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Tres años perdiendo con las bolsas

El mercado de acciones cumple uno de sus peores ciclos históricos con tipos en mínimos y sin competidores interesantes

A falta de rentabilidades, de salidas a bolsa y de operaciones en el mercado, 2002 ha sido un año de numerosísimas novedades. Sólo otras dos veces la bolsa española había vivido en su historia un periodo bajista de tres años consecutivos, nunca los tipos de interés estuvieron tan bajos y jamás hubo tanta población implicada en el devenir de los mercados. Y, además, sin ninguna alternativa interesante a la inversión en acciones. En fin, un caos para el dinero.

La crisis de confianza por los escándalos contables ha sido más profunda que la producida por los atentados del 11-S
Pese a las fuertes pérdidas soportadas por las familias, éstas siguen ostentando el 27% de la propiedad de la bolsa española
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Este año 2002 será, seguramente, muy consultado. Se han producido una serie de acontecimientos en el mundo bursátil que no tienen parangón o que exigen de una detenida búsqueda en los almanaques empolvados. Se cierra uno de los peores ciclos de la centenaria historia de las bolsas mundiales. Sólo dos veces más, la bolsa española había soportado tres ejercicios consecutivos de pérdidas en un ambiente donde, además, tampoco se atisba una recuperación inminente de las cotizaciones.

Pero si las pérdidas de los mercados de acciones obligan a ese repaso centenario, también los tipos de interés se han colocado en zonas desconocidas. En Estados Unidos hacía 40 años que la Reserva Federal no situaba sus tipos de interés en el 1,25%, mientras que el Banco Central Europeo (BCE) terminó por bajar en diciembe el precio del dinero hasta el 2,75%. Los bajos tipos que, normalmente, sirven de motor a la bolsa no han dado los resultados esperados, aunque algunos analistas consideran que sin estas rebajas las pérdidas hubieran sido aún mayores.

Además de los beneficios para la deuda de las compañías cotizadas, los bajos tipos de interés han dejado a la bolsa sin una alternativa interesante. Sus competidores, los productos de renta fija o los tradicionales de pasivo bancario como depósitos o cuentas corrientes, han visto perder rentabilidad sin que el dinero se haya decidido a dar el salto a la inversión en acciones.

En el caso de España se ha producido, además, la paradoja de contar con un precio del dinero claramente inferior a la subida de los precios, por lo que los ahorros se encuentran actualmente con una rentabilidad negativa, una vez que a los tipos nominales se les descuenta el IPC. Argumentos muy poderosos para impulsar la bolsa pero que, en el mejor de los casos, sólo han servido para frenar la caída. La rentabilidad por dividendo de muchas acciones ha podido superar sin problemas a la que ofrecen los activos y productos sin riesgo.

Menos beneficios

Más acostumbrados están los inversores a los movimientos zigzagueantes de los beneficios empresariales. Este año ha sido muy malo en las ganancias de las compañías cotizadas. El beneficio neto de las 111 compañías que forman el índice general de la Bolsa de Madrid sumó 9.693 millones de euros durante los nueve primeros meses del año. Una cifra que supone un descenso del 58,7% en relación a los conseguidos por estas sociedades en idéntico periodo de 2001. La crisis ha afectado con especial virulencia a las empresas de comunicación y también ha obligado a la banca con intereses en latinoamérica a realizar importantes provisiones por sus descalabros allende los mares. Pese a ello, las compañías cotizadas han conseguido mantener la retribución a su accionariado. En los nueve primeros meses del año se ha producido un descenso de solo el 5% en los dividendos repartidos entre los accionistas.

A estos argumentos numéricos y fácilmente mensurables se han sumado otros de no menor importancia y que han tambaleado los cimientos de la confianza en la inversión en acciones. Los escándalos contables de firmas estadounidenses (Enron y WorldCom, principalmente) han hecho mucho daño en la inversión internacional, temerosa de no saber muy bien qué compañías estaba comprando, ante la sospecha de unos balances falseados. Una crisis muy profunda de la confianza que ha tenido una traducción en pérdidas superior a la que provocaron los gravísimos atentados del 11 de septiembre de 2001.

En el mercado español no se detectaron estas desviaciones en las cuentas pero también hubo elementos para el descontento de los accionistas. Las desinversiones que hicieron los bancos (casos de Vallehermoso, Metrovacesa o Dragados) acarrearon importantes ganancias que a las entidades financieras en las que no participaron los accionistas, con ventas de paquetes de acciones en el límite exigido para lanzar una Oferta Pública de Adquisición (OPA).

También se ha puesto en entredicho la credibilidad de los analistas y de los auditores que recomiendan o vigilan las cifras de las sociedades cotizadas en todo el mundo. Legislar a toda prisa

Los legisladores han reaccionado con celeridad para devolver al inversor la confianza. En este año 34 países han desarrollado códigos de Buen Gobierno. A lo largo del año en España se ha publicado el Libro Blanco de la reforma de las Normas de Contabilidad, la Comisión Especial para la Transparencia y Seguridad de los Mercados Financieros y de las Sociedades Cotizadas (Aldama) presentó recientemente sus conclusiones al ministro de Economía y, también se ha elaborado la reforma de las leyes mercantiles y la aprobación de la Ley Financiera. A ello, hay que añadir una nueva legislación sobre OPA que busca que los compradores tengan que lanzar la oferta cuando la adquisición suponga un cambio en el control accionarial.

Este mal año bursátil ha deparado otros aspectos interesantes:

- Empobrecimiento de las familias. El presidente de la Bolsa de Madrid, Antonio Zoido lo indicó en su reciente discurso de balance del ejercicio: "Nunca una crisis bursátil había afectado a tantos participantes, una base amplísima de la sociedad". Otra de las singularidades de esta crisis bursátil es que ha pillado a numerosos pequeños inversores que entraron en el mercado al calor de las privatizaciones y de las fuertes ganancias de los años noventa. Pese a la difícil situación han aguantado sus posiciones y apenas han vendido. El 27,5% de las acciones españolas cotizadas continúa en manos de las familias. La reducción del valor de la cartera de acciones en manos de las familias españolas que, en los años 2001 y 2002 hasta junio, alcanza el 20%, responde casi en su totalidad a la reducción experimentada por las cotizaciones en el mercado en el mismo período, que es del 18%. Así, a finales de junio de 2002, el ahorro financiero de las familias españolas ascendía a 1,13 billones de euros, mientras que en junio de 2001 sumaba 1,16 billones.

Una negativa evolución que tiene sus consecuencias sobre el consumo y que explica la preocupación de los mandatarios económicos sobre la marcha de las bolsas.

- Alta rentabilidad por dividendo. Un gran número de empresas cotizadas en la Bolsa española ofrece una rentabilidad por dividendo superior al 4% anual e incluso muchas de ellas superan el 5% y 6% mientras que la rentabilidad de otros productos financieros tradicionales se sitúa por debajo del 3%, después de la bajada de tipos aplicada por el BCE. Estas cifras confirman el atractivo de la inversión en renta variable frente a otras alternativas.

- Pérdida de capitalización. La capitalización se ha reducido en el año el 13,8% lo que representa que el valor de las empresas cotizadas en el mercado español es 72.500 millones de euros menor que al comienzo del año. Estas caídas se han concentrado en los grandes valores con intereses en latinoamérica que han sido por su peso y por su exposición al riesgo de estas economías las más afectadas.

- Fuerte presencia internacional. Hasta noviembre, el 63,19% de la contratación se ha realizado por inversores no residentes, lo que confirma la confianza internacional en la Bolsa española. El inversor extranjero es clave para la liquidez del mercado español.

- Brusca caída de la financiación y de las OPV.- La mala situación de los mercados mundiales y las incertidumbres en torno a la recuperación de las principales economías han provocado que las salidas a Bolsa en Europa presenten una clara tendencia a la baja desde el récord absoluto registrado en el año 2000. En el período enero/octubre los nuevos flujos de inversión canalizados por la Bolsa española han ascendido a 13.950 millones de euros, un 49,22% menos que en 2001. A pesar de esta crisis de ofertas, la calidad de las compañías es mucho mayor y la rentabilidad media de las debutantes este año es superior a la de los índices.

- Abaratamiento del mercado. Una lógica consecuencia del descenso de los mercados es su abaratamiento. Los precios han caído más que los beneficios de las compañías y ha rebajado el PER (número de veces que en el precio está recogido el beneficio). Con datos de la Bolsa de Madrid, a finales de septiembre, la Bolsa española ofrecía un PER de 14,59 que es el más bajo de los últimos seis años. Estas cifras confirman el atractivo de la inversión en renta variable frente a otras alternativas.

- Reguladas las cuotas participativas. La Ley Financiera ha regulado las cuotas participativas que podrán emitir las cajas de ahorros para financiarse. Su rentabilidad estará ligada a la evolución de los beneficios de estas entidades financieras y carecen de derechos políticos. Estos activos se negociarán en bolsa y aumentarán la profundidad del mercado español.

- Fuerte recuperación de los beneficios estimados para 2003. Los beneficios estimados por la Bolsa de Madrid para el año 2002 se sitúan en tasas negativas como consecuencia de las fuertes dotaciones para cubrir la depreciación de las inversiones y los riesgos de Latinoamérica. Las estimaciones de crecimiento de beneficios para el 2003 apuntan a una espectacular recuperación y alcanzarán, según el consenso de los analistas, un crecimiento en torno al 12,8% con unos balances mucho más saneados.

- Creación de Bolsas y Mercados Españoles. En poco más de un año, mejorando los plazos fijados, se ha concluido la valoración de las compañías, efectuado el canje de las acciones y aprobado toda la compleja normativa necesaria para la puesta en marcha del holding Bolsas y Mercados Españoles que agrupa a todos los mercados y los sistemas de compensación y liquidación. Bolsas y Mercados Españoles ha negociado 542.078 millones de euros en renta variable hasta octubre y se sitúa como el séptimo mayor operador de mercados del mundo por volumen de contratación. Para el 2003 está previsto que este mercado cotice en la bolsa.

- Retraso en la bolsa europea. La crisis de la bolsa ha paralizado los proyectos de fusión pendientes en Europa y eso pese a las ventajas que apuntan distintos estudios. Así, los últimos datos ofrecidos por la Comisión Europea apuntan a que una Europa de servicios financieros unida aumentaría en un 1,1% el crecimiento de la UE, rebajaría el coste de la financiación vía acciones en un 0,5% y el de financiación vía bonos en un 0,4%. Pero si las ventajas de un mercado europeo son considerables, los beneficios de un mercado transatlántico son aún mayores, como indica el informe publicado recientemente por el Council of Foreign Relations de Nueva York, que sostiene que un mercado integrado a los dos lados del Atlántico favorecería reducciones en los costes de contratación del 60%, aumentaría los volúmenes de contratación un 50% y rebajaría el coste de financiación para las compañías cotizadas. Además no todo ha estado parado. La Bolsa de Madrid y la Bolsa alemana han acordado desarrollar conjuntamente servicios de información financiera.

Las caídas contaminan todo

En los años de euforia bursátil, las entidades financieras promovieron productos, empujando a los ahorradores a beneficiarse de un mercado alcista que no parecía tener fin. Así, se produjo un fenómeno donde cualquier tipo de inversión tenía una relación con la marcha de los mercados. Fondos de inversión garantizados, simples cuentas corrientes ligadas a distintos índices y, por supuesto, los fondos de pensiones fueron cargando su patrimonio con acciones con ese argumento -discutible en los periodos de crisis como el actual- por el que la inversión en renta variable siempre supera a cualquier otro tipo de forma de ahorro.
Con ello, el mal bursátil se ha convertido en una pandemia de la que escapan pocos productos y pocos ahorradores cuyo dinero estaba unido de una forma u otra al comportamiento de las acciones. Especialmente dolorosas son las pérdidas acumuladas en los fondos de pensiones. En el último año, con datos a octubre facilitados por Inverco, estos fondos acumulan una pérdida anual del 23,30% en personas que en muchos casos están próximas a la jubilación. Ahora, aprendida la lección, las entidades financieras envían a estos mismos ahorradores a productos con bajísimos tipos de interés a los que les condenan durante varios años.
Los fondos de inversión en sus modalidades de renta variable y mixtos son también reflejo de la mala evolución de los mercados en los últimos años. Con datos a mediados de diciembre, los puros de acciones españolas perdían en el ejercicio el 22,64%, mientras que los mixtos se dejaban el 15,39%. Para cuentas corrientes y garantizados, los inversores pierden el lucro cesante que, según está la inflación, no es una nimiedad.

Las empresas, preparadas para despegar

En el ambiente pesimista que viven las bolsas no se aprecian algunas mejoras que están registrando las compañías y que las coloca en una buena situación cuando las variables de la economía mejoren y las dudas sobre el crecimiento se disipen. Así, son varios los factores que apuntó el presidente de la Bolsa de Madrid, Antonio Zoido, para que se produzca un despegue de las compañías. "La recuperación de la confianza en la contabilidad de las empresas y la fiabilidad de sus cifras, el saneamiento de los balances empresariales por los apuntes de mejoras coyunturales en algunos sectores y, sobre todo, por la fuerte dotación para provisiones, la moderación salarial y la reducción de los costes financieros que se suman a la contención del endeudamiento, las expectativas de los beneficios junto a rentabilidades por dividendo que empiezan a ser altamente competitivas son avances todos ellos que permiten esperar una posición más favorable para afrontar el año que comienza", explicó.
Otra buena señal dentro del caos que han vivido los mercados es la mejor evolución de la bolsa española en relación con los mercados de su entorno. Así, es la bolsa alemana la que lidera los descensos en torno al 40% de caída en el ejercicio y que prácticamente dobla el retroceso del mercado español. Un dato que torna más positivo cuando los principales valores del mercado español han tenido que padecer la crisis de las economías latinoamericanas. París, Amsterdam o Estocolmo han superado también las pérdidas de la bolsa española en este periodo. Los analistas creen, pues, que el suelo del mercado está muy próximo.

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