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Rafael Doménech / Economista jefe del servicio de estudios del BBVA

“La imagen de corrupción resta capacidad de atraer inversiones”

"Lo que determinará el futuro será el capital humano y la calidad de las instituciones", afirma

Ignacio Zafra
El jefe del servicio de estudios del BBVA, Rafael Doménech.
El jefe del servicio de estudios del BBVA, Rafael Doménech.

El economista Rafael Doménech (São Paulo, 1962) es catedrático de la Universitat de València y dirige el área de economías desarrolladas del servicio de estudios del BBVA. Su último análisis regional anuncia el fin de la crisis, pero sitúa a la Comunidad Valenciana a la cola de la recuperación.

Pregunta. La Comunidad Valenciana supera desde 2009 el 20% de paro. ¿Cuándo cree que volverá a un nivel razonable?

Respuesta. Aceptando que va a ser un proceso lento, no hay nada que nos diga que su velocidad esté dada. Será mayor cuanto más ambiciosas sean las reformas y las medidas no solo del Gobierno central sino del autonómico y de los agentes económicos, que permitan una modernización más rápida de la economía. La velocidad a la que se reduzca el desempleo dependerá, en definitiva, de lo dispuesto que esté el país a hacer cambios estructurales. Y eso va más allá del mercado laboral. La tasa de paro es como un termómetro que refleja la salud del paciente, pero la fiebre puede ser síntoma de muchas enfermedades simultáneas. Si fuéramos capaces de crecer en empleo de forma sostenida en torno al 2% anual, necesitaríamos aproximadamente 10 años para recuperar el nivel de 2007.

P. ¿Qué reformas reclama?

R. Hay que mejorar las regulaciones y reducir los costes administrativos. Dar facilidades para que las empresas lleven a cabo sus decisiones de inversión y de creación de empleo con los mínimos obstáculos y puedan crecer en tamaño. Hay que aumentar la competencia. Y, entre otras medidas, también se necesitan incentivos para la inversión extranjera directa, sobre la que influye la imagen del país.

“Nuestro futuro pasa por el capital humano y la calidad de las instituciones”
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P. ¿La imagen de corrupción que rodea a la Comunidad Valenciana incide en su capacidad de atraer inversión extranjera?

R. Sí, esas variables suelen ir muy unidas. Los casos de corrupción no benefician a la marca ni de la Comunidad Valenciana ni de España. No quiere decir que impidan la inversión, pero restan atractivos. Lo mejor que podemos hacer es luchar contra ella. También otros factores pesan en la imagen, como la regulación laboral o las facilidades para invertir y crecer. Cuando esas regulaciones han dado una respuesta rápida y flexible a algunos retos, muchas empresas automovilísticas extranjeras, por ejemplo, han decidido aumentar su capacidad productiva en España.

P. ¿Piensa que la reforma laboral contribuyó a que Ford mantuviese su planta valenciana?

R. No me gusta hablar de empresas concretas pero, para la inversión extranjera en general, con toda seguridad. La reforma laboral ha dotado a las empresas de mucha flexibilidad. Se dice que no ha servido para crear empleo, pero ha servido para que se destruya mucho menos del que se hubiera perdido en una crisis que potencialmente era más peligrosa que la primera. Los mercados llegaron a apostar por la ruptura del euro. A algunas empresas la reforma laboral les ha permitido salvarse. A otras, destruir menos empleo. Y a algunas, crearlo. Si la reforma hubiera estado en vigor en 2008, se podría haber salvado del orden de un millón de puestos de trabajo en España y 100.000 en la Comunidad Valenciana.

“La reforma laboral ayudó a que se destruyera mucho menos empleo”

P. Mientras el mundo debatía si los Gobiernos debían o no estimular la economía, la Generalitat pareció contribuir a deprimirla con su gran morosidad.

R. Por eso fue muy acertado el plan de pago a proveedores implantado en 2012. Lo que lleva a preguntarse si el diagnóstico de la crisis fue incorrecto y si las políticas de estímulos públicos, que también se hicieron en 2008 y 2009, fueron equivocadas. Si no habría que haber utilizado ese dinero, en lugar de para estimular la construcción, para pagar lo que debían las administraciones públicas o sanear al sistema bancario. Estados Unidos hizo la reestructuración y recapitalización de las entidades bancarias en 2009, cuando nadie hablaba de crisis de deuda. El diferencial de la prima de riesgo española estaba entonces por debajo de 100 puntos básicos. Puede imaginarse lo que nos hubiéramos ahorrado si hubiésemos hecho la reestructuración bancaria en aquel momento, y no en 2012, en medio de una crisis de deuda, cuando la prima de riesgo estaba en 650 puntos y no teníamos margen de endeudamiento.

P. Ha afirmado que los valencianos disponen de unas infraestructuras y un capital humano de los que carecían al final de la crisis de los años noventa. Pero entonces tenían dos cajas de ahorros y un banco, y la deuda autonómica representaba el 6% de su PIB, en vez de más del 32%.

R. La capacidad de endeudamiento de la Generalitat es menor que en los noventa. Por eso tiene menos margen para hacer políticas de demanda y tiene que centrarse en políticas de oferta, que tienen efectos positivos a largo plazo y algunas de ellas incluso a corto. Las de demanda casi siempre generan beneficios a corto plazo a cambio de costes a largo. No son gratis. Las de oferta generan sacrificios a corto, y no siempre, a cambio de muchos beneficios a largo. Sobre las entidades financieras, creo que en un mundo global lo importante es tener bancos solventes y eficientes, no bancos autóctonos. Tener bancos o cajas autóctonos mal gestionados, como ha sido el caso, ha servido para financiar proyectos de inversión que no se deberían haber financiado y que hoy son un lastre para la recuperación de la Comunidad Valenciana.

P. La Comunidad Valenciana ya perdía riqueza respecto a España en la etapa de vacas gordas. ¿Qué errores ha cometido?

R. Debemos ir a una economía menos dependiente del endeudamiento, más basada en el ahorro y la inversión. Menos dependiente de un exceso de inversión en determinados sectores, como fue la construcción. Lo cual no significa que no deba y vuelva a ser importante en el futuro. La Comunidad Valenciana tiene una posición estratégica en el Mediterráneo y, por tanto, su oferta residencial es una ventaja, no una maldición. Pero se convierte en un problema si se gestiona mal, como sucedió con el boom inmobiliario. Hay que diversificar y reinventar los sectores tradicionales, buscando la excelencia y la innovación. Hay que crear los incentivos para que se invierta y se creen empresas con tamaños suficientes. El tamaño está muy correlacionado con la internacionalización, la demanda de capital humano más elevado, la inversión en tecnología... Debemos buscar que nuestra posición en la cadena mundial de producción y de valor añadido esté lo más arriba posible.

P. ¿Estamos a tiempo?

R. Por supuesto. Las cosas no son irreversibles si se hacen bien. La recuperación va a depender de lo que hagamos. Y a muy largo plazo, lo más importante, lo que va a determinar esa posición en el mundo, van a ser básicamente dos elementos: capital humano y calidad de las instituciones. Apostando por ellos y utilizándolos bien tendremos buenas empresas, sectores productivos diversificados, un mercado de trabajo que funcionará bien, sectores públicos que tomarán las decisiones adecuadas y utilizarán bien los impuestos para la gestión de servicios, del Estado de bienestar, de la educación, la sanidad, la dependencia, etcétera.

P. ¿La salida valenciana de la crisis depende también de que mejore la financiación?

R. Salir siempre puedes salir, aunque sea más difícil. Pero en el caso de la Comunidad Valenciana ya no es cuestión solo de eso, sino de justicia. Necesitamos que el sistema de financiación autonómico sea justo en los dos significados de la palabra: suficiente y equitativo.

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Sobre la firma

Ignacio Zafra
Es redactor de la sección de Sociedad del diario EL PAÍS y está especializado en temas de política educativa. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Valencia y Máster de periodismo por la Universidad Autónoma de Madrid y EL PAÍS.

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