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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Unión bancaria embrionaria

Es necesario reforzar la Autoridad Bancaria Europea

Santiago Carbó Valverde

El comisario de Mercado Interior de la Unión Europea, Michel Barnier, presentó el miércoles un proyecto para una regulación europea sobre rescate y mecanismos de resolución de bancos. Hace un mes aproximadamente, me refería en estas mismas páginas a la necesidad imperiosa de crear una “Unión Bancaria Europea”, idea escasamente comentada hasta entonces. De cómo se debía ir más allá de homogeneizar reglas y de la posibilidad de que los bancos españoles y los de cualquier país de la UE pudieran beneficiarse de la misma. Por todo ello, creo que una propuesta para avanzar en mecanismos de prevención y resolución de crisis bancarias debe acogerse como un paso oportuno en la dirección correcta.

La propuesta (que incluye un borrador de directiva de 171 páginas) tiene elementos de diagnóstico y de resolución que darán lugar a un debate intenso. En este sentido, hay cuestiones que son fundamentales para que funcione una Unión Bancaria Europea que han sido identificados en la propuesta, entre los que conviene señalar que se propugne un fondo de garantía de depósitos común, un fondo de resolución —que aportarían los propios bancos— y la necesidad de promover fusiones transfronterizas para resolver problemas bancarios específicos de un país. La música suena bien. Si todo eso ya existiera, el problema actual del sector bancario español ya habría sido resuelto y, probablemente, ahora se estaría resolviendo el de otros bancos europeos en Alemania o Francia, por ejemplo.

La reforma es una oportunidad histórica que no debe despreciarse

Pero una cosa es el diagnóstico y otra es llevarlo a la práctica. Hay, al menos, dos elementos cruciales para que llegue a buen puerto, dos de los que ahora más se discuten. El primero es la existencia de un fondo de resolución común para los problemas bancarios. Idealmente, este fondo perseguiría que los episodios de insolvencia bancaria de una entidad financiera europea fueran cubiertos por un fondo en el que participan otros bancos de la UE, de modo que sean ellos quienes paguen y no el contribuyente. Esto requiere andar con cierto cuidado porque es un clásico de la regulación bancaria que cualquier fondo de cobertura de riesgos es, en sí mismo, un incentivo a adoptar más riesgo ya que, en caso de insolvencia, otras entidades acudirían al rescate. En mi opinión, este fondo solo puede tener éxito si se hace como complemento a un seguro de depósitos único, si en el fondo participan todas las entidades financieras (y no solo las grandes) y si el fondo va asociado a una autoridad bancaria europea que pueda ejercer normas de disciplina adicionales, como adoptar propuestas de cambio en la gestión de la entidad o de resolución privada (fusiones o absorciones). El empeño clásico europeo ha sido homogeneizar servicios y procedimientos, pero poco se ha logrado en materia de competencia e integración transfronteriza (que un gran banco de un país compre a un gran banco de otra nación, por ejemplo) y en la propuesta se habla de un papel de la Autoridad Bancaria Europea (ABE) como “mediador”. Insuficiente, porque si la ABE carece de algo, hasta ahora, es de “autoridad”. Por tanto, hay que dársela.

Finalmente, uno de los elementos que más se discuten es que el coste de los rescates bancarios lo sufran no ya solo los accionistas del banco en cuestión, sino también los tenedores de bonos. A estos se les presupone una cobertura pero esta tiene un límite, ya que no es indefinida, y cuando las cosas se ponen feas parece natural que participen de la resolución. Lo que ocurre es que estos inversores no siempre conocen bien los riesgos en los que incurren, algo que con frecuencia —en España lo sabemos— ha ocurrido. Por tanto, hay que contar con los tenedores de bonos con buena información y con cultura financiera para poder resolver las crisis bancarias.

Esta es una oportunidad histórica que no debería despreciarse. Cuanto antes se resuelva, más fuerte y cohesionada será Europa.

Santiago Carbó Valverde es catedrático de la Universidad de Granada y colaborador de Funcas y BMN.

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