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Portugal: una reforma con el sello de garantía de la troika

El Gobierno del conservador Pedro Passos Coelho ha abaratado y facilitado el despido

Antonio Jiménez Barca
El primer ministro portugués, Pedro Passos Coelho.
El primer ministro portugués, Pedro Passos Coelho.MANUEL DE ALMEIDA (EFE)

El Gobierno del primer ministro portugués, el conservador Pedro Passos Coelho, aprobó en enero una reforma laboral, alentada desde la troika, que abarata y facilita el despido en este país. El Gobierno renunció a una de las medidas más polémicas, anunciada meses atrás: el permiso para que todos los asalariados trabajaran media hora más al día sin coste alguno para la empresa. Pero, a cambio, los asalariados tendrán tres días menos de vacaciones, cuatro fiestas menos, y las empresas decidirán sobre los puentes. Además, todo trabajador pondrá a disposición de la empresa un banco de horas personal y gratuito del que esta dispondrá a su gusto y necesidad, siempre y cuando no emplee más de 50 horas a la semana o 150 al año.

Los trabajadores despedidos con esta reforma tendrán derecho a 20 días de salario por cada año trabajado, con un límite máximo de 12 retribuciones y sin límite mínimo. Hasta ahora, los asalariados eran compensados con 30 días. Esta reforma también fija un límite máximo menor: de 1.257 euros se pasa a los 1.048.

Los trabajadores despedidos tendrán derecho a 20 días de salario por cada año trabajado

Las condiciones de los despidos también varían. Se podrá despedir a un trabajador “por inadaptación al puesto de trabajo” sin que este puesto de trabajo haya variado en sustancia. Esto es, bastará “una modificación sustancial de la prestación realizada por el trabajador que acarree una reducción continuada de la productividad o de la calidad o que conlleve averías repetidas en los medios de trabajo”, según reza el texto de la ley.

El acuerdo, resultado de una negociación maratoniana de 17 horas, fue firmado por uno de los dos sindicatos principales del país, la UGT. El otro, la CGTP, situado más a la izquierda, se levantó de la mesa por considerar que “se volvía a la Edad Media”. Los representantes de UGT consideraban también que era un texto perjudicial para los trabajadores, pero defendieron su postura argumentando que, gracias a su negociación, se habían suavizado algunas posturas draconianas del Gobierno.

El ministro de Economía, Álvaro Santos Pereira, subrayó entonces la necesidad alarmante de mejorar la productividad de las empresas portuguesas para evitar el colapso económico. No solo la falta de productividad ahoga a Portugal. El paro comienza también a pesar mucho: el Instituto Nacional de Estadística reveló el jueves que el desempleo llegó en 2011 al 14%. A finales de 2009 se encontraba en el 10,7%. Y todo indica que la profunda recesión que vivirá Portugal en 2012 —el Gobierno la cifra en un 3%, pero los expertos auguran un 5%— elevará mucho esa cifra.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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