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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Dragoniana

TVE parece empeñada en demostrar la vigencia de 'El día de la marmota' y con tal fin este domingo ha estrenado en La 2 'Libros con uasabi', dirigido por Fernando Sánchez Dragó

Ángel S. Harguindey

TVE parece empeñada en demostrar la vigencia de El día de la marmota y con tal fin este domingo ha estrenado un nuevo programa en La 2, Libros con uasabi, dirigido por un incombustible Fernando Sánchez Dragó arropado por tres damas: Ayanta Barilli, Anna Grau y María Pedroviejo. El objetivo del programa con tan gastronómico título (el uasabi es un rábano picante que pertenece a la familia de las brasicáceas, a la que también pertenecen el nabo, la mostaza y el repollo, y que se utiliza como condimento del sushi japonés) es interesar, sorprender y desconcertar a los espectadores. Vaya por delante que el desconcierto ya estaba conseguido con sólo conocer al responsable del programa.

Milena Busquets fue la estrella invitada. Una larga y cortés entrevista con la autora de la excelente También esto pasará, seguida de una educada tertulia mayoritariamente femenina que concluyó con unas recomendaciones literarias personales.

Con Sánchez Dragó y su lenta pero constante evolución ideológica desde la izquierda próxima al Partido Comunista a la caverna, aunque sin renunciar en ningún momento a ese rol inverosímil de enfant terrible, la referencia literaria sería la de Jekyll y Hyde, siempre que el trasunto del doctor fuera un contable avaricioso y no un asesino.

Nadie discute su capacidad para coordinar una revista literaria. Lo que ya resulta más preocupante es la relación rentabilidad-precio. La extinta Canal 9 había pagado casi 150 millones de pesetas, más IVA, por 17 capítulos de El faro de Alejandría, el espacio que presentaba el escritor con una audiencia media del 1%, además de su evidente prohijamiento por políticos tan reaccionarios como Esperanza Aguirre, Eduardo Zaplana y, ahora, José Antonio Sánchez, encantados, al parecer, de contar entre sus simpatizantes a un pertinaz artesano de boutades y, todo hay que decirlo, un funcional responsable de un correcto programa literario.

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