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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Primeras impresiones sobre los Presupuestos

Las cuentas públicas no son el problema, sino la desconfianza que inspira la evolución económica

Con más retraso del que hubiera sido de desear, el Gobierno aprobó el viernes los Presupuestos Generales del Estado para 2012 (PGE-12). Como había sido anunciado, el objetivo central de la política fiscal en este año es reducir el déficit público del 8,5% del PIB hasta el 5,3%. Ahora bien, en estos presupuestos no aparecen, obviamente, todas las previsiones y medidas necesarias para llegar a este objetivo, ya que los mismos sólo se refieren a las administraciones centrales, es decir, al Estado y la Seguridad Social. El resto de previsiones y medidas tendremos que buscarlos en los presupuestos de las comunidades autónomas y corporaciones locales.

El Estado y la Seguridad Social registraron en 2011 un déficit conjunto de 55.700 millones de euros, un 5,2% del PIB, y tendrán que reducirlo en unos 18.000 millones para dejarlo en el 3,5% del PIB. Como la Seguridad Social, sin incluir las prestaciones por desempleo, podría tener un déficit de cinco o seis mil millones, al Estado le toca compensar este agujero con las consiguientes transferencias. También se tendrán que compensar el aumento de la carga de intereses de la deuda, los aumentos de las pensiones de las clases pasivas, el aumento de las prestaciones por desempleo que cabe prever por el aumento del paro, y otras partidas que en la jerga presupuestaria se denominan “comprometidas” de antemano. Por todo ello, los PGE contemplan que los recortes del gasto y los aumentos de los ingresos que el Estado debe hacer suman 27.300 millones. El 45% de esta cantidad (12.314 millones) se pretende conseguir con subidas de impuestos y el resto, mediante recortes de gasto.

Pero esta cifra se queda, en mi opinión, algo corta. Sobre todo porque parece no tener en cuenta que no solo hay gastos comprometidos que aumentan y hay que compensar, sino que los ingresos, en un contexto de recesión, también caen, y también hay que compensar esta caída. En el gráfico superior izquierdo puede verse que estamos en una fase cíclica en la que el PIB es notablemente inferior a su nivel tendencial de largo plazo. Es lo que los economistas denominamos output gap negativo (diferencia porcentual entre el PIB observado y el tendencial). Este año, para el que se espera una caída del PIB del 1,7%, dicho gap va a disminuir (hacerse más negativo) en unos 2,7 puntos porcentuales. Si tenemos en cuenta que los ingresos públicos se reducen 0,4 puntos del PIB por cada punto que se reduce dicho gap, llegamos a la conclusión de que este año las administraciones públicas van a ver disminuir sus ingresos de forma automática en más de un punto porcentual del PIB. Más de la mitad de esta pérdida recaería en las cuentas del Estado y la Seguridad Social.

No parece coherente que los ingresos previstos vayan a subir en unos 2.500 millones de euros

En los presupuestos, sin embargo, se prevé que los ingresos del Estado, antes de aplicar las nuevas medidas fiscales (los citados 12.314 millones), suban en unos 2.500 millones, lo que no parece muy coherente con el cuadro macroeconómico, a no ser que haya previstos ingresos no tributarios no conocidos el pasado viernes.

Lo dicho para los PGE podría valer, aun sin conocerlos, para los presupuestos de las CC AA y de la Seguridad Social. Cabe el peligro de que sus previsiones de ingresos vuelvan a ser optimistas, como en los últimos años. Por todo ello, no está claro de antemano que con estos presupuestos quede garantizada la consecución del objetivo de déficit del 5,3%.

Llegados a esta conclusión, muchos se preguntarán: ¿pero realmente es necesario llegar a este déficit en 2012? La pregunta toma más relevancia a la vista del titánico esfuerzo que hay que hacer en la reducción del componente estructural del déficit [gráfico superior derecho] y su impacto sobre la economía y el empleo. A la vista de la comparación de las cuentas públicas de España con las de la zona euro [gráficos inferiores], sobre todo en la variable más importante, la deuda pública, no parece que sea necesaria tanta urgencia. Pero es que el problema de España no son sus cuentas públicas, es la desconfianza que inspira la evolución de su economía, los efectos de la absorción de la crisis inmobiliaria, la elevada deuda privada y el impacto de todo ello sobre su sistema financiero. Hay que ganarse la confianza y eliminar un foco de problemas, por eso hay que reducir el déficit.

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