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DEBATE POLÍTICA GENERAL

Alberto Fabra entierra las reclamaciones a Mariano Rajoy con una rebaja fiscal

El jefe del Consell resalta que ha mejorado la situación que halló al acceder al cargo en 2011 El discurso en el debate de política general mira a la próxima legislatura

El presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, saluda a los diputados al terminar su intervención en el debate de política general.
El presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, saluda a los diputados al terminar su intervención en el debate de política general. Tania Castro

La necesidad de una financiación autonómica justa ha tenido este martes, en el último debate de política general de la legislatura en las Cortes Valencianas, un tono tan bajo en boca del presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, que perdió casi todas sus aristas. No hubo alusión a la urgencia de un cambio de sistema, ni a la deuda histórica, ni al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, aunque sí al socialista Rodríguez Zapatero. Tras agradecer al Ejecutivo central el apoyo a través del Fondo de Liquidez Autonómico y el Plan de Pago a Proveedores, el jefe del Consell se limitó a consignar: “Necesitamos otros mil millones para compensar lo que deberíamos recibir, y que hoy ponemos de nuestros recursos para cubrir sanidad y educación”.

La reducción del tono en el problema de la financiación fue más llamativa y más intensa que la bajada de impuestos que Fabra convirtió en la medida estrella de un discurso que centró en la voluntad de hacer llegar los efectos de la recuperación económica a las familias. El presidente de la Generalitat reiteró varias veces que la suma de la rebaja del IRPF del Gobierno y la del tramo autonómico que anunció supondrá un ahorro de 830 millones, de los que 274 dejarán de ser ingresados por la Generalitat y 556 por el Estado.

La cifra que las Administraciones del PP dejarán de ingresar para dejarla en manos de los contribuyentes permitiría cerrar la horquilla entre los ingresos del Estado y los gastos en sanidad y educación o bien afrontar la deuda millonaria destapada esta semana en Feria Valencia.

Alberto Fabra se presentó como si hubiese pasado por las aguas del Jordán. Ni una alusión a la herencia recibida tras ocho años de gobierno de Francisco Camps, ni una referencia al Gobierno de Mariano Rajoy en materia de financiación e inversiones, que ha situado a la Comunidad Valenciana a la cola de España. El presidente tan solo defendió la gestión realizada desde julio de 2011, fecha en la que sustituyó a Camps, para resaltar que la situación de la Comunidad Valenciana es hoy mejor que hace tres años y que la salida de la crisis está ya encarrilada.

Por el contrario, el presidente de la Generalitat acudió al debate de política general como si asistiese a un debate de investidura. “Les he expuesto un programa de gobierno para seguir creando empleo, apoyar a las familias y mejorar las infraestructuras y los servicios públicos”, aseguró Fabra, que desgranó decenas de promesas a desarrollar en la próxima legislatura.

Fabra se presentó como la opción de gobierno “que mejor puede garantizar a los valencianos la estabilidad necesaria”. Y lo justificó ignorando o reivindicando el pasado a conveniencia. El déficit de financiación autonómica, de recursos hídricos y el paro desbocado se los endosó a Zapatero sin pestañear. “Los socialistas nos impusieron la guerra del agua entre regiones”, prosiguió el jefe del Consell, que aludió a “un sistema de financiación que nos impusieron aquellos que querían frenar la Comunitat Valenciana, el Partido Socialista del señor Zapatero, y que es el mismo que el del señor Sánchez”.

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El presidente, pese a su discurso de regeneración, orilla la corrupción del PP

En materia de regeneración democrática, el presidente del Consell evitó mencionar el nombre de la alcaldesa de Alicante, Sonia Castedo, imputada en el caso Brugal e imputada en el caso Rabassa. Con dos imputados del caso Gürtel en su bancada (Ricardo Costa y Yolanda García), el presidente de la Generalitat, que buscó hasta última hora llegar al debate con el grupo parlamentario limpio, se limitó a defender su criterio de tolerancia cero contra la corrupción sin adentrarse en el jardín.

“La situación de esta bancada es muy distinta a la que había hace tres años y esa regeneración no la han hecho ustedes”, dijo a la oposición Fabra, que acabó por admitir que actúa al ritmo que marca la justicia. “Cuando los tribunales hablen aceptaremos lo que digan”, le respondió al portavoz de Compromís, Enric Morera, que no cejó hasta que consiguió que el jefe del Consell se refiriese a la alcaldesa de Alicante.

En el turno de réplicas, que el presidente respondió globalmente reduciendo la duración del debate en cerca de dos horas, Fabra optó por pasar a la ofensiva embarrando al secretario general del PSPV, Ximo Puig, con las conversaciones del empresario Enrique Ortiz y los socialistas Ángel Franco y Josep Cataluña en el caso Rabassa. Aunque el socialista Antonio Torres replicó con artillería pesada y exhibió un book fotográfico del jefe del Consell con algunos de los principales condenados por corrupción del PP.

El cierre vespertino del debate empañó así una sesión matinal en la que el presidente hizo un esfuerzo por alcanzar a los votantes desencantados con su partido.

Fabra resaltó que 590 de los 830 millones que se dejarán de ingresar con la rebaja de los tipos del IRPF beneficiarán a las rentas inferiores a los 30.000 euros anuales. La rebaja se aplicará a los tramos autonómicos del IRPF de 2014 y 2015.

Otras medidas temporales, y que afectarán a los ingresos del Gobierno que surja de los comicios de 2015, son la deducción del 25% del coste de las obras de mejora en el domicilio habitual; la prolongación de la desgravación por gasóleo para los transportistas hasta 2015; la reducción de tarifas en la inspección periódica de gas natural o ayudas para el cambio de ventanales y calderas de calefacción.

Aunque el apartado fiscal fue el grueso de las promesas del presidente, las inversiones prometidas en sanidad y educación asemejaron las de los tiempos gloriosos. Nuevos colegios —de los que ayer salieron a concurso dos de los ya prometidos en el Diari Oficial de la Comunitat Valenciana—. Nuevos hospitales —otro más en el antiguo emplazamiento de La Fe para sustituir al Arnau de Vilanova valorado en 65 millones de euros, centros de salud—. Y mayor cobertura en la ley de Dependencia. “Un espejismo”, en palabras de la portavoz de Esquerra Unida, Marga Sanz.

El discurso de Fabra fue interpretado como “una moción de censura a los 20 años del PP” por parte de Torres, que cuestionó el liderazgo del presidente del Consell al recordar que mientras la alcaldesa de Valencia estaba reunida con el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, el jefe del Consell estaba “en la antesala de la secretaria del ministro” de Hacienda, Cristóbal Montoro, esperando una fecha que no llega para recibir a los empresarios valencianos.

Sin embargo, la bancada popular —a pesar de que el expresidente Francisco Camps aprovechó el debate para repasar unos apuntes de facultad y Barberá y el presidente de la Diputación de Valencia, Alfonso Rus, llegaron cuando Fabra ya estaba sentado en su escaño— se mostró ayer satisfecha. Dieron imagen de unidad y disciplina y a su presidente lo desgastaron poco.

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