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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

El empresario que venció a su destino

Fallece a los 78 años el empresario Francisco Riberas, creador del imperio industrial español Gestamp-Gonvarri

No fue necesaria la muerte de Francisco Riberas para que recordara su trayectoria personal. Con frecuencia me emocionaba recordándola, porque una historia como la suya deja necesariamente huella por la valentía y solidez moral con que la afrontó y porque la coronó con éxito desde la nada. Porque un niño pobre del barrio madrileño de Usera necesita esfuerzo, tenacidad y talento para torcer tercamente su destino, que era el que esperaría a la mayor parte de los muchachos de su entorno. Y a mi me sigue emocionando la vida de Francisco Riberas, que él me fue contando durante cinco horas diarias a lo largo de cuatro meses, entre la primavera y el verano de 2003, y su relato sereno y vigoroso me pareció ejemplar, conmovedor y lleno de fuerza, sin una sola concesión al desaliento y sin la tentación de la soberbia o la exclusión.

Había nacido el 21 de enero de 1932 en Rabé de las Calzadas, un pueblo minúsculo a 12 kilómetros de Burgos. Su madre, Benita Pampliega, mujer de temple y decisión, regresó a Usera, porque era allí donde tenía su sitio al lado de su marido, peón de jardines del Ayuntamiento de Madrid. Pero duró poco la vida apacible del niño. Llegó la Guerra Civil.

Y, una vez finalizada la contienda, entre la destrucción y el hambre, llegó a comer en no pocas ocasiones mondas de patata y de naranja cocidas, la madre y el muchacho reanudaron la vida en el barrio, en cuya escuela inició los primeros y únicos estudios, porque a los trece años debió abandonar el colegio para ayudar con su modesto salario al sostenimiento de la casa. El que llegaría a ser uno de los empresarios más notables de nuestro país, comenzó su vida laboral decorando porcelana en un taller de Vallecas. Pese a que no le iba mal su oficio de decorador, seguía pensando que aquél no sería el horizonte que pensaba para su vida. Mientras, conoció a una bilbaina, Josefina Mera, con la que se caso algún tiempo después y su nueva situación redobló sus esfuerzos para conseguir alguna actividad que le permitiera romper definitivamente su situación de asalariado.

Y fue en uno de los cálidos veranos madrileños, el de 1957, cuando aquel grupo de amigos que se reunía los fines de semana en la piscina o en la Casa de Campo, decidió crear una modestísima sociedad, a la que aportaron cinco mil pesetas cada uno, para emprender la venta de estaño y de cuerdas para piano y guitarra. Así nació Gonvarri. Allí fue donde Riberas, que acaba de cumplir 27 años, tuvo la primera noticia de que la chapa de hierro era un negocio creciente y con extraordinario futuro. Es el origen de la actividad de un grupo de prósperas empresas de dimensión internacional, con factorías en 23 países, en cuatro continentes y con una plantilla de 20.000 empleados.

Después nació Gestamp y se convirtió en el número uno en España y uno de los primeros en Europa en la industria transformadora del acero y de la estampación para componentes de automóvil, con más de 75 factorias en cuatro continentes, mucho más que un sueño para aquel muchacho de Usera. Para entonces sus socios había se habían separado de la empresa.

Un día le pregunté cuál era el secreto de su éxito y de que en muy pocas ocasiones, al menos en aquellos años de su desarrollo empresarial, hubiera negociado créditos con los bancos me dijo que había sino así "porque seguí el consejo que un día de dio don Ramón Areces, un hombre al que admiraba: la clave para que el negocio crezca está en reinvertir". Y lo siguió al pie de la letra y en ese principio estuvo, según el mismo me confesó, la clave de su éxito.

Creo que España ha perdido a uno de sus grandes empresarios, tenaz, trabajador, de gran talento, discreción franciscana, de excelente pasta humana y sólidos principios morales, que le había inculcado sus madre desde niño, desde los días dramáticos de su infancia.

Juan de Lillo es autor de la biografía Francisco Riberas, contra su destino

Francisco Riberas.
Francisco Riberas.EFE

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