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La partida acaba de empezar

El conflicto entre Repsol y Argentina entra en una situación de calma aparente Industria asegura que el conflicto de Repsol en Argentina se va encauzando Una misión de Bruselas se reunirá en Buenos Aires con el Gobierno de Kirchner

Francisco Peregil
Cartel de Repsol junto a las Torres de la Castellana.
Cartel de Repsol junto a las Torres de la Castellana.Uly Martín

La operación de desgaste que ha venido utilizando desde enero el Gobierno de Argentina con Repsol-YPF no ha terminado. Aunque el ministro español de Industria, José Manuel Soria, emitió ayer un mensaje tranquilizador desde Madrid, fuentes cercanas a la negociación reconocen su inquietud ante la evolución de las negociaciones. “A lo largo de las últimas 48 horas las cosas parece que se encauzan y esperemos que eso siga siendo así”, declaró el ministro en Madrid, al tiempo que reconocía no haber tenido contacto en las últimas horas con las autoridades argentinas.

El “encauce” de las cosas en realidad significa que lo peor no ha sucedido. No se produjo el jueves ningún anuncio de intervención sobre Repsol-YPF, como se esperaba. Y eso le da a la empresa margen para seguir negociando. Pero desde que el ministro español emprendió el pasado lunes 27 de febrero un viaje relámpago para entrevistarse con los titulares de Energía y Planificación argentinos, las relaciones están en punto muerto. Soria regresó a Madrid con la convicción de que se había alcanzado un acuerdo para crear un equipo de trabajo entre España y Argentina que ayudase a solucionar el problema. El Gobierno argentino, a través de un comunicado conjunto de los ministros de Energía, Hernán Lorenzino, y de Planificación, Julio de Vido, negó la existencia de ese acuerdo. Sin embargo, Soria envió desde Madrid un correo electrónico a De Vido en el que le decía quiénes conformarían el equipo por parte española —subsecretario, director general y jefe de Gabinete del Ministerio de Energía— y solicitaba que se le anunciara la fecha del encuentro. José Manuel Soria jamás recibió respuesta a ese mensaje. Y, desde entonces, la comunicación con Julio de Vido está suspendida.

La incertidumbre, la desinformación y la inseguridad jurídica siguen martilleando los cimientos de la mayor empresa de Argentina. Ahora mismo nadie sabe con certeza si esta semana los gobernadores continuarán revirtiendo áreas de explotación a Repsol-YPF o pararán durante siete días para proseguir más tarde, cuando parezca que la tormenta amainó.

Algunos gobernadores de las 10 provincias petroleras, cuya economía depende en buena parte del dinero que les llega desde el Gobierno nacional, se encuentran entre la espada y la pared. Por una parte han de cuadrarse ante las directrices que les llegan desde la Casa Rosada en su política de quitar áreas de explotación a Repsol-YPF. Y por otra, a medida que la rescisión de las áreas se haga efectiva en un plazo de 90 días, deberán asumir los sueldos de las plantillas y la pérdida de las regalías que Repsol-YPF dejará de enviar por cada área revertida. Para evitar que la operación de desgaste termine desgastándole a ellos, Cristina Fernández y los gobernadores deberían encontrar en el plazo más corto posible nuevos socios dispuestos a invertir más de lo que Repsol-YPF está dispuesta a hacer.

Soria no mantiene contactos con su homólogo desde el pasado febrero

Para los directivos de Repsol, el hecho de que la presidenta no anunciase el pasado jueves ningún tipo de intervención sobre la propiedad de las acciones fue una oportunidad más para seguir negociando. Pero, al mismo tiempo, creen que las principales exigencias del Gobierno argentino son imposibles de cubrir. “Desde que Repsol compró YPF en 1998 hemos invertido en este país 20.000 millones de dólares [15.293 millones de euros]. El año pasado invertimos 3.200 millones de dólares y este esperamos invertir 3.500, mucho más que cualquier otra compañía petrolera. Pero nos exigen que pongamos sobre la mesa 6.000 o 7.000 millones. Les decimos que si se pudiera hacer eso nuestros accionistas nos meterían en la cárcel, y ellos responden que ese no es su problema. Nos piden que volvamos a traer al país los beneficios que hemos repartido en años anteriores, lo cual es jurídica y económicamente imposible”, indicó una fuente de la compañía.

El próximo jueves llegará a Buenos Aires una delegación de la Comisión Europea. Entre los temas previstos para debatir con las secretarías de Comercio y Relaciones Económicas Internacionales se encuentra el de las restricciones a la importación y la política energética con respecto a las tarifas de luz. “No es solo la cuestión de Repsol la que preocupa en Europa. En Italia también hay mucho malestar con la política de tarifas que se está aplicando con Endesa. El Gobierno no le permite a ciertas compañías aumentar el precio que paga el usuario por sus servicios, y eso les está ocasionando bastantes problemas de liquidez”, indicó una fuente próxima a las negociaciones.

Algunos directivos de las empresas españolas radicadas en Buenos Aires miran con mucha preocupación lo que le sucede a Repsol. El total de esas compañías suman el 20% del producto interior bruto de Argentina. Recuerdan que en 2001, “cuando el país estaba en bancarrota, ni una sola de las empresas españolas se fue”. “Aquel año, cuando ningún país en el mundo le prestaba dinero a Argentina, el Gobierno español prestó mil millones de dólares”, comenta el presidente de una de las compañías con mayor peso.

“El Gobierno español llegó a recibir una queja de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) por prestar dinero a Argentina”, señala un economista español. “Y desde España se le dijo que ese dinero era solo para financiar al país, para aportar liquidez al Gobierno. También es verdad que Argentina ha ayudado muchas veces a España en el pasado enviándole trigo y materias primas. Y siempre ha sido un país de acogida”.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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