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El futuro del comercio asiático

En Fuenlabrada se habla mandarín

Daniel Verdú

"Los domingos aquí no se puede ni aparcar", explica un empleado de una de las naves del polígono industrial Cobo Calleja de Fuenlabrada. "La gente viene a pasar el día, como si fuese un centro comercial", añade. Algunas zonas tienen el aspecto de serlo.

En Cobo Calleja hay unas 200 naves que sirven de almacén o punto de venta a empresas chinas. En la calle de Bembire, en el mismo polígono, se hallan China Center y Merca China, naves divididas en 61 y 30 puntos de venta, respectivamente. Alojan tiendas diminutas separadas por un cristal. "Muchos son familiares y se ayudan mutuamente", explica el mismo empleado.

"Yo nunca he visto ningún episodio de extorsión o mafias de las que salen en los periódicos", asegura convencido. La policía ha realizado varias operaciones, siempre relacionadas con la piratería industrial.

China Center fue inaugurado hace tres años, y su dueño, en vista del éxito, abrió hace tres meses, junto a otros socios, una nave contigua parecida. Un poco más abajo, en la misma calle, se inaugurará en abril otro centro.

Todos son chinos. Venden ropa, bisutería e infinidad de productos con los que surten a las tiendas de todo a un euro. "Es la primera vez que vengo, me he enterado por el boca a boca, y tienen unas cosas muy bonitas a buen precio", explica Gemma González, la propietaria de una tienda de bisutería en Madrid.

Al fondo de uno de los pasillos hay un restaurante chino donde sirven menús por 3,5 euros. En la barra, un hombre negocia con una mujer española para contratarla como dependienta: "Que se vendan sus productos no sólo depende de mí, sino que tienen que estar bien", insiste ella. Al lado, dos hombres leen periódicos chinos que se editan en España. En la portada del Chinalia Times aparece el ex presidente del Real Madrid, Florentino Pérez.

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"Siempre salimos en la prensa como si fuéramos delincuentes", se queja una dependienta. "Han llegado a venir con cámaras ocultas para ver si vendíamos marcas de imitación", explica. Dando un paseo por las tiendas no puede encontrarse nada de marca. "Muchos modelos son copias, pero no tienen nunca el logotipo de esa empresa. Y eso es lo que es ilegal", cuenta un comerciante.

En ninguna tienda puede pagarse con tarjeta de crédito. Todo al contado. Los negocios funcionan. Un hombre, también chino, recoge cartones por la nave. "Ese tío cobra 900 euros por hacer eso. Están buscando a otro y no lo encuentran. Imagina cómo les va de bien", explica un empleado del almacén.

"Los únicos problemas que hay vienen de la venta al por menor", explica uno de los encargados de seguridad. "Como no dan garantía, a veces viene gente a reclamar de muy mala gana", añade. La venta al por menor es ilegal. El domingo es cuando acude más gente a buscar pequeños regalitos a precio de chollo.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona en 1980. Aprendió el oficio en la sección de Local de Madrid de El País. Pasó por las áreas de Cultura y Reportajes, desde donde fue también enviado a diversos atentados islamistas en Francia o a Fukushima. Hoy es corresponsal en Roma y el Vaticano. Cada lunes firma una columna sobre los ritos del 'calcio'.

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