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La reforma del mercado de trabajo

Casi 11 horas "intensas, duras e infructuosas"

Miguel Ángel Noceda

Fueron casi 11 horas de reunión. Casi 11 horas entre las 19.30 del miércoles y las seis de la mañana pasadas del jueves. Como en los viejos tiempos. Con nocturnidad, pero sin humos. Y, esta vez, sin acuerdo. "Once horas intensas, duras e infructuosas", coincidieron en resumir los asistentes. De allí a la ducha y de la ducha a los quehaceres cotidianos, sin dormir.

La reunión fue menos secreta que las anteriores. No obstante, los secretarios generales de los sindicatos, Ignacio Fernández Toxo (CC OO) y Cándido Méndez (UGT), y los representantes de la patronal (Gerardo Díaz Ferrán y Santiago Herrero), entraron por el garaje del Ministerio de Trabajo. Les esperaban el anfitrión, Celestino Corbacho, y el jefe del Gabinete de Presidencia, José Enrique Serrano, destinado expresamente por Zapatero.

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En principio se mareó un tanto la perdiz sobre los asuntos que se iban a tratar haciendo un repaso a los que ya estaban teóricamente superados. Así hasta que sobre las 21.00 el Gobierno sacó su primer papel. La patronal no tardó en rechazarlo, lo que constató la versión sindical -y posiblemente también del Gobierno- de que habían ido al encuentro solo para comprobar si se reflejaba lo que habían reclamado en reuniones anteriores.

Las propuestas del Ejecutivo -extensión de contratos con indemnización de 33 días, endurecimiento de la temporalidad y flexibilidad interna en las empresas, principalmente- no eran precisamente lo que querían ver y que los sindicatos, más o menos, aceptaban. A pesar de ello siguieron negociando, mientras a unos y otros les entraban mensajes por los móviles, que permanecieron abiertos durante toda la reunión. Así, Díaz Ferrán pudo comprobar que la posibilidad de venta de su empresa Viajes Marsans a una intermediaria llamada Posibilitum se materializaba.

Los responsables del Gobierno, mientras tanto, encargaron un segundo papel, que llegó a la mesa de negociación sobre las dos de la mañana. Al tiempo, se hizo un receso en el que se llamó a los secretarios de Acción Social de los sindicatos (Toni Ferrer y Ramón Górriz), al responsable de Relaciones Laborales de la CEOE (José de la Cavada), técnicos y asesores jurídicos de las tres partes para que se incorporaran.

La llegada de estos, bien metida la madrugada, dio lugar al equívoco de que había fumata blanca. Nada más lejos de la realidad. De lo que se trataba era de que los técnicos analizaran con todos los pormenores del nuevo documento, centrado básicamente en la flexibilidad, la contratación y el despido. Se establecieron dos mesas de trabajo, la ya existente con los primeros espadas, y otra con los recién incorporados. No hubo progresos. Se volvió al origen de las discrepancias. Alguien comentó, a pie de obra: "Si no son capaces los jefes de ponerse de acuerdo, cómo lo van a ser los técnicos". El humo salió negro.

Después, cada mochuelo a su olivo. Llegaron las conclusiones, algunas lamentaciones, muchas declaraciones y ataques cruzados. Y la constatación de que las diferencias de enfoque sí parecen abismales. Comienza ahora el tiempo de espera hasta que el Gobierno entregue hoy los documentos, que pueden no ser definitivos, ya que deberá negociarlo en el Parlamento.

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Sobre la firma

Miguel Ángel Noceda
Corresponsal económico de EL PAÍS, en el que cumple ya 32 años y fue redactor-jefe de Economía durante 13. Es autor de los libros Radiografía del Empresariado Español y La Economía de la Democracia, este junto a los exministros Solchaga, Solbes y De Guindos. Recibió el premio de Periodismo Económico de la Asociación de Periodistas Europeos.

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