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Refinanciación bancaria

Bufé libre de un billón de euros

La segunda subasta del BCE dará tranquilidad al mercado y suavizará el problema de la banca La economía real no se beneficia: no hay crédito

Claudi Pérez
Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo, el pasado 12 de enero en la sede del organismo, en Fráncfort.
Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo, el pasado 12 de enero en la sede del organismo, en Fráncfort. ALEX DOMANSKI (REUTERS)

Europa tiene un viejo problema por resolver. Y nada menos que en sus bancos, el principal engranaje del sistema circulatorio de la economía.

Cinco años después del inicio de una crisis de múltiples caras, la banca europea no ha sabido resolver el estropicio que tiene en sus tripas, pese a haber engullido miles de millones de euros en inyecciones de liquidez barata o directamente con salvavidas de los Estados y bancos centrales. El dinero público siempre ha estado disponible, al rescate de los bancos. Y aun así en los balances hay todo tipo de basura: la antigua (activos tóxicos, empacho de ladrillo) y la nueva (la deuda pública, que antes era la inversión más segura del mundo y ahora es un dolor de cabeza). Nadie sabe cómo están los bancos. Y solo el Banco Central Europeo (BCE) ha sido capaz de evitar un accidente a lo Lehman Brothers: primero con una lluvia incesante de dinero y con la tímida compra de bonos; últimamente, con Mario Draghi en la presidencia, con un enfoque renovado capaz de torear la ortodoxia alemana: con una multimillonaria subasta de liquidez, una auténtica barra libre (casi medio billón de euros) que ha evitado el caos en la banca y en la deuda pública y, como poco, ha servido para ganar tiempo. Mucho tiempo (tres años) y a buen precio para los bancos (apenas el 1% de interés).

El miércoles llega la segunda edición de ese bufé libre. Lo más probable es que la banca repita y se enchufe medio billón más, aunque las cifras no están claras: hay analistas que piensan que serán solo 350.000 millones. Otros creen que se puede llegar al billón, porque el BCE ha puesto todo tipo de facilidades. De esos números pueden extraerse todo tipo de consecuencias sobre la resistencia del sistema bancario y sobre el estado de salud de la economía. Las fuentes consultadas coinciden en que de esa segunda subasta depende la tranquilidad de los próximos meses, a la espera de que Bruselas dé un paso adelante definitivo para resolver este endiablado rompecabezas que supone una crisis que afecta a los mercados financieros y a la economía real, a la deuda y al paro, a cualquier cosa que se analice en estos tiempos de enorme incertidumbre.

Draghi ha logrado torear la ortodoxia alemana al ofrecer liquidez a la banca

Las cifras marean: si al final son 500.000 millones más, las dos subastas sumarán un billón de euros en total. Todo ese dinero habrá servido para calmar las aguas, al menos temporalmente, tanto en la banca como en los bonos soberanos. Pero cuidado: no ha conseguido desencallar el crédito a los hogares y a las empresas. Si viene una recesión profunda y la banca no presta, ¿para qué sirven entonces las muletas que proporciona el BCE?

“Para evitar el caos”, asegura Nicolas Veron, investigador del Peterson Institute. Las subastas han dado la vuelta a uno de los círculos viciosos en los que está metida la economía europea: la espiral que se retroalimenta entre la deuda pública y los bancos. “La superbarra libre ha creado un oasis de tranquilidad (artificial) que ha permitido un cierto relajamiento de las primas de riesgo y un respiro al sector financiero. Objetivo cumplido”, apunta Verón.

De la subasta del miércoles depende la tranquilidad de los próximos meses

Pero no del todo. “Esperamos que el crédito acabe llegando a la economía real”, dijo Draghi al anunciar la medida. Eso no ha sucedido. Un segundo círculo vicioso relaciona el mal estado de los bancos y la economía real: la banca no da crédito, y eso agudiza la recesión. A su vez, la crisis impide que haya demanda solvente de crédito, el principal negocio de los bancos. A finales del año pasado, los préstamos caían en casi la mitad de los países de la UE, y con fuerza en España (3% de retroceso) o Reino Unido (7,2%), por ejemplo. “El BCE ha conseguido impedir que el sistema quebrara, que todo se fuera al garete. Ha salvado a la banca europea y al euro. Pero eso no deja de ser una especie de bypass: todas las economías siguen sobreendeudadas; toda esa grasa no se elimina de un día para otro. El crédito acabará llegando si la salud del sistema sigue mejorando; es decir, muy poco a poco. Históricamente, de estas crisis se sale en 10 años: no pidamos trucos de magia al BCE”, advierte Vicente Cuñat, de la London School of Economics.

La primera subasta data de mediados de diciembre. Desde entonces, las primas de riesgo han bajado, en especial en Italia y España: los bancos se llevaban ese dinero al 1% y lo invertían en bonos emitidos básicamente por Madrid y Roma a tipos mucho más altos, un negocio redondo para las entidades (dinero fácil) y para los Estados (cuyos intereses se han ido relajando paulatinamente con esa demanda). Hay también una incipiente reapertura en otros mercados: los bancos y algunas empresas han podido salir a emitir dinero, los tipos de interés se han moderado, la volatilidad se ha reducido.

La primera subasta ha permitido bajar las primas de riesgo de Italia y España

Es poco probable que la segunda subasta tenga un efecto tan positivo. Hay quien opina que sea la que sea la cifra final que piden los bancos, las consecuencias serán negativas: “Si piden menos, los mercados creerán que van a volver las tensiones en la deuda porque los bancos ya no van a comprar tanto; si la cifra es enorme, empezarán las dudas con los riesgos que toma el BCE y sobre la salud de la banca”, apunta Simon Smith, economista jefe de FXPro.

Lo inquietante es que todo ese dinero se considera solo una cura de primeros auxilios, la última versión de la patada delante a la que Europa nos ha acostumbrado. La economía y las finanzas de la UE siguen plagadas de minas, de bombas de tiempo que deberían ser desactivadas. Y el activismo de Draghi tiene riesgos: Jens Wiedman, presidente del Bundesbank, ya ha advertido de que el BCE está siendo “demasiado generoso” en su política de liquidez: está convencido de que se han creado incentivos perversos para la banca, que pueden derivar en una fuerte presión inflacionista.

Los efectos de esta segunda cita no serán tan positivos, según los expertos

Lo curioso es que los expertos ponen el énfasis en el lado contrario: a Draghi no le ha costado gastar lo que haga falta en la banca, y sin embargo solo compraba deuda a cuentagotas con el cuento de los incentivos perversos: para que los Estados no se convirtieran en adictos a esas medidas y aprobaran los recortes. “Draghi ha sido inteligente y ha sorteado la ferviente ortodoxia de Berlín, pero en este momento debe enfrentarse al hecho de que media Europa odia a Alemania y Alemania odia las soluciones que está adoptando Europa”, avisa Charles Wyplosz, del Graduate Institute. “Los bufés libres pueden ser indigestos”, cierra.

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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