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El Espanyol no tiene piedad del Granada

El conjunto blanquiazul se reencuentra con la victoria ante su afición frente al insípido cuadro de Alcaraz

Juan I. Irigoyen
Piatti celebra el segundo gol del Espanyol ante el Granada.
Piatti celebra el segundo gol del Espanyol ante el Granada. Andreu Dalmau (EFE)

El Espanyol no tuvo piedad del Granada. El tibio conjunto andaluz fue el mejor huésped para el cuadro de Quique Sánchez Flores, que andaba necesitado de victorias desde hace más de un mes. El conjunto blanquiazul olvidó su versión más temerosa y con la pausa de Reyes y el vértigo de Piatti se divirtió ante el Granada, que se pierde en el fondo de la tabla.

Se rebeló contra su libreto el Espanyol. Menos preocupado por cuidar el área de Diego López, el cuadro blanquiazul arrancó el duelo dispuesto a jugar en el campo del Granada. El mensaje ofensivo lo mandó primero Sánchez Flores desde la alineación, con Reyes como mediapunta, y luego lo ejecutaron sus muchachos, puñales en las alas, sobre todo en la banda izquierda, donde Piatti y Aarón colonizaron la zona.

La presencia de Piatti es clave para entender al mejor Espanyol. Ausente en Mestalla por la cláusula del miedo, el argentino volvió al once para encender al cuadro blanquiazul, perdido desde que el Barça lo derritió en el Camp Nou (4-1). Dueño del cuero, el Espanyol no tuvo ni un poco de misericordia con la mansa defensa del Granada. Un centro inofensivo desde la izquierda de Piatti, mal despejado Tabanou, le quedó servido a Reyes en el ángulo izquierdo del área de Ochoa. Nadie en el cuadro andaluz salió a apretar a Reyes. Un error incomprensible, sobre todo cuando el balón aterriza en un jugador con pie de ángel como el andaluz. Reyes se acomodó y clavó el cuero en la escuadra derecha de Ochoa.

El Granada, siempre un paso tarde para recuperar el balón, insípido en la presión y mudo en ataque, no tenía más respuestas que la velocidad Mallé. Y entre el delantero de Malí y Boga se inventaron una jugada, que terminó con una falta de David López sobre Mallé en la puerta de la casa de Diego López. Pereira cogió el balón y recordó la fórmula de Ronaldinho para burlar a una barrera cercana. Esperó el salto del muro de camisetas blanquiazules y con un disparó suave, pegado al suelo, mandó el cuero a la red.

El golazo de Pereira no estuvo ni cerca de despertar al Granada, que se volvió a arrinconar cerca de Ochoa, sin más armas defensivas que acumular hombres por detrás de la línea de la pelota. Pero el Espanyol ya tenía la receta. Y otra vez desde la banda izquierda, se asociaron Aarón, Jurado y Piatti. El argentino remató la buena jugada ofensiva con un latigazo de zurda, que le devolvió el dominio en el marcador al Espanyol. Un dominio que ejerció siempre desde el juego.

Y lo que el Espanyol no supo rematar en el cierre del primer tiempo, lo hizo en el inicio del segundo acto. El canterano Marc Navarro se olvidó de la timidez del estreno en Primera y en su primera escalada por la banda derecha lanzó un bombazo que se coló en la escuadra de Ochoa. Si el Granada no se marchó del Cornellà con un saco de goles fue gracias a los manotazos del mexicano. Como en Brasil 2014, cuando sus paradas llamaron la atención del mundo, Ochoa se agigantó bajo el larguero. Tiene pinta de que se le va a hacer larga la segunda vuelta de la Liga al Granada. Alcaraz no puede espabilar a sus muchachos, que ayer le sirvieron la victoria en bandeja al Espanyol.

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Sobre la firma

Juan I. Irigoyen
Redactor especializado en el FC Barcelona y fútbol sudamericano. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS. Ha cubierto Mundial de fútbol, Copa América y Champions Femenina. Es licenciado en ADE, MBA en la Universidad Católica Argentina y Máster de Periodismo BCN-NY en la Universitat de Barcelona, en la que es profesor de Periodismo Deportivo.

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