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El Gobierno italiano nombra un nuevo administrador para Alitalia

El Ejecutivo anuncia un plan de viabilidad para salir de la crisis

Enric González

La crisis de Alitalia quedó ayer temporalmente cerrada. El Gobierno nombró un nuevo consejero delegado, Giancarlo Cimoli, y anunció la preparación de un plan de viabilidad que "no sólo debía asegurar la continuidad de la compañía, sino constituir el punto de partida para un futuro desarrollo", según palabras del ministro de Economía, Giulio Tremonti. Unas medidas que han contentado, de momento, a los sindicatos.

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Pese a unas pérdidas de 200 millones de euros en los cuatro últimos meses, una deuda de casi 1.500 millones, la suspensión de la cotización en Bolsa y la disminución continua de los ingresos desde 2001, el Gobierno se limitó a presentar una declaración de intenciones vaga pero optimista, que fue bien acogida por los sindicatos.

Las decisiones adoptadas en Alitalia parecían destinadas sobre todo a ganar tiempo. La cercanía de las elecciones europeas desaconsejaba medidas impopulares. Los sindicatos, por su parte, estaban dispuestos a aplaudir cualquier cosa que supusiera el mantenimiento del statu quo y garantizara, al menos por unos meses más, el cobro de los salarios y el mantenimiento de la plantilla.

La solución a la crisis fue la de no aportar soluciones. Lo cual, de forma muy italiana, fue bien recibido por todos los partidos políticos, los trabajadores y los bancos acreedores de la compañía.

Durante semanas, el Gobierno reconoció abiertamente que la única posibilidad de supervivencia que le quedaba a Alitalia pasaba por reducir la plantilla a casi la mitad (de 22.000 a 10.000 empleados) y encontrar algún inversor que permitiera la privatización y la fusión con Air France y KLM.

Situación de emergencia

Ayer, el ministro Tremonti acudió al consejo con un plan de cinco puntos. El primero indicaba que Alitalia se encontraba en "situación de emergencia" y que eran necesarias soluciones que garantizaran "la continuidad empresarial y la aprobación de los resultados de 2003". El segundo punto anunciaba la preparación de "un nuevo proyecto industrial destinado a fomentar el crecimiento de Alitalia según un modelo análogo al de otras compañías europeas similares". En el tercero se proponía "una recapitalización abierta al mercado a través de una nueva estructura accionarial con la participación de inversores privados". Cuarto: el "accionista público" recordaba las limitaciones que le imponían las reglas europeas sobre libre competencia, y su imposibilidad de seguir recapitalizando la empresa con dinero del contribuyente.

Por último, el quinto punto se refería al nombramiento de un nuevo consejero delegado y un nuevo consejo de administración más reducido que el anterior. Una reducción que persigue hacer más manejable la dirección de Alitalia en una situación de fuerte crisis como la que atraviesa la compañía.

Como máximo dirigente de Alitalia fue designado Giancarlo Cimoli, que ocupaba hasta ahora el mismo puesto en la empresa pública Ferrocarriles de Italia. "Nunca consideramos la posibilidad de liquidar la empresa", declaró Giulio Tremonti tras la reunión del consejo.

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