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Irlanda y España, un mismo origen para un final diferente

Los dos países sufren por los excesos inmobiliarios y han tenido que rescatar a su banca

En esta crisis, Irlanda y España tienen algunos puntos en común. Los dos países cayeron en los exceso de una burbuja inmobiliaria colosal y en ambos casos esa burbuja ha acabado afectando a la solvencia de la banca y, con ella, del propio país. Las comparaciones se acaban ahí, sobre todo porque el peso de la banca en la economía irlandesa es muy superior (llegó a suponer casi ocho veces más que el PIB del país), porque en el caso irlandés casi la totalidad de la banca estaba al borde del abismo, algo que no ocurre en el caso español, y porque el choque de trenes fue tan brutal que el balance de las cuentas del Estado pasó de tener superávit en 2007 a alcanzar el 32% del PIB en 2010 a pesar de los drásticos programas de austeridad aplicados casi de inmediato. Plusmarca histórica de la zona euro.

Otra diferencia entre ambos países es que mientras Madrid ha ido negando la realidad y aplazando las medidas drásticas, Dublín echó mano del bisturí de inmediato. La burbuja inmobiliaria irlandesa estalló en 2007, arrastrando consigo a la economía y al sistema bancario, que se estima que ha perdido unos 100.000 millones de euros. En septiembre de 2008, ante la magnitud de la crisis bancaria, el Gobierno del Fianna Fáil decidió garantizar todos los depósitos bancarios y también, creando gran controversia, a los titulares de bonos del sistema bancario irlandés, con lo que la factura por la gestión irresponsable de los bancos en lugar de caer en quienes habían invertido en ellos (los bonistas) cayó en los contribuyentes.

Esa medida no fue suficiente y el Gobierno acabó nacionalizando casi todo el sistema. Primero Anglo Irish, en enero de 2009 (luego se supo que el banco había falsificado sus cuentas antes de la nacionalización) . Un mes más tarde tuvo que rescatar al Allied Irish Bank (AIB) y el Bank of Ireland (BoI). En paralelo, una agencia estatal creada al efecto, Nana, fue adquiriendo los créditos malos. Se estima que el Gobierno ha llegado a inyectar 75.000 millones de fondos públicos para salvar a los bancos.

Los mercados perdieron la confianza en Irlanda y empezó a dispararse el diferencial de tipos de interés en las subastas de bonos del Tesoro irlandés, lo que en última instancia llevó al Gobierno a recabar la ayuda internacional, algo que se consideró una enorme humillación en un país especialmente sensible en las cuestiones de independencia y patriotismo. Al final, el Gobierno recibió fondos por valor de 85.000 millones de euros, de los que 67.500 millones procedían del rescate internacional pactado el 29 de noviembre de 2010, y 17.500 millones procedían de reservas propias y pensiones del propio país.

Del rescate internacional, 22.500 millones llegaron desde el Mecanismo Europeo de Estabilidad Financiera (al que contribuyen los 27 Estados miembros de la UE), otros 22.500 procedían del Fondo Monetario Internacional, 17.700 fueron aportados por la Facilidad Europea de Estabilidad Financiera (de la que solo forman parte los países de la zona euro) y 4.800 millones de euros mediante préstamos bilaterales de Reino Unido y Suecia, que no forman parte de la zona euro.

El acuerdo inicial obligaba a Irlanda a reducir su déficit público por debajo del 3% para 2015 a cambio de esos préstamos, otorgados a un interés de en torno al 6% (un margen fijo del 2,925% y un margen variable en función de los mercados internacionales) y a un plazo de 10 años. El Gobierno que surgió de las elecciones generales de febrero de 2011 consiguió ampliar a 15 años el plazo de devolución y recortar a entre el 3,5% y el 4% el tipo de interés.

El país es el más aplicado de los tres intervenidos hasta ahora y la troika (Comisión Europea, BCE, FMI) dio su visto bueno en abril a un nuevo tramo de financiación al considerar que Irlanda está cumpliendo sus compromisos. El nuevo ministro de Finanzas, Michael Noonan, aseguró entonces que los bancos irlandeses no necesitan más capital y que el país quiere volver de forma gradual a los mercados este verano con la intención de una reintegración plena en 2013.

Sin embargo, el recrudecimiento de la crisis griega y su contagio a España ha puesto en cuestión ese calendario. Y cada vez hay más economistas que creen que Irlanda tendrá que recurrir a un segundo rescate, aunque sin las épicas proporciones del primero. En mayo, un informe del Deutsche Bank sostenía que las provisiones de la banca irlandesa por créditos fallidos quizás tengan que incrementarse en 4.000 millones más de lo estimado hace un año, lo que puede retraer a los inversores en deuda soberana “e inclinar la balanza a favor de que la deuda soberana necesite un segundo programa de préstamos”, según los autores del informe, citados por Bloomberg.

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