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La huelga general paraliza los transportes públicos en Portugal

El metro y los autobuses no funcionan y se han suspendido los servicios portuarios El segundo gran paro en cuatro meses afecta a escuelas y hospitales de manera desigual

Antonio Jiménez Barca
Un policía golpea a una fotógrafa durante una carga policial en Lisboa.
Un policía golpea a una fotógrafa durante una carga policial en Lisboa.HUGO CORREIA (REUTERS)

La huelga general en Portugal, la segunda en cuatro meses y la segunda también contra el Gobierno del conservador Pedro Passos Coelho, elegido en junio, ha paralizado la mayoría de los transportes públicos en las principales ciudades del país. En Lisboa no funciona el metro, que permanecerá cerrado hasta el viernes por la mañana. Los barcos que unen la capital con las localidades ribereñas cercanas son muy escasos. Tampoco funcionan los trenes y los autobuses urbanos lo hacen a medio gas. Lo mismo ocurre en Oporto. Hay escuelas cerradas, sobre todo en enseñanza primaria, y en los hospitales, según informa la prensa portuguesa, hay consultas que se han tenido que aplazar por falta de servicio.

Otras muchas escuelas e institutos funcionan con plena normalidad y por la televisión portuguesa desfilan usuarios que aseguran que han sido atendidos sin retrasos reseñables en consultorios y centros de salud. Las tiendas, los centros comerciales, los bancos y los bares y restaurantes de Lisboa se encuentran abiertos y atendidos como cualquier otro día. El Gobierno anunció que no dará datos del seguimiento del paro. Por su parte, el secretario general de la central sindical convocante del paro (CGTP), Arménio Carlos, ha manifestado que, por ahora, ve “positivo” el seguimiento de la jornada de protesta pero ha aclarado que comprende “las dificultades” de muchos trabajadores para renunciar a un día de sueldo. “Hay muchos que nos lo han dicho de viva voz, que les gustaría hacer huelga pero que no pueden porque no les llega”, añadió.

El detonante de la huelga fue la reforma laboral aprobada en enero, en la que se abarataba el despido y las horas extras, se acortaban las vacaciones y se retiraban varios días festivos en aras de mejorar la productividad de Portugal. Llovía sobre mojado: meses antes, Passos Coelho había anunciado la retirada de las pagas extras de funcionarios y pensionistas y poco después el Gobierno subía el IVA hasta el 23% en muchos productos, incluidos algunos alimentos como los yogures, y ordenaba el cobro de cinco euros en las consultas médicas ordinarias.

Armério Carlos nunca aceptó esa reforma laboral. De hecho, se levantó de la mesa donde se negociaba, asegurando que significaba “la vuelta a la edad media”. Por el contrario, la segunda central sindical del país, la UGT, firmó el acuerdo “como una muestra de responsabilidad”, apelando al mal menor, y no se ha sumado a la huelga general de hoy. “Los derechos a los trabajadores no son privilegios”, ha manifestado hace unas horas Armério Carlos, un líder que hoy parece omnipresente en todas las cadenas de televisión y en todos los lugares de protesta de Lisboa. “Y nuestro deber es preservarlos para que pasen a las siguientes generaciones”, añadió.

Más allá de la huelga, hay convocadas varias manifestaciones y concentraciones en Lisboa y en otras ciudades portuguesas. Ya el pasado 11 de febrero, la CGTP convocó una marcha de protesta en el corazón de la capital lusa que, según el sindicato, reunió a decenas de miles de personas.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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