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Colonial reduce su deuda en 2.000 millones tras entregarse a la banca

Las entidades financieras podrían controlar hasta el 90% de su capital

Lluís Pellicer

"Misión cumplida". Así de efusivo se mostró ayer el presidente de la inmobiliaria catalana Colonial, Juan José Brugera, tras arrancar el de toda la banca acreedora para reducir su deuda financiera de 4.960 millones a 3.150 millones, alargar su periodo de amortización hasta 2014 y capitalizar la compañía. El acuerdo consta de dos ampliaciones de capital y la segregación del negocio de gestión de suelo y promoción inmobiliaria. Tras la operación, las entidades financieras reforzarán su control sobre la firma, de la que ya tenían el 24% de las acciones.

Tras más de siete meses de negociaciones, Colonial por fin cerró un complejo acuerdo que le permite soltar lastre y alargar el periodo de amortización de la deuda. Fuentes cercanas a las negociaciones explicaron que la banca ha procurado sobre todo estabilizar el negocio patrimonialista, es decir, el que proporcionan los alquileres por inmuebles que la compañía tiene en Barcelona, Madrid y París.

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La primera pata del acuerdo trata de centrar la actividad de Colonial en el negocio del alquiler de oficinas. Por ello, la empresa se dividirá en dos: la matriz se quedará con los edificios que reportan rentas, mientras que el suelo y las promociones de viviendas pasarán a una filial. La Colonial patrimonialista se quedará con una deuda de 2.095 millones a devolver en cinco años, mientras que la suerte de banco tóxico para los activos de suelo y vivienda tendrá un pasivo de 1.015 millones.

Sin embargo, para que ambas sociedades sumen una deuda de 3.115 millones primero se deberá producir una ampliación de capital que reduzca el pasivo en 1.950 millones. Ahí está la segunda pata del acuerdo. La junta de accionistas del mes de abril aprobará una aportación dineraria de 1.950 millones de euros, de los cuales los primeros 50 millones que obtenga servirán para cubrir gastos ordinarios de la sociedad. En esta ampliación tendrán derecho de suscripción preferente los accionistas de la sociedad, que podrán adquirir las nuevas acciones a un precio de 0,12 euros, lo cual supone un descuento del 30% respecto al precio de cierre de Colonial el jueves, el día anterior del pacto.

La sociedad prevé que la emisión pueda quedar incompleta, por lo que aprobará la segunda ampliación, que consistirá en el canje de deuda por acciones hasta completar los 1.950 millones requeridos -menos los 50 millones para gastos ordinarios-. A ella acudirán, según explicó la empresa, las entidades que participan en el crédito sindicado, prestamistas bilaterales y acreedores.

Los bancos que poseen los bonos que emitió la empresa desde 2008 -unos 1.300 millones de euros-, además, podrán canjearlos por acciones. Junto a la ampliación, eso supone que, en la práctica, la inmobiliaria quedará en manos de los bancos, que incluso podrían llegar a tener el 90% del capital de la sociedad, como admitieron ayer los responsables de la compañía. Entre las entidades están Eurohypo, Calyon y Goldman Sachs y los fondos Colony Capital y Orion Capital. A ellos se añade el grupo de siete bancos y cajas que, liderados por La Caixa y Banco Popular, controlan el 24% de la compañía desde 2008.

El plan de reestructuración exige que las cantidades que quedarán por devolver estén garantizadas con su patrimonio en alquiler y participaciones en su filial francesa Société Foncière Lyonnaise (SFL) y Riofisa. Los mercados castigaron ayer el acuerdo, que se materializará antes del 31 de julio. Colonial lideró las pérdidas de la Bolsa al bajar un 8,28%.

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Sobre la firma

Lluís Pellicer
Es jefe de sección de Nacional de EL PAÍS. Antes fue jefe de Economía, corresponsal en Bruselas y redactor en Barcelona. Ha cubierto la crisis inmobiliaria de 2008, las reuniones del BCE y las cumbres del FMI. Licenciado en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona, ha cursado el programa de desarrollo directivo de IESE.

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