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El miedo a Bankia es el miedo a España

El banco se desploma en un día hasta un 29% en Bolsa por la desconfianza en sus cuentas La caída acumulada por el Ibex 35 ya es del 60%, la mayor de su historia

Miguel Jiménez
LOS CLIENTES DE BANKIA PEDIRÁN RESPONSABILIDADES. La Asociación de usuarios de Bancas, Cajas y Seguros (ADICAE) celebró ayer la primera asamblea de ahorradores que compraron títulos de la entidad cuando salió a Bolsa. La agrupación interpondrá una acción social de responsabilidad, no descarta la vía penal y propondrá la creación de un colectivo de afectados. En la imagen, una ahorradora afectada.
LOS CLIENTES DE BANKIA PEDIRÁN RESPONSABILIDADES. La Asociación de usuarios de Bancas, Cajas y Seguros (ADICAE) celebró ayer la primera asamblea de ahorradores que compraron títulos de la entidad cuando salió a Bolsa. La agrupación interpondrá una acción social de responsabilidad, no descarta la vía penal y propondrá la creación de un colectivo de afectados. En la imagen, una ahorradora afectada.Samuel Sánchez

¿Es viable Bankia? ¿Es solvente España? Nunca había estado tan conectado el miedo a que la respuesta a esas dos preguntas sea negativa. Bankia es una metáfora de la crisis española. Su balance tiene las heridas del estallido de la burbuja inmobiliaria, la recesión y el paro. Esas heridas, unidas a la chapucera actuación del Gobierno para relevar a su presidente y proceder a la nacionalización de su matriz, BFA, han metido el miedo en el cuerpo a ahorradores e inversores. Y el riesgo de que el agujero de BFA sea solo una parte del agujero del sector financiero español asusta a los mercados. Ese miedo provocó ayer que las acciones de Bankia llegaran a desplomarse en Bolsa hasta un 29%, aunque al final redujesen sus pérdidas al 14%. Y ese mismo miedo, aderezado con las dudas sobre las comunidades autónomas y con el riesgo de ruptura del euro por la parálisis política griega, llevó a la prima de riesgo de la deuda española a acabar el día con un nuevo máximo al cierre de 490 puntos básicos.

Las dudas entre la solvencia de la banca y del Estado están conectadas

A España se le está poniendo cara de Irlanda. Los problemas de la banca arrastraron a la isla a un rescate europeo. De nada sirvió la revisión por parte de expertos independientes de los balances de sus bancos, como la que ahora ha encargado el Gobierno español. De nada sirvió que Dublín proclamase que tenía cubiertas sus necesidades de financiación, algo parecido a lo que ahora dice el Tesoro. Llegó un momento en que el agujero de la banca era demasiado grande y los mercados dejaron de confiar en Irlanda, como antes en Grecia y luego en Portugal. En Bruselas cada vez más fuentes apuntan a que la UE tiene mecanismos para apoyar a España y que solo hace falta que el Gobierno lo pida, en lo que suena a una invitación que España no quiere aceptar. La única ayuda por la que suspira el Gobierno es la del Banco Central Europeo, que por ahora mira para otro lado.

Ayer era el día en que el Tesoro se volvía a medir con los inversores. Había subasta de títulos a tres y cuatro años y la prueba se superó sin problemas, con una demanda que triplicó la oferta y permitió colocar 2.490 millones, casi el máximo previsto. Parecían buenas noticias, aunque hubiera que pagar más de un 5% de interés por la deuda a cuatro años. La Bolsa hasta se animó a subir por un momento sin importarle que poco antes el Instituto Nacional de Estadística hubiera certificado la recaída de España en la recesión, agravada por los recortes en obra pública, educación y sanidad.

Pero algunos banqueros sabían desde primera hora que el día no iba a acabar bien. Estaban recibiendo llamadas de los analistas de la agencia Moody’s para advertirles de que iban a bajarles la calificación. La agencia da una última oportunidad de presentar alegaciones (a las que no suele hacer caso) antes de dictar su sentencia, algo que hizo pasadas las diez de la noche con una rebaja a 16 entidades, entre ellas Santander, BBVA y Caixabank.

Moody’s baja la nota a 16 entidades, entre las que no está Bankia

Moody’s justifica su decisión en las adversas condiciones operativas (recesión, crisis inmobiliaria, desempleo) y en el deterioro de los activos (aumento de la morosidad, no solo inmobiliaria). Pero también se aferra a ese círculo vicioso de la deuda y la banca. Baja la nota al Estado porque cree que tendrá que aportar más dinero para sanear a los bancos y baja la nota a los bancos porque la solvencia del Estado es menor y su apoyo, por tanto, más difícil. Además, subraya el difícil acceso a los mercados.

Entre los que recibieron la llamada de Moody’s no estaba Bankia. Pero la entidad iba a ser protagonista por su desplome en Bolsa. La sesión empezó con una caída del 4,5%, nada nuevo desde que se desató la crisis en la entidad, con el anuncio de dimisión de su presidente, Rodrigo Rato, y la nacionalización de la matriz, Banco Financiero y de Ahorros. Bankia ha sufrido 10 caídas consecutivas en Bolsa y los intentos de mantenerse a flote comprando sus propias acciones (tiene ya un 4,3% de autocartera) han fracasado.

Lo nunca visto desde Banesto

El desplome se aceleró tras sugerir la entidad que iba a reformular las cuentas de cierre de 2011. Eso provocó que las acciones cayesen un 11% el miércoles. La caída en Bolsa acentúa la desconfianza en la entidad y esa desconfianza no solo provoca retirada de depósitos (algo a lo que ayuda el tremendismo del Nobel Krugman al hablar de corralitos) sino también más ventas de acciones. A media mañana, el descenso superaba el 10%, luego el 17%, luego el 29%... Lo nunca visto desde la intervención de Banesto en 1993.

Aunque fueron algunas grandes órdenes de venta canalizadas a través de Santander, Credit Suisse, Merrill Lynch o BBVA las que agudizaron el desplome, en realidad el mayor goteo de ventas procedió de Bankia Bolsa, el intermediario bursátil de la propia entidad. Se trataba en su mayoría de órdenes pequeñas, muchas de un mismo número de acciones, con toda la pinta de proceder de inversores que acudieron a la oferta pública de suscripción de julio del año pasado por medio de la cual, contra viento y marea, Bankia salió a Bolsa. Los minoritarios tiraban la toalla. Unos 350.000 pequeños inversores, la mayoría clientes de la propia Bankia, compraron acciones en la salida a Bolsa a un precio de 3,75 euros por acción. A cierre de ayer, los que conserven las acciones han perdido el 62% de su inversión.

La mayoría de las ventas de acciones de Bankia ayer fueron de pequeños ahorradores

Esa misma deserción de los accionistas minoritarios es la que los responsables de Bankia temen que se produzca entre los ahorradores y depositantes, agravando su crisis. Aunque la entidad tiene la liquidez que ha recibido del Banco Central Europeo gracias al aval del Estado, una fuga de depósitos es lo peor que le puede pasar a una entidad financiera, puede tumbar a cualquiera.

Por eso, ese fue el parapeto de defensa tanto del Gobierno como de la entidad. El secretario de Estado de Economía, Fernando Jiménez Latorre, que comparecía para dar cuenta de la recaída en recesión, tuvo que dar explicaciones sobre la entidad. Negó que los clientes estén sacando sus depósitos de Bankia y aseguró que la entidad tiene “todo lo necesario” para ser un “éxito de futuro”.

Poco antes de las tres de la tarde, Bankia comunicó a la Comisión Nacional del Mercado de Valores que “la operativa de Bankia ha transcurrido dentro de los parámetros habituales en la red de oficinas”. “La evolución de los depósitos en la primera quincena del mes de mayo tiene un carácter sustancialmente estacional”, señaló, en referencia a que los clientes suelen retirar parte de la pensión o la nómina que cobran para afrontar los gastos del mes, sin que eso tenga un gran efecto en una entidad con unos 120.000 millones en depósitos. La entidad señaló que tampoco espera grandes cambios en los próximos días, antes de recordar el respaldo dado por Economía y el Banco de España a los depositantes, que se suma a la garantía de los primeros 100.000 euros que da el Fondo de Garantía de Depósitos.

Bankia defiende su solvencia

El nuevo presidente de Bankia, José Ignacio Goirigolzarri, también hizo un llamamiento a la calma: “Los depositantes de Bankia pueden estar absolutamente tranquilos sobre la seguridad de los ahorros que han confiado a la entidad”. Goirigolzarri ha tenido un aterrizaje forzoso en Bankia. Llega en mitad de la tormenta a la entidad con más activos tóxicos del ladrillo de todo el sector financiero español y también con más crédito promotor teóricamente sano (pero bajo sospecha). Las exigencias de nuevas provisiones del Gobierno imposibilitan que Bankia logre beneficios. Antes de empezar a actuar, quiere una radiografía completa de cómo está la entidad.

Con la sucesión en Bankia se reproduce lo que ocurrió con el cambio de Gobierno en España. El nuevo equipo no reconoce las cuentas del anterior y se dispone a reformularlas. España dijo que su déficit de 2011 era del 8,5% y no le importó cargar algunas partidas extraordinarias que no eran propiamente de ese año para facilitar la comparación, aunque eso ha perjudicado mucho a la credibilidad de España. Ahora, el nuevo equipo de Bankia se dispone a hacer limpieza para poner las cuentas en orden, aunque eso suponga reconocer de un golpe pérdidas cuantiosas y reclasificar como morosos o subestándar créditos que se han mantenido al corriente de pago, en parte por refinanciaciones artificiales. El problema es que a estas alturas del año, aún no hay cuentas auditadas de Bankia y BFA de 2011. Nadie sabe cuánto vale la entidad, nadie se fía, todos venden.

Goirigolzarri quiere presentar sus planes para la entidad la próxima semana

Goirigolzarri piensa presentar las cuentas de Bankia la próxima semana y dará a conocer entonces sus planes para la entidad. Dichos planes pueden contemplar una nueva petición de ayudas públicas con que hacer frente a las provisiones exigidas, que son con el último decreto son de 4.700 millones.

Los demás bancos escoltaron a Bankia en su descenso bursátil. Con ello, el Ibex 35 no solo retrocedió hasta su nivel más bajo desde 2003, sino que, además, la caída acumulada desde el máximo intradía de 16.040 puntos que alcanzó en noviembre de 2007 es ya la mayor en la historia del índice. Ayer ese retroceso ya era del 60%, con lo que el descenso bursátil de esta crisis ya supera a la anterior etapa más negra de la Bolsa, la causada por el estallido de la burbuja tecnológica, el corralito argentino, la devaluación del real brasileño, los atentados del 11-S en Nueva York y Washington y la sucesión de escándalos corporativos (como el de Enron), que provocaron un descenso del 59,4% en dos años y medio.

La banca, el gran quebradero de cabeza

La banca es la gran culpable de esa caída bursátil. Y la banca es la gran preocupación sobre la solvencia de España. El Gobierno ultima el encargo de la valoración de sus balances a dos expertos independientes, una iniciativa que deja en la picota al Banco de España, blanco favorito del PP contra el que ayer disparó Esperanza Aguirre. La fusión para crear Bankia de Caja Madrid con otras seis entidades “fue un matrimonio a punta de pistola”, dijo, obviando el hecho de que su partido tenía el control no solo de Caja Madrid, sino también de la mayoría de las demás cajas que se fusionaron.

Los expertos elegidos se conocerán hoy. Se da por seguro que uno será la consultora Oliver Wyman, aunque hay más dudas de que Blacrock sea la segunda por sus conflictos de intereses. No solo el Banco de España queda tocado por la iniciativa. En tanto la valoración no se realice, en al menos uno o dos meses, ¿quién se cree las cuentas de la banca? La desconfianza que afecta a Bankia de un modo extremo, también castiga al resto de entidades. La idea de que sean los bancos sanos los que paguen el rescate de los enfermos empieza a parecer inviable y si los expertos sentencian que hay un agujero en la banca Española (aunque no sea en toda), el uso de dinero público será inevitable. Hay quienes creen que ese será el momento en que España pida ayuda a Europa. Algo parecido a lo que pasó en Irlanda.

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Miguel Jiménez
Corresponsal jefe de EL PAÍS en Estados Unidos. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactor jefe de Economía y Negocios, subdirector y director adjunto y en el diario económico Cinco Días, del que fue director.

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