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De caja única, a única caja

La reestructuración bancaria eliminará 3.000 empleos en Andalucía entre 2013 y 2014, que se suman a los 5.600 perdidos desde que empezó la crisis Las entidades se quedan sin arraigo regional y social

Un ciclista cruza frente a oficinas de Unicaja y Cajasur, en Sevilla.
Un ciclista cruza frente a oficinas de Unicaja y Cajasur, en Sevilla.javier barbancho

El sector financiero andaluz ha pasado de los sueños de Manuel Chaves de contar con una gran caja única a tener una única caja de ahorros radicada en la región. La reestructuración bancaria se llevó por delante a las cajas andaluzas, diluidas en otros grupos financieros, algunos de ellos nacionalizados tras ingentes aportaciones de dinero público. Y los efectos de la reestructuración se han hecho notar en el empleo y en una red de oficinas cada vez más mermada.

Al inicio de la crisis el sistema financiero andaluz disponía de cinco cajas de ahorros (Unicaja, Cajasol, Cajasur, CajaGranada y Caja de Jaén), un banco (Banco de Andalucía) y varias cajas rurales entre las que sobresalía la almeriense Cajamar. Hoy solo queda una caja de ahorros ubicada en la comunidad, Unicaja, en proceso de fusión con Banco Ceiss (Caja España-Duero). Cajasol se integró primero en Banca Cívica —junto a Caja Navarra, CajaCanarias y Caja de Burgos—, grupo que después quedó fagocitado por el gigante Caixabank. La caja sevillana pasó de ser cabeza de león a cola de ratón. Cajasur fue intervenida por el Banco de España y después subastada y adjudicada a la vasca BBK. CajaGranada se integró en el grupo mediterráneo BMN (junto a Caja Murcia, Sa Nostra y Caixa Penedés), que tuvo que ser finalmente nacionalizado, y Caja de Jaén fue absorbida por Unicaja. Por otro lado, el Banco de Andalucía desapareció para integrarse en su matriz, Banco Popular.

Mientras, las cajas rurales andaluzas, menos dañadas por el ladrillo, perviven y están avanzando para hacerse más grandes: la sevillana Caja Rural del Sur acaba de absorber a la Caja Rural de Córdoba, mientras que Cajamar sigue creciendo como líder indiscutible de las cooperativas de crédito españolas. La entidad almeriense ha sido capaz de crear un gran grupo cooperativo, Cajas Rurales Unidas, formado por más de una veintena de entidades que suman ya más de 1.200 sucursales. Y acaba de dar un paso más con la creación, como han hecho las cajas, de un banco, denominado Banco de Crédito Cooperativo que, según publicó Cinco Días esta semana, será presentado próximamente.

Los cambios en el mapa financiero andaluz han supuesto la pérdida de miles de empleos y sucursales cerradas. CC OO calcula que, entre 2008 y 2012, se han destruido 5.600 puestos de trabajo en las entidades financieras de la región. Y en oficinas, de las 7.085 que llegó a haber a finales de 2008 se ha pasado a las 5.695 de marzo de 2013, última cifra contabilizada por el Banco de España. Es decir, 1.390 sucursales menos, una reducción del 20%, algo superior a la registrada en España (19%). A una media de cuatro empleados por oficina (en España el promedio es de seis, aunque en Andalucía es algo menor. Además, se han cerrado, sobre todo, las más pequeñas) resultan 5.560 empleados menos, una cifra similar a la estimada por CC OO, a los que habría que sumar el personal suprimido en los servicios centrales de las entidades. Aurelio Barrera, de la Federación de Sevicios de UGT, destaca que, a esa pérdida de empleo directo y cierre de oficinas hay que añadir “el empleo indirecto que se pierde: limpieza de las sucursales, vigilancia y seguridad, mensajería, entre otros”.

Más comisiones para los usuarios

La reducción de oficinas de bancos y cajas, especialmente en poblaciones medianas y pequeñas, tendrá consecuencias para los ciudadanos, aunque el catedrático de Economía Santiago Carbó recuerda que “España ya tenía un nivel de oferta bancaria por habitante muy por encima de la media europea e, incluso considerando el ajuste, el nivel de servicio sigue siendo importante”. Y continúa: “No está nada claro que se pierda una presencia muy significativa con la reestructuración y, en cualquier caso, aún es pronto para evaluarlo en términos financieros y sociales”. Sin embargo, Ángel Yagüe, coordinador del Instituto Andaluz de Estudios Financieros, cree que esos efectos ya se están produciendo. “La gran apuesta de la banca, y más en Andalucía, donde el riesgo de impago se ha disparado, es la reducción de estructura”, dice. Y, al reducir oficinas y tener el crédito restringido, “las entidades optarán por encarecer sus servicios, con lo que aumentarán aún más las comisiones bancarias”. De hecho, los sindicatos apuntan a que las entidades podrían, incluso, dejar a clientes “no rentables” sin cuenta bancaria, “que es como no existir, porque hoy día el número de cuenta es imprescindible para contratar servicios básicos”, dice Antonio Hidalgo, de CC OO. Yagüe asegura que esta práctica ya está en marcha, pero de forma indirecta. “A través del encarecimiento, hasta lo insufrible de comisiones de mantenimiento y administración. Muchas entidades cobran mayor mantenimiento a cuentas con saldos medios por debajo de los 3.000 euros. Y la práctica de cobrar comisiones por el pago de recibos no domiciliados es otra estrategia”.

Pero el ajuste de personal no ha terminado, ni mucho menos. “Creemos que entre 2013 y 2014 se van a perder otros 3.000 empleos”, dice Antonio Hidalgo, responsable del sector financiero en CC OO Andalucía. Hidalgo calcula que 2013 se inició con algo más de 30.000 trabajadores en las entidades financieras andaluzas “y ahora son unos 28.900”, señala. Y el contador sigue sumando. Sobre la mesa hay varios procesos de regulación de empleo que reducirán aún más las plantillas.

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A principios de este mes Bankia anunció un ERE que en Andalucía supondrá la extinción de 334 contratos (un tercio del total en España) y el cierre de 129 oficinas. Caixabank, donde está integrada Cajasol, acordó con los sindicatos este año la reducción de 2.600 trabajadores a través de bajas voluntarias, de los que 750 saldrán de la comunidad andaluza. Y BMN, grupo al que pertenece CajaGranada, tiene en marcha su tercer plan de ajuste desde que se creó el banco en 2010, que afectará a unos 900 empleados, la mitad de ellos en Andalucía. Aunque en este caso, buena parte no dejarán por completo la entidad, sino que sufrirán reducciones de jornada o regulaciones de empleo temporales. Unicaja, por ahora, es la única caja con presencia en Andalucía que no ha recurrido a despidos, “pero no está cubriendo bajas y ahora tiene entre 200 y 300 empleados menos que hace un año”, estima el representante de UGT.

Los sindicatos dicen que la reestructuración está “eliminando prácticamente la presencia en Andalucía de las cajas de fuera. Están integradas en grandes grupos, y casi todas van a dejar solo una oficina de representación en las capitales y ciudades más importantes”, coinciden UGT y CC OO, que citan a Bankia como ejemplo.

¿Qué consecuencias tendrá este nuevo mapa financiero andaluz, sin apenas entidades radicadas en la región? Ángel Yagüe, coordinador del Instituto Andaluz de Estudios Financieros, con sede en Málaga, cree que perjudicará a la financiación empresarial y la de grandes inversiones en Andalucía. “La inexistencia de un sector financiero con vinculaciones territoriales va a ocasionar una drástica reducción de la financiación a grandes obras públicas u otras infraestructuras, tanto públicas como privadas, lo que supone una vuelta de tuerca más a las carencias de liquidez del sistema financiero”, opina.

Para Santiago Carbó, catedrático de Economía de la Bangor University (Reino Unido) y de la Universidad de Granada, resulta “difícil poner etiquetas territoriales a las entidades y sus inversiones” porque “el mercado financiero es global, y más aún después de la crisis”, aunque también considera importante “preservar la presencia regional y la raigambre institucional en los territorios donde las entidades han tenido una presencia importante”. Carbó añade que para estos grupos bancarios “sus redes regionales son cruciales como especialización y por la banca relacional que desarrollan entre ellas”. No creo que abandonen ni ese negocio ni su vinculación”. Y estima que, para financiar grandes proyectos, “sin el músculo financiero de un grupo bancario más amplio es cada vez más difícil emprenderlos”.

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