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Argentina se sube al tren de Ernesto Sabato

Una multitud participa en el primer festival en homenaje al autor de 'El túnel'

Mario Sabato en el primer festival en honor a su padre, Ernesto Sabato.
Mario Sabato en el primer festival en honor a su padre, Ernesto Sabato.Ricardo Ceppi

Buenos Aires y Santos Lugares, origen y última parada de Ernesto Sabato (1911-2011). Una multitud subió este sábado al tren que une ambas localidades para homenajear al reconocido escritor argentino en el primer Festival Sabato, que se celebra este fin de semana. El barrio que el autor de El túnel consideraba su "lugar en el mundo" recibió a los visitantes con fotografías, murales, obras teatrales, charlas y conciertos dedicados a su hijo ilustre, mientras que familiares y conocidos instaron a los argentinos a seguir su ejemplo.

"Siento mucha emoción de que se le haga este homenaje y que se le recuerde con alegría. Mi padre y otras personalidades nos enseñaron que la ética y la moral son posibles y este es un mensaje de alegría para mucha gente que está desesperanzada", dice a EL PAÍS el cineasta Mario Sabato, hijo del escritor. Considera casi un milagro la "continuidad institucional" para preservar el legado de su padre, dado el vuelco de Gobierno, que pasó de manos peronistas a la alianza conservadora Cambiemos, tanto a nivel nacional, como provincial y municipal. "Espero que esto sirva para darnos cuenta que hay causas comunes para todos los argentinos, que se vuelva a buscar ejemplo en aquellos para los que la honestidad no era un mérito sino una obligación".

Murales en homenaje a Ernesto Sábato en la estación de Santos Lugares.
Murales en homenaje a Ernesto Sábato en la estación de Santos Lugares.Ricardo Ceppi

La casa en la que Sabato vivió gran parte de su vida, a solo 200 metros de la estación de tren que tanto frecuentaba, ha sido convertida en un "museo vivo" en su memoria. En ella es posible ver su gran biblioteca, la vieja Remington en la que escribió casi toda su obra, el estudio en el que pintaba -fue su primera afición artística- y su hermoso jardín, en el que sobresale la estatua de la diosa Ceres que le fue donada en honor a su novela Sobre héroes y tumbas

Su prometedora carrera como físico se interrumpió en París, donde llegó en los años 30 para trabajar en el laboratorio Curie. Las cada vez más largas noches con los surrealistas hicieron "incompatible" su trabajo científico durante el día, recuerda el músico Guido Sabato, uno de de los nietos del escritor. Una década después, también fue la capital francesa el origen de su reconocimiento literario internacional, de la mano de Albert Camus, que quedó fascinado al leer El túnel, publicado originalmente en la prestigiosa revista Sur, dirigida por Victoria Ocampo. "El éxito llegó en barco", dice Guido, quien señala que antes de Camus su abuelo no encontraba editorial que lo publicase y después se peleaban por hacerlo. 

Guido destaca que en cada espacio de la casa-museo hay un vídeo en el que su abuelo relata espacios de su vida y su obra, lo que la ilumina de un espíritu sabateano. "Fue un librepensador que fue dejando en su vida las grandes corporaciones". Entre ellas cita el comunismo, del que Sabato se desengañó cuando descubrió las purgas de Stalin; la ciencia, de la que se alejó en Francia; y "el antiperonismo", que abandonó al ver cómo perseguían a los simpatizantes del expresidente Juan Domingo Perón.

"Todo esto hizo que se ganara una gran cantidad enemigos en distintas generaciones, ya que vivió casi cien años", concluye su nieto entre risas.Aún así, también hizo buenos amigos, como la política y activista en derechos humanos Graciela Fernández Mejide, presente hoy en el homenaje. "Fue imprescindible en uno de los momentos bisagra de la historia de nuestro país, el regreso a la democracia", asegura Fernández Mejide. "Era un hombre común metido en una empresa importante", lo define quien fue su compañera de trabajo en la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep), responsable del informe Nunca Más, que documentó el horror de la última dictadura (1976-1983) y permitió sentar en el banquillo a los miembros de las Juntas Militares.

Guido explica que una vez, cuando él tenía 14 años, su abuelo lo echó de casa por decir que "el anarquismo es la destrucción del Estado", pero agrega que pocos años después se mudó a vivir con él y le recuerda como "un viejo sabio con una sonrisa de chico". Durante el festival lo homenajeará con un recital de jazz para el que ha elegido temas de esa París de los años 30 y 40 que tanto influyó en la vida de quien se erigió no solo como uno de los grandes narradores argentinos del siglo XX sino también como figura central de la vida y la cultura del país.

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