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Ángel de Cabo dirigía Nueva Rumasa dos meses antes de anunciar su compra

El empresario comparece este martes en la Audiencia Nacional por el caso de los pagarés

José María Ruiz-Mateos, antes de ofrecer una rueda de prensa.
José María Ruiz-Mateos, antes de ofrecer una rueda de prensa.CLAUDIO ÁLVAREZ

El empresario Ángel de Cabo ya controlaba Nueva Rumasa dos meses antes de que la familia Ruiz-Mateos anunciara que le vendía el conglomerado, según se desprende de la declaración testifical de una de las empleadas del grupo. De Cabo y dos colaboradores comparecerán este martes ante el juez de la Audiencia Nacional Pablo Ruz en calidad de imputados por presuntos delitos de blanqueo de capitales e insolvencia punible. Lo harán en la causa abierta por la presunta estafa de 337,3 millones de euros a 4.110 inversores en pagarés de Nueva Rumasa.

El empresario valenciano, que fue el último propietario de Viajes Marsans, adquirió 75 sociedades de Nueva Rumasa, a través de la sociedad Back in Business, muchas de ellas radicadas en paraísos fiscales. La compra se anunció el pasado 9 de septiembre y el juez considera que la operación pudo constituir un fraude con la finalidad de sustraer activos en su beneficio y en contra de los acreedores.

En su declaración ante el juez, la empleada, que trabajó en Nueva Rumasa durante 37 años, relata cómo el 27 de julio de 2011 se trasladó junto a 18 compañeros a Valencia para asistir a una reunión con Ángel de Cabo, su colaborador Iván Losada -que ejerce como director general de Nueva Rumasa y también declarará este martes como imputado- y otros dos empleados. A este encuentro también asistieron José María, Francisco Javier y Álvaro Ruiz-Mateos y el sobrino de Teresa Rivero, Alfonso Barón Rivero, presunto responsable de la estructura societaria en paraísos fiscales y que está citado el miércoles a comparecer.

Según la testigo, De Cabo les informó en la reunión de que él "era el dueño de todo" y que "llevaba una semana dirigiendo el grupo y que aquella persona que no estuviera de acuerdo, que se marchara". Al día siguiente, Javier Ruiz-Mateos les explicó en Madrid que la empresa "seguía siendo de la familia" y que De Cabo "era una especie de director general que iba a tratar de sacar el máximo beneficio a la situación". La empleada también expuso las quejas de la familia que, al final del verano, lamentaban que de De Cabo "no les dejaba" el dinero acordado y ya "no controlaban nada".

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