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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El comercio exterior acusa el estancamiento europeo

Las exportaciones españolas han ganado cuota de mercado durante la crisis

Desde 2008 la demanda externa neta de bienes y servicios viene siendo el soporte fundamental de la economía española y el único desde 2010, cuando el viraje en la política fiscal hace que el gasto público deje de tener una contribución positiva al crecimiento del PIB. En los últimos cuatro años la aportación al crecimiento anual del PIB de la demanda externa (o saldo exterior, ya que es la diferencia entre las exportaciones y las importaciones) ha sido de casi dos puntos porcentuales por año. Esto ha permitido no solo que el PIB no disminuyera más de lo que lo ha hecho, sino reducir el enorme déficit de la balanza de pagos por cuenta corriente, que llegó a alcanzar el 10% del PIB en 2007. De hecho, el saldo de bienes y servicios de dicha balanza casi logró el equilibrio en 2010 y se prevé que registre ya un superávit significativo en 2012, aunque el saldo total aún se situará en números rojos debido a los déficits por rentas de inversión y transferencias.

Sin embargo, la composición de la aportación de la demanda externa al crecimiento del PIB ha ido cambiando paulatinamente. Desde la segunda mitad de 2009 hasta la primera de 2011 las exportaciones crecieron fuertemente tras la intensa caída de 2008, contribuyendo a la recuperación sobre todo de los dos sectores exportadores por excelencia, el industrial y el turístico. Pero en la segunda mitad de 2011 y el primer trimestre de 2012 el crecimiento de las exportaciones se fue apagando hasta hacerse negativo. La aportación del saldo exterior continúa siendo positiva, incluso ha aumentado, pero ello es porque las importaciones retroceden con fuerza, reflejando la nueva e intensa caída del gasto de los consumidores, empresas y sector público. La diferencia es que ahora los flujos del comercio exterior no contribuyen a dinamizar la producción y el empleo.

El fuerte crecimiento de las exportaciones de bienes y servicios en 2010 y 2011 (13,5% y 9%, respectivamente, a precios constantes) fue parejo al del comercio internacional, pero al contrario de lo que ocurría antes de iniciarse la crisis, dicho crecimiento fue notablemente superior al de nuestros mercados, definido como el crecimiento medio de las importaciones de los países a los que exportamos ponderado por la cuota que cada uno de ellos tiene en nuestras exportaciones. En 2010 las exportaciones españolas de bienes y servicios valoradas a precios constantes aumentaron 3,7 puntos porcentuales más que los mercados exteriores, según la estimación de la Comisión Europea, y en 2011, 4,8 puntos porcentuales más. Es decir, hemos ganado claramente cuota de mercado.

Los esfuerzos de empresas y trabajadores están dando resultados en términos de competitividad

Ello se explica fundamentalmente por dos factores: el primero es la propia caída del mercado doméstico, que incita a las empresas a volcarse más en los mercados exteriores; el segundo, la mejora de la competitividad. Los costes laborales por unidad producida en la industria aumentaron en España más de un 20% que la media de la zona euro entre 1998 y 2008, explicándose este aumento casi a medias entre el crecimiento de los salarios y la caída de la productividad relativos. El ajuste de los dos últimos años ha permitido reducir esta desviación a la mitad, con la consiguiente mejora de la competitividad. Los esfuerzos realizados por las empresas y los trabajadores están, por tanto, dando resultados.

El Ministerio de Economía publicó la semana pasada las cifras de comercio exterior de bienes hasta marzo, que mantienen la tendencia a la baja. Suavizando las series para evitar la elevada volatilidad mensual de estas cifras, las exportaciones del primer trimestre del año, a precios constantes, disminuyeron a un ritmo anualizado del orden del 2,5% respecto al trimestre anterior y las importaciones, al 7%. La caída de las primeras es consecuencia del retroceso de las destinadas a la Unión Europea, sobre todo de la zona euro, y de la notable desaceleración del resto. El saldo comercial no energético continúa mejorando rápidamente, hasta registrar ya superávit, pero la reducción del déficit total se ve frenada por el aumento del déficit energético como consecuencia de los mayores precios de la energía importada. Estamos remando a contracorriente, pero avanzamos.

Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (FUNCAS).

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