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El nuevo orden financiero mundial

Zapatero defiende el modelo español para las nuevas obligaciones de la banca

Miguel González

El presidente José Luis Rodríguez Zapatero llegó anoche a Toronto (Canadá) con el propósito de defender ante los líderes de los países que representan el 85% del PIB mundial la solvencia de la economía española, las medidas de ajuste y las reformas estructurales aprobadas por el Gobierno, así como la imposición de una tasa bancaria semejante a la que ya se aplica en España. Es la cuarta vez desde noviembre de 2008 que Zapatero participa en una reunión de este foro, que agrupa a los países más ricos y a las economías emergentes, del que se ha convertido en invitado fijo, a pesar de que oficialmente no forma parte de él. Aunque hasta el miércoles sigue ostentando la presidencia de turno de la UE, Zapatero no representará a los Veintisiete, un papel que corresponde al presidente permanente del Consejo Europeo, Herman van Rompuy, y al de la Comisión, José Manuel Durão Barroso, pero defenderá los acuerdos alcanzados el pasado día 17 en Bruselas por los mandatarios de la Unión. Entre ellos figura de manera destacada la imposición de un gravamen a las entidades bancarias y otro sobre las transacciones financieras, para evitar que el peso de futuras crisis recaiga de nuevo sobre las espaldas de los contribuyentes.

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Zapatero es un firme defensor de esta tasa -que promueve el presidente estadounidense, Barack Obama, y a la que se oponen Canadá y Australia, además de los países emergentes-, pero sostiene que en España no será necesario implantarla, pues ya cuenta con el Fondo de Garantía de Depósitos (al que bancos y cajas deben aportar hasta el uno por mil de su pasivo) y las provisiones anticíclicas, que se ponen como modelo para otros países. Aun así, fuentes gubernamentales admiten que la normativa española tendrá que adaptarse a lo que la UE acuerde en otoño, aunque la tasa tendrá carácter nacional.

Zapatero también defenderá la publicación de las pruebas de resistencia (stress test) de la banca -acordada hace 10 días por la UE a iniciativa suya, como un ejercicio de transparencia destinado a combatir las especulaciones- y el actual proceso de reestructuración de las cajas de ahorros; dos medidas dirigidas a despejar incertidumbres y desatascar la circulación del crédito con las que pretende despejar las incertidumbres que estrangulan la concesión de préstamos. Menos entusiasta es el Gobierno con el nuevo impuesto sobre las transacciones financieras, que a su juicio solo debería aplicarse si se diera un más que improbable consenso en el G-20 y con la cautela de no distorsionar el mercado ni obstaculizar la aún frágil recuperación económica.

Ideológicamente, Zapatero está cerca de las posiciones de Obama, quien rechaza una retirada precipitada de los estímulos fiscales ante el riesgo de recaer en la recesión. En la práctica, se ha visto forzado a un drástico plan de ajuste (del 11,2% al 6% del PIB en solo dos años) para atajar un déficit que se volvía insostenible ante el alarmante aumento del diferencial de interés de la deuda española con la alemana.

España parte de la base de que es a otros países (a las economías emergentes, China o la propia Alemania) a los que debe mirar Obama para que aumenten su consumo y tiren del comercio mundial, que ha languidecido por la crisis y la adopción de medidas proteccionistas. El propio presidente de EE UU felicitó el lunes a Zapatero por la adopción de medidas "dolorosas" y reformas estructurales, como el recorte del sueldo de los empleados públicos, la reforma del mercado de trabajo o, en los próximos meses, el sistema de pensiones.El secretario del Tesoro, Timothy Geithner, dijo ayer en Toronto que "es muy importante que [países como España y Grecia] se muevan con mucha rapidez para demostrar a los mercados que tienen voluntad de actuar".

Zapatero tenía previsto reunirse en Toronto con el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, a quien dio plantón en la reunión del Foro de la Alianza de Civilizaciones en Río de Janeiro en mayo pasado, pero este se quedó finalmente en su país, debido a las recientes inundaciones.

Fuentes de La Moncloa indicaron que no se descartaba algún otro encuentro bilateral, necesariamente breve, pues apenas pasará 24 horas en Canadá. El presidente no ha sido invitado a la cumbre del G-8, el club de los más opulentos del mundo, en el que Aznar pugnó por entrar y que se ha vuelto cada vez más irrelevante, tras pasar al G-20 la agenda de la gobernanza económica global.

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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