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La música dibujada que une Oriente y Occidente

La joven dibujante francolibanesa Zeina Abirached recrea el Beirut anterior a la guerra en su nueva obra, 'El piano oriental'

Guillermo Altares
Autoretrato de la autora en 'El piano oriental'
Autoretrato de la autora en 'El piano oriental'Zeina Abirached

En un piano, el intervalo mínimo entre dos teclas corresponde a un semitono, mientras que en la música oriental el menor intervalo posible es de un cuarto de tono. La dibujante franco libanesa Zeina Abirached (Beirut, 1981) ha publicado sobre ese pequeño, pero inmenso, cuarto de tono su tebeo más experimental y ambicioso, El piano oriental (Salamandra Graphic), un viaje entre Oriente y Occidente, entre París y Beirut. Por un lado, cuenta la historia de bisabuelo que logró inventar un piano que, gracias a un mecanismo, era capaz de saltar de un teclado a otro en el mismo instrumento. Por otro, narra su propia historia, una joven libanesa que creció durante la guerra civil y se instala en París. Pese a haber sido naturalizada francesa, no ha querido renunciar a ninguna de sus dos lenguas, ni de sus dos identidades.

Abirached no oculta el enorme lado simbólico de este historia. "Necesitamos un piano oriental más que nunca. Empieza a ser urgente", explica en un café parisino esta joven dibujante, que presenta su tebeo este viernes en Barcelona dentro del Salón del Cómic. Esta semana también ha viajado a Marsella, donde se inauguró una muestra de su obra dentro de una exposición en el Mucem (Museo de la Civilizaciones de Europa y el Mediterráneo) sobre Beirut.

Zeina Abirached.
Zeina Abirached.Casterman

El piano oriental juega con los viajes adelante y atrás en el tiempo, con las perspectivas, con sus recuerdos y con los recuerdos de lo que nunca ha vivido pero que forman parte de su vida –los jóvenes beirutíes añoran algo que no han conocido, pero que tiene un peso enorme en la memoria colectiva: la época dorada de la ciudad, antes de la guerra civil que estalló en 1975–. El tebeo se enfrenta a un reto gráfico: dibujar la música, convertir sonidos en imágenes, algo que la autora ha resuelto con originalidad a través de juegos y de páginas desplegables.

"Quería escribir una ficción sobre su mi bisabuelo, un personaje sobre el que había fantaseado muchas veces, sobre su vida, sobre el Beirut de su época y sobre su idea, un poco loca, de relacionar el piano, que es un instrumento occidental, con la música oriental", explica Zeina Abirached sobre la génesis de su tebeo. "Tenía muchas ganas de dibujar la música. Había grabado a mi abuelo hablando de él, me había documentado mucho. Paralelamente, llevaba ocho en Francia y fui naturalizada, tenía dos nacionalidades. A partir de ahí, comencé a escribir textos sobre eso y sobre mi relación con mis dos lenguas maternas, el árabe y el francés. Pero pensaba que era otro libro, otro proyecto, en primera persona. Pero cuando me puse a trabajar, me di cuenta de que era un disparate, que estaba escribiendo dos libros que hablaban de lo mismo, pero con dos voces. Más que hacer dos obras, tenía sentido escribir una sola en la que las dos historias estuviesen relacionadas".

Recreación de Beirut en 'El piano oriental'
Recreación de Beirut en 'El piano oriental'

De esta forma, El piano oriental juega siempre con los dos planos: el Beirut de los años cincuenta y la historia de su bisabuelo, que inventó ese instrumento y viaja a Viena para promocionarlo con un amigo, y el relato de la propia Zeina, su desplazamiento a París, su añoranza del Mediterráneo, su camino constante de ida y vuelta entre el árabe y el francés. Son temas que ya había tratado en sus obras anteriores, El juego de las golondrinas, sobre su infancia en la ciudad en guerra, y Me acuerdo. Beirut, un homenaje a George Perec y Joe Brainard. En los tres libros la capital libanesa tiene un protagonismo enorme, pero este último, que tardó cuatro años en dibujar, representa un enorme salto adelante.

La recreación del Beirut de los años dorados, cuando era conocido como la Suiza de Oriente Próximo, es impresionante: ha logrado reconstruir en un minucioso blanco y negro un mundo perdido, ya que el centro de la capital fue totalmente destruido durante el conflicto, porque la línea de frente pasaba por ahí. "Me encantó revivir ese Beirut con dibujos, porque en cierta medida lo extraño, pese a que cuando nací ya había sido destruido, nunca lo conocí", afirma Zeina, que trabajó con fotos su recreación de los zocos y de las calles, del mítico cine Rivoli, de las plazas mediterráneas, con sus palmeras y su bullicio.

Entre el momento en que comenzó a dibujarlo y su publicación, se produjeron los atentados yihadistas en París contra Charlie Hebdo y, en noviembre, contra diferentes objetivos de la capital francesa. "Mi libro ha salido en el momento bueno o en el malo. Quise convertir ese piano bilingüe en un símbolo que une Oriente y Occidente, quería que todo el libro estuviese marcado por esa dualidad. Mucha gente cree que ese dicotomía, tan maniquea, es difícil de arreglar, mientras que sobre el terreno las cosas se ven de manera muy diferente. No quiero elegir entre las dos identidades, me importan las dos y me importan las dos lenguas. Puede parecer muy políticamente correcto, pero lo pienso de verdad".

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Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

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