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La filial de EE UU hace caer un 35% el beneficio del BBVA en 2011

Francisco González considera que una fusión con Bankia "sería muy difícil"

Francisco González comenta el balance de 2011.
Íñigo de Barrón

Al mal tiempo, buena cara. Eso ha debido pensar el presidente del BBVA, Francisco González. En la presentación de los resultados de 2011, que suponen una caída del beneficio neto del 34,8%, hasta los 3.004 millones, afirmó: "Es el mejor momento de la entidad en 16 años, incluyendo desde que presidía Argentaria". González es copresidente del BBVA desde 1999. "Nunca el banco había sido tan fuerte como ahora y no había estado tan distanciado de los demás. En los próximos dos o tres años todavía sacaremos más ventaja a los competidores".

González, que llegó a la presidencia de Argentaria elegido por el PP, abundó en este discurso entusiasta y retador, con numerosos ataques velados al Santander. En 2009, la acción llegó a valer 13,5 euros, apenas supera ahora los 7 euros.

El BBVA no ha realizado provisiones extraordinarias para las nuevas exigencias del Gobierno. Según su presidente lo harán cuando se sepa "exactamente lo que dice la reforma financiera". No obstante, el negocio de Estados Unidos ya castigó la cuenta de resultados. El ajuste del sobreprecio pagado por la filial y las provisiones necesarias han supuesto un cargo de 1.011 millones. No es la primera vez que el BBVA sanea su negocio estadounidense, pero el primer ejecutivo se mostró convencido del crecimiento de esta filial y prometió beneficios en el futuro.

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Sin esta dotación, el banco hubiera ganado 4.015 millones, un 12,8% menos. La razón es que los gastos suben un 11% por la expansión internacional y la inversión en tecnología, mientras los ingresos caen un 1,6%. El 65% del resultado procede de mercados emergentes, como México, el pulmón del grupo; el 25% de España (aunque el beneficio cae aquí un 40%) y el 5% restante de Estados Unidos.

El banco tendrá que realizar provisiones para cubrir el ladrillo por algo más de 3.000 millones. Además, le faltan 1.000 millones para cumplir con las exigencias internacionales de capital. Esto supone un fuerte castigo para la cuenta, mitigado por casi 900 millones en provisiones genéricas. González no desveló de dónde sacará el dinero. "No habrá ampliación de capital; no se venderán activos estratégicos ni no estratégicos y no recortaremos el dividendo. Lo tenemos todo pensado. No tendremos que hacer como otros para cumplir con las nuevas exigencias", en referencia a las desinversiones del Santander.

Preguntado por las diferencias entre su entidad y la que preside Emilio Botín, afirmó: "Nosotros hemos salido reforzados de esta crisis". También hizo otra comparación aparente cuando afirmó que el BBVA ha estabilizado la morosidad, "contra lo que está ocurriendo en otros grupos".

González alabó la ruta escogida por el Gobierno, aunque no quiso calificar su actuación "hasta no ver los resultados de las reformas". Sobre las compras en España, dijo que una fusión con Bankia sería "muy difícil por multitud de razones. Daría lugar a un jugador tan grande que crearíamos, probablemente, un problema. Las entidades tienen que ser más fuertes pero no tienen que plantear un riesgo sistémico", añadió González, que no quiso opinar sobre si creía que era mejor colocar Bankia por unidades.

La expansión y la inversión tecnológica elevan los gastos un 11%

Sobre la reestructuración mandó cuatro mensajes: que las cajas con ayudas no deberían participar en compras; que las nacionalizadas deberían ser vendidas inmediatamente (y el BBVA participará, sobre todo en CatalunyaCaixa); que nunca "se debe destinar recursos públicos en una caja no viable como se hizo en el pasado", y que las provisiones deberían desembolsarse en un año, como va a hacer el BBVA. En esto sí coincide con Botín.

Respecto a la culpabilidad de los banqueros en la crisis, González recordó que en marzo de 2008 pidió un gran acuerdo de los dos grandes partidos, que nunca llegó. En el terreno de la autocrítica, el presidente admitió que se dieron créditos incorrectamente "por falta de control interno o por delegación. Si de algo me arrepiento es de no haber empezado la transformación tecnológica dos años antes. No lo hicimos por no tener la estructura directiva adecuada". En el mercado se entendió como una referencia al mandato del exconsejero delegado José Ignacio Goirigolzarri.

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Sobre la firma

Íñigo de Barrón
Es corresponsal financiero de EL PAÍS y lleva casi dos décadas cubriendo la evolución del sistema bancario y las crisis que lo han transformado. Es autor de El hundimiento de la banca y en su cuenta de Twitter afirma que "saber de economía hace más fuertes a los ciudadanos". Antes trabajó en Expansión, Actualidad Económica, Europa Press y Deia.

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