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Y el Mies van der Rohe es para…

Cinco finalistas compiten por el premio internacional de arquitectura que se fallará este viernes en el pabellón barcelonés

José Ángel Montañés
Edificio para la Filarmónica de Szczecin (Polonia), de Fabrizio Barozzi y Alberto Veiga, uno de los finalistas de los premios Mies van de Rohe.
Edificio para la Filarmónica de Szczecin (Polonia), de Fabrizio Barozzi y Alberto Veiga, uno de los finalistas de los premios Mies van de Rohe. simon menges

Durante las anteriores ediciones del Premio de Arquitectura Contemporánea de la Unión Europea - Mies van der Rohe, uno de los más prestigiosos a los que pueden aspirar arquitectos de cualquier parte del mundo, el ganador sabía con un mes de antelación que se llevaría el premio, el reconocimiento internacional, 60.000 euros y la escultura que evoca el pabellón que Mies van der Rohe hizo para Alemania en la exposición internacional de Barcelona de 1929, ejemplo de la excelencia y la innovación que se premia cada dos años desde 1988. Para la edición de este año, que se entregará este viernes, las cosas han cambiado. Como si se tratara de la ceremonia de los Oscar o los Goyas de cine, las dudas no se despejarán hasta el final; hasta el momento en el que el alcalde de la ciudad Xavier Trias, abra el sobre y pronuncie la famosa frase ”Y el ganador es…”.

“Hemos querido potenciar ese punto de emoción y expectativa. De hecho, los Oscar nacieron en 1929, el mismo año en el que Mies van der Rohe construyó el pabellón de Barcelona”, destaca la directora de la fundación, la arquitecta italiana Giovana Carnevali, que explica que el proceso seguido ha pasado de los 420 proyectos que se presentaron, a los 40 semifinalistas y luego a los cinco finalistas que esperan saber si se alzan con este oscar de la arquitectura. “En las últimas semanas el jurado ha conocido de primera mano los cinco proyectos, visitándolos todos, pero los siete miembros del jurado no tomarán la última decisión hasta que no concluya la exposición pública de veinte minutos que este jueves hacen los cinco equipos en Barcelona”.

Centro de estudiantes Saw Swee Hock, Londres, de Sheila O'Donnell, John Tuomey y Willie Carey.
Centro de estudiantes Saw Swee Hock, Londres, de Sheila O'Donnell, John Tuomey y Willie Carey.Dennis Gilbert

En cuanto a la característica que aúna a los cinco finalistas, Carnevali la define con una palabra: “Silenciosos. Ya que, aunque no pasan desapercibidos, muestran una gran personalidad y son impresionantes, cuando los ves en su contexto, la tipología del material con el que están construidos, da la sensación que desaparecen y se integran”. Es lo que le ocurre al Centro de estudiantes Saw Swee Hock, construido en Londres por Sheila O'Donnell, John Tuomey y Willie Carey en 2013, que parece encajado con calzador en la antigua trama urbana de la capital inglesa. El edificio ha sido calificado como un auténtico ejercicio de origami arquitectónico en el que destaca, además, de su planta irregular que parece buscar un hueco en las construcciones cercanas, su impresionante fachada de ladrillo rojo (como la mayoría de los edificios londinenses) que alberga las diferentes funciones, desde una discoteca a un gimnasio, un café o un lugar para rezar.

Museo Marítimo de Dinamarca, en la ciudad de Helsingor, de Bjarke Ingels y David Zahle.
Museo Marítimo de Dinamarca, en la ciudad de Helsingor, de Bjarke Ingels y David Zahle.rasmus Hjortshoj

Literalmente escondido está también el Museo Marítimo de Dinamarca, construido en la ciudad de Helsingor (Dinamarca) por Bjarke Ingels y David Zahle en 2013, tras recibir el encargo del Ayuntamiento de la ciudad, cerca de uno de los edificios más destacados de la ciudad, el castillo de Kronborg, hogar de Hamlet, y por lo tanto un contexto histórico y especial único. El edificio aprovecha una antigua dársena seca que los arquitectos han incorporado y convertido en la pieza central: un espacio público. “Es un edificio muy contundente, pero al estar enterrado pasa casi desapercibido. Es diferente de todo lo que ha hecho Ingels hasta ahora”, subraya Carnevali. De este complejo semioculto destacan tres puentes que cruzan el dique y sirve de conexión urbana, de acceso a las diferentes secciones del museo y proporcionan unas vistas impresionantes de los alrededores. En las galerías subterráneas se muestran la historia marítima de Dinamarca hasta la actualidad.

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Museo de arte de Ravensburg (Alemania), de Arno Lederer, Jórunn Ragnarsdóttir y Marc Oei.
Museo de arte de Ravensburg (Alemania), de Arno Lederer, Jórunn Ragnarsdóttir y Marc Oei.roland halbe

Carnevali destaca que otra de las características que unen a los cinco finalistas es “la sensibilidad del cliente por el entorno”. Como en el caso del Museo de arte de Ravensburg, creado en esta ciudad de Alemania por Arno Lederer, Jórunn Ragnarsdóttir y Marc Oei que se inauguró en 2012. “Un edificio que parece antiguo reformado pero es nuevo pero integrado en el tejido urbano”. La fachada está cubierta por ladrillos recuperados de color gris, dándole aspecto de cajón compacto en el que llama la atención sus pocas ventanas al exterior. La cubierta también está realizada con bóvedas de ladrillo. En su interior se pueden ver las obras de arte del coleccionista local Gudrun Selinka.

Aunque no lo parezca, el impoluto edificio blanco de la Filarmónica de Szczecin, creado por Fabrizio Barozzi y Alberto Veiga en la ciudad polaca de Szczecin que se inauguró en 2014, también mira integrarse en su entorno. El arquitecto gallego e italiano del estudio barcelonés, autores de edificios sutiles como el auditorio de Águilas (Murcia) y el de la Denominación de Origen Ribera del Duero en Roa (Burgos)

ganaron un concurso público para construir este edificio, el primero que hacen fuera de España. “Han reflejado lo que quería el Ayuntamiento de la ciudad: que se integrara en el tejido bombardeado en la Segunda Guerra Mundial y lo han conseguido porque, han reproducido los puntiagudos tejados de los edificios cercanos”, destaca la directora de la Mies van der Rohe. La fachada, una especie de cinturón que rodea la construcción, está cubierta de vidrio blanco, como las montañas nevadas de alrededor en invierno, se ilumina desde el interior. Las aristas exteriores entran en el edificio, como en el techo y paredes de la sala de conciertos con capacidad para 1.000 espectadores.

Cantina Antinori, de Archea Associati. San Casciano Val di Pesa, Florencia (Italia).
Cantina Antinori, de Archea Associati. San Casciano Val di Pesa, Florencia (Italia).pietro savorelli

Pero sin duda, el finalista más integrado es la Bodega Antinori, de Giovanni Polazzi, Laura Andreini, Marcoa Casamonti y Silvia Fabi, construida en San Casciano Val di Pesa, Florencia (Italia) en 2012. “La familia Antinori tiene una larga tradición en el mundo del vino, incluso Leonardo les construyó una máquina para prensar la uva. Es un edificio muy contundente pero que apenas se ve, en el que se han utilizado materiales como la terracota y elementos como las bóvedas que se levantaron en el renacimiento para construir su nueva bodega”, explica Carnevali.

Entre los viñedos de Chianti, a medio camino de Florencia y Siena se levanta, o más bien se oculta bajo el terreno, esta bodega ejemplo de simbiosis entre arquitectura y paisaje, donde la tierra de donde las vides obtienen sus nutrientes da cobijo al edificio, lleno de óculos, escaleras y rampas, que tiene una fachada ondulante de más de 200 metros, que parece una de las hileras de los viñedos cercanos. El centro de la construcción es la bodega donde el vino madura en barriles y tanques de fermentación, lejos de la vista, para garantizar las condiciones de maduración. Todo está construido con materiales tradicionales locales, como la terracota.

Carnevalli espera que el acto de este viernes, en el que no faltará la alfombra, en este caso negra, sea un éxito (pese a que ha coincido con la celebración del Salón del Automóvil que han obligado a colocar unos paneles de separación y dar un rodeo para llegar al pabellón). “Como no sabemos el resultado hemos tenido que preparar cinco medallas diferentes”. Con motivo del premio, la fundación expone en el nuevo espacio de Oliva Artés, en el transformado barrio del 22@ durante un mes, los 420 proyectos presentados, destacando los 40 semifinalistas y los cinco finalistas. La exposición viajará luego por otros países europeos, por Asia y América.

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Sobre la firma

José Ángel Montañés
Redactor de Cultura de EL PAÍS en Cataluña, donde hace el seguimiento de los temas de Arte y Patrimonio. Es licenciado en Prehistoria e Historia Antigua y diplomado en Restauración de Bienes Culturales y autor de libros como 'El niño secreto de los Dalí', publicado en 2020.

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