida que ha avanzado la jornada. Al final, la prima de riesgo, que es el sobreprecio exigido a los bonos españoles a 10 años frente a los alemanes, ha subido de los 520 puntos básicos, unos 30 más que el viernes. El correctivo se ha dejado notar también en la deuda a menor plazo.

Fuentes conocedoras de las conversaciones en el Eurogrupo explicaron que España ya estaba, de facto, metida de lleno en un programa de austeridad. En los dos últimos años ha aplicado fuertes recortes de gastos, subidas de impuestos, reformas en el mercado laboral, pensiones y sistema financiero, y se ha visto obligada a aplicar un fenomenal tijeretazo en el déficit que nada tiene que envidiar al de Portugal, Grecia o Irlanda. Gracias a todo eso ha conseguido ampliar un año el recorte del déficit hasta el sacrosanto 3% del PIB. Bruselas había impuesto a España un programa de austeridad sin rescate; ahora tiene un rescate sin programa de austeridad, "porque en realidad ya lo está aplicando", explicaron fuentes diplomáticas.

Los bancos que acudan a las ayudas se verán obligados a aplicar severas reestructuraciones. Pero España, a su vez, y a diferencia de lo que defiende el Gobierno, deberá cumplir a rajatabla con el Pacto de Estabilidad, que fija ese 3% del déficit para 2014. También, con las recomendaciones de la Comisión: subida del IVA, aceleración en el retraso de la edad de jubilación, control del gasto en las comunidades o endurecimiento de las prestaciones por desempleo. Todo eso se da por hecho en Bruselas, que en cualquier caso podría dar un balón de oxígeno a España en este aspecto al no computar como déficit los intereses asociados al crédito para la banca tal y como ha ocurrido en otros países rescatados.

El vicepresidente Olli Rehn explicó este domingo que el rescate no supone "nuevas condiciones" en otras áreas, más allá de la banca, ya que "no se trata de salvar bancos a cualquier precio ni a banqueros ni accionistas", ha añadido esta mañana su portavoz. España debe aplicar "la condicionalidad política normal en el marco de la gobernanza económica reforzada de la UE", dijo; en definitiva, la misma intensa vigilancia, con numerosas misiones de expertos pero con una salvedad: en caso de incumplir, los problemas serán mayores. "Las condiciones no se conocerán hasta dentro de unos días, pero estarán focalizadas en el sector financiero. Sin embargo, incumplir el Pacto de Estabilidad suponía hasta ahora la apertura de un procedimiento, quizá la amenaza de una sanción. A partir del rescate puede suponer el cierre del crédito, según las normas del fondo de rescate", explicaron fuentes comunitarias.

La Comisión llevó al Eurogrupo un borrador del rescate muy parecido al texto final, incluso con la cifra pactada. La teleconferencia sirvió para empezar a discutir sobre las condiciones y para constatar un par de cosas. "Alemania fue muy constructiva", según fuentes europeas. "Holanda y Finlandia, sin embargo, dejaron claro que quieren garantías y condiciones estrictas", según las mismas fuentes.

En cuanto a los intereses que deberá pagar España por su deuda, el portavoz europeo ha señalado que una rentabilidad de entre el 3% y el 4% "es un porcentaje razonable" que está lejos de las condiciones actuales del mercado, donde los inversores reclaman más de un 6% por la deuda española a 10 años. A estos precios, ha añadido Alfataj, aumentaría el coste de la restructuración, por lo que el Estado obtiene con el plan de ayuda "un ahorro potencial". En cuanto a los plazos, habrá que esperar a que España firme el memorándum de la ayuda para concretarlos.

Las dos próximas semanas serán claves: Irlanda, Portugal y Grecia reclaman condiciones más suaves, a la española. Los países más duros tratarán de apretar las tuercas en el memorando de condiciones del rescate español para evitar ese efecto mimético en Dublín, Lisboa y Atenas. En fin, lo que el expresidente Felipe González denominó como una toma de decisiones "diabólicamente ineficaz", con la espada de Damocles de los mercados sobre España desde este mismo lunes.

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