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Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El encanto lesbiano

Love Of Lesbian arrasan disfrutando en el primero de sus tres conciertos en Razzmatazz

Love of Lesbian.
Love of Lesbian.KIKE PARRA

Un grupo que llama lesbianos a sus seguidores y seguidoras ha de ser un grupo especial. Y no sólo porque sus canciones no sean precisamente cortas, rayando de media los cinco minutos de duración en su último disco, una eternidad en tiempos de mensajes compulsivos jibarizados por las prisas. Ellos, pautándose por sus propias reglas, van a la suya, pero teniendo muy claro, como ha afirmado Santi Balmes, el cantante de la banda, que “un concierto ha de ser algo especial para quien asiste, sólo así repetirá”. Y los seguidores repiten. Y vaya si los conciertos de Love Of Lesbian son especiales. No hay sólo música, canciones sobre emociones e incomprensiones, hay, y eso rinde, un grupo formado por personas que parecen el vecino, que se divierten tocando tanto como quienes les escuchan y que siempre parecen estar dispuestos a hacer el payaso para reírse con quienes les aplauden. Todo esto y más tuvo lugar en el primero de los tres conciertos que el grupo ofreció en un Razzmatazz sin entradas como los dos restantes. Y fue una fiesta de las que se clavan en la memoria.

Love Of Lesbian, como el té, la morcilla de Burgos y los lichis pueden o no gustar, pero nadie es capaz de cuestionar su sentido. Love Of Lesbian son así, como el té, la morcilla y los lichis pueden no gustar, pero quien contempla la satisfacción de quien se deleita con ellos, con el grupo, no puede por menos que preguntarse qué es lo que provoca en su público, feliz, esas caras de alegría, los cantos de esos muchachotes que entre la asistencia se desgañitan con entrega propia de fan adolescente ensimismada en su ídolo, esa sonrisa perennemente grabada en las caras con la profundidad del sonido de arranque de un ordenador. Bien, en todo caso el observador se preguntará por ello una vez concluido el concierto, pues durante su desarrollo sólo podrá intentar no ser arrollado, mantenerse peinado, no agriar la alegría ajena con su cara de pasmo y no parecer un logaritmo en medio de un poema.

Dos horas más que largas, por plenas y sin apenas altibajos, duró la presentación de “El poeta Halley”, el nuevo disco de estos expertos en los juegos de palabras. Los dos primeros temas del concierto, “Cuando no me ves” y “Bajo el volcán”, forman parte del nuevo trabajo, y el segundo ya fue bramado por la asistencia como si se tratase de un clásico. Santi Balmes ya había comenzado a hacer el payaso y lucía un sombrero de copa –en los bises lo complementó con una especie de gafas tipo Rank Xerox y una levita de fantasía- mientras no podía ocultar la felicidad que le producía lo que tenía ante su mirada. Esa masa nada impersonal, con edades para todas las estadísticas y pieles de diferentes tersuras, engulló el repaso al disco del poeta llamado Halley, repaso trufado con éxitos de un grupo que triunfó cuando otros ya se separan aburridos por haberlo conseguido demasiado pronto o por haberse cansado de esperarlo. Ellos siguieron, y gracias a esta determinación, sudada, sufrida y bastante proletaria, hija del tesón, pudieron en Razzmatazz mezclar a ese poeta con el poema de Houston, los incendios en la nieve, los fans de John Boy y el yin y el yen.

Y hubo un momento que explicitó mejor que nada el espíritu de la banda, más allá de la dedicatoria a Bowie y Prince de “Los seres únicos”, más allá de los invitados –los productores Santos Berrocal y Florenci Ferrer-, más allá del sentido paródico de Santi Balmes. Fue cuando él, Santi, dijo que habían decidido acabar con su año sabático sin escenarios “cuando nuestras familias nos enviaron por tercera vez a comprar el pan. Fue entonces cuando pensamos que debíamos componer otro disco”. Diana. El grupo de personas más normales del mundo riéndose de su falsa incapacidad para ajustarse a la normalidad, que en el fondo es de donde vienen y de donde jamás se han apartado más allá de trece centímetros. Quizás eso explica por qué Love Of Lesbian son como son, funden la resistencia del oyente como la nieve sobre una sartén y terminan por generar en el no creyente el deseo de tomarse un té mientras degusta morcilla. Y de postre……. "Algunas plantas”.

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